Santos, gloria, riqueza, esperanza y seguridad
Toda la gloria del hombre es como la flor de la hierba. |
Pablo dio gracias a Dios por la esperanza que estaba
reservada en los cielos para los colosenses (1:5). El escritor de Hebreos
atribuyó esa esperanza al sacerdocio de Jesucristo. El sacerdote era un
intercesor que ofrecía a Dios sacrificios por los pecados del pueblo. La
seguridad de tu esperanza depende de tu sacerdote. El escritor argumentó que uno
de los problemas que había con el sacerdocio antes de Cristo era que los
sacerdotes eran mortales y su intercesión terminaba cuando morían. Sin embargo,
el poder del sacerdocio de Cristo es según Su vida inmortal, y Dios proclamó: “Tú eres Sacerdote para siempre”. ¡Gracias a Dios porque nuestra esperanza depende
de un Sumo Sacerdote cuyo sacerdocio es intransmisible, perpetuo y perfecto!
Santos…
Pablo dice en Colosenses 1:27: “(A
sus santos) quiso Dios dar a conocer
cuál es la riqueza de la gloria de este misterio
entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria”. Cristo en vosotros, los no-judíos, la
esperanza de gloria, es el misterio al que Pablo se refiere. Las Escrituras no se
interpretaron de esta forma en los tiempos pasados (v.26) y, por eso, esta
verdad estaba totalmente escondida de la mayoría de los cristianos judíos. En
los capítulos 10 y 11 de los Hechos, vemos la dificultad que causó este
misterio. Dios empezó a manifestar esta teología a los evangelistas y, en
Hechos 11:20- 21, algunos empezaron a predicar el evangelio a los gentiles. Pero
sea quien sea, el hecho de que un ser humano que vive en esta tierra tenga al
Cristo divino morando en su ser, es un misterio asombroso y, para la gente no
cristiana, algo totalmente increíble. Para nosotros es la esperanza de la
gloria.
Pablo se refiere “a Sus santos”
en Colosenses 1:26; a los “llamados a
ser santos” en Romanos 1:7 y 1 Corintios 1:2; a “todos los santos” en 2 Corintios 1:1 y Filipenses 1:1; y “a los santos” en Efesios 1:1 y
Colosenses 1:2. Este término puede ser un misterio para la gente de hoy,
especialmente si tiene un trasfondo católico. Hemos aprendido que un santo es
un súper-cristiano, canonizado por el Vaticano, y no un cristiano común y
corriente, lavado con la sangre de Cristo, como se entendía en los tiempos
bíblicos.
La palabra gentil de este
versículo 27, que quiere decir persona no judía, también puede sonar misteriosa
para el nuevo creyente. Él debe saber por qué en aquel tiempo era una
desventaja ser gentil y, al saberlo, debe estar agradecido a Dios por permitirle
entrar en los beneficios que, primeramente, eran sólo para los judíos.
Gloria…
Quizás debería explicar también lo que es la gloria. La gloria se
refiere a una calidad de vida, algo que no sólo existe, sino que es una muy
alta forma de existencia. Pedro relaciona al hombre y su gloria con la hierba y
la flor. La flor es la gloria, superior y más hermosa que la hierba. La gloria
también es la fama que se da a lo que es superior.
La gloria puede ser descrita como el brillo que sale de algún cuerpo, como
por ejemplo del sol, donde los rayos alcanzan más allá del cuerpo mismo. Esta gloria
es un beneficio, como la luz y el calor que vienen del sol, por los cuales el
hombre puede vivir y disfrutar de la vida. Espiritualizando estos beneficios,
podemos ver la luz de la gloria de Dios como la gloria que ilumina la vida, que
nos capacita para poder ver y andar en lo que vale la pena. El calor de la
gloria, cuando arde en el alma, trae consuelo, gozo, amor y otras muchas ventajas.
Sin embargo, la gloria a la que Pablo se refiere al decir “la esperanza de la gloria”, es la gloria futura del cielo. Ya, en el
versículo 5, la mencionó: “La esperanza
que os está reservada en los cielos”.
El cielo es llamado la Gloria y todo lo que he escrito para definir esta
palabra, se perfecciona en la Gloria. Allí existe una calidad de vida más allá
de lo que podemos imaginar. Los rayos de la Gloria nos han alcanzado aún aquí
en la tierra; por eso hemos nacido de arriba y somos revestidos con el Espíritu
Santo, quien es el poder de lo alto.
Riqueza…
Ahora, piensa sobre las riquezas
de esta gloria… sobre el valor y la abundancia de ella. Su valor no tiene
comparación. No hay una gloria terrenal que sea semejante. Es una gloria dada
sin medida. No tiene límite; cuando la descubres, siempre hay más. Por eso la
Biblia nos habla de ir de gloria en gloria. Entonces, ¿de qué mensaje proceden
las riquezas de esta gloria para los gentiles? Pablo nos habla de la vida de
Cristo dentro del santo y proclama que es la esperanza de la gloria. Él que
tiene al Hijo tiene esta vida gloriosa y eterna (1 Jn.5:12).
Esperanza…
En el versículo citado anteriormente, aprendemos que el que tiene al Hijo
tiene esperanza y que Él es la única esperanza de gloria. Según su definición bíblica, con esta palabra, esperanza, podemos tener otro misterio que resolver. Como algunos no
lo han resuelto y la definen según ellos han aprendido y usado la palabra,
podemos tener una doctrina equivocada entre nosotros. Por esta razón, la mala
definición e interpretación de la palabra nos priva de una riquísima y magnífica
gloria.
Comúnmente, la palabra esperanza expresa
poco más que un deseo o un reto en la vida. El niño espera ser un bombero, un vaquero
o un soldado. Nosotros esperamos ir de vacaciones a una hermosa isla o estar en
las montañas. En este caso, la esperanza es un deseo o algo con lo que soñamos,
pero que no estamos seguros de si acontecerá o no. Algunos alcanzan su
esperanza y otros no. Pero la definición bíblica nos garantiza un futuro
absolutamente seguro. Fíjate en Hebreos 6:18-20: “Por dos cosas inmutables (la promesa y el juramento de Dios), en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un poderoso estímulo los que hemos huido en busca de seguridad, para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros; la
cual tenemos como firme y segura ancla del
alma, que penetra hasta lo que está en el interior del velo, donde Jesús entró
por nosotros como precursor, hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.
Firme y seguro |
Seguridad…
Imagina un extremo de la cadena del ancla asido a nuestra alma y el otro
extremo fijado firmemente dentro del velo, que es el lugar santísimo (no el
símbolo, sino la misma presencia de Dios). Nuestra alma no puede ser movida por
las olas que turban la superficie del agua, ni por los vientos que nos quieren llevar
hacia un rumbo contrario, porque este ancla nos mantiene firmemente asidos a la
presencia de Dios. Jesús nos garantiza nuestro destino allí durante el tiempo
que permanezca Su sacerdocio, porque “puede
también salvar perpetuamente a los que por medio de Él se acercan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos” (He.7:25).
La razón de esta seguridad no es solamente porque Cristo está a la diestra
del Padre intercediendo por nosotros, sino también porque Él vive en nosotros y
nos guarda: “Cristo en vosotros, la
esperanza de la gloria”, lo que algunos han descrito bien como “la vida de Dios
en el alma humana”. Su vida en nosotros garantiza nuestro destino. Toda duda es
quitada y todas las preguntas son anuladas cuando Cristo viene a vivir y a reinar
en un ser humano. El salmista exclamó: “El
Señor es mi Pastor… ciertamente el
bien y la misericordia me escoltarán todos los días de mi vida, y en la casa del
Señor moraré por largos días” (para siempre).
Ninguna otra cosa puede ser tan gloriosa. Es la cima de lo que un ser humano
puede experimentar. Pablo predicó este mensaje entre los gentiles y lo llamó “la inescrutable riqueza de Cristo”
(Ef.3:8)… una calidad y cantidad más allá de nuestra comprensión. Esta es la
voluntad de Dios, por eso.. ¡entra tú! Y, al hacerlo, no estarás violando una propiedad
ajena, sino que estarás allí por una invitación. Hay una mesa preparada para
ti. Al responder, solamente estarás ensalzando la benevolencia y generosidad
del Señor.
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