Introducción a Isaías
La introducción al libro del profeta Isaías
Capítulo 1
Versículo 1: Visión de Isaías ben Amoz, que vio sobre
Judá y Jerusalén en días de Uzias, de Jotam, de Acaz y de Ezequias, reyes de
Juda.
Después de haber terminado de
leer el Antiguo Testamento en octubre del 2014, empecé un estudio intensivo sobre
el libro de Zacarías. Fue de inmenso beneficio para mí estudiar el libro,
versículo tras versículo; rico en profecías sobre el Mesías venidero y su
primera y segunda venidas. Tengo el deber de compartir lo que aprendo con los
corderos y las ovejas de la manada del Señor, y por eso escribí comentarios de
forma expositiva sobre todo el libro. De la misma forma también, dondequiera
que he viajado, he dado estos mensajes expositivos. Espero que, tanto oyentes como
lectores, hayan disfrutado como yo de esas extraordinarias profecías.
Ayer terminé la lectura del
Antiguo Testamento para el 2015, y me siento atraído hacia el libro de Isaías.
A pesar de sentirme incapaz frente a una obra tan grande, el deseo de explorar
su grandeza ha ganado sobre la convicción de mi debilidad. Es un gran libro
porque, en primer lugar, tiene un contenido formidable de 66 capítulos, pero además
es más formidable aún por su profundidad y la santa unción que descansaba sobre
el profeta al escribirlo. Los expertos en el hebreo clásico dicen que Isaías
usó un vocabulario extenso, más aun que los salmistas. Isaías es citado mucho
más que cualquier otro autor del Antiguo Testamento. Su nombre es mencionado
más de 20 veces y es citado más de 65 veces en el Nuevo Testamento.
El pergamino del Mar Muerto
Una de las grandes razones por
las que me fascina el libro, es por la parte principal que juega entre los
rollos que fueron descubiertos en una de las once cuevas situadas encima de las
ruinas de Qumrán, en las orillas del Mar Muerto. Qumrán era un pueblo de la
secta de los esenios, que se dedicaban a escribir copias de los manuscritos del
Antiguo Testamento. Miles de fragmentos de todos los libros, excepto de Esther,
han sido sacados de aquellas cuevas. Son los textos más antiguos de los que se dispone
del Antiguo Testamento, datando desde 250 a.C. El pergamino de Isaías fue el
único rollo que estaba totalmente intacto. No puedo evitar la convicción de que
este libro tiene algo que ver con los eventos que van desarrollándose,
relacionados con los tiempos de la segunda venida de Cristo. Está totalmente
abierto para que cualquier visitante al Santuario
del libro en el Museo de Israel, en Jerusalén, lo lea… es decir si posee
conocimiento del hebreo clásico.
El pergamino de Isaías en su lugar y alumbrado en Jerusalén |
Los esenios existían en el
tiempo de Cristo, y actualmente podemos saber mucho de su cultura: sus
prácticas, costumbres y creencias, debido a lo muy documentada que está la gran
biblioteca que ellos mismos tenían. Sus rollos también fueron descubiertos con
los manuscritos de la Biblia. Cuando Jerusalén fue invadida por el ejército
romano, bajo el general y futuro césar Tito, en el año 70 d.C., los esenios
escondieron sus rollos en las alturas, sobre el Mar Muerto, y huyeron de Israel
con todos los demás judíos. Pensaron en volver a por ellos después, pero nunca
pudieron hacerlo. Estos testimonios escritos descansaron allí en silencio,
desde el 70 d.C. hasta 1947, corroborando así la fidelidad y autoridad de las Escrituras,
debido a que eran mil años más antiguos que cualquier manuscrito que teníamos
antes. Fueron descubiertos, no por la tecnología moderna, sino por un humilde pastor
beduino que cuidaba su rebaño. Veo claramente la mano de Dios en todos estos
sucesos, especialmente al considerar que Israel fue declarada una nación
soberana solamente un año después, en mayo de 1948.
La copia manuscrita de
Isaías que ahora existe en el museo en Jerusalén, que data entre 50 y 300 años a.C,
garantiza que sus profecías en cuanto al Mesías fueron escritas antes de su
nacimiento en Belén. Está claro que el cristiano siempre ha creído que el
manuscrito original, escrito por Isaías, existió unos 700 años antes.
Dios no ha abandonado al Israel étnico
14 de mayo, 1948 Ben-Gurion declara que Israel es una nación |
Pablo dice que a los judíos les
“fueron encomendados los oráculos de
Dios” (Ro.3:2), como la máxima prueba de que Dios no les había abandonado;
de la ventaja que tenían de ser judíos y de “su parte superior” en el plan de
Dios. Isaías indica en sus profecías que Dios jamás rechazará al Israel étnico,
fuertemente refutando el argumento de los amilenaristas y post-milenaristas, de
que la iglesia ha reemplazado y tomado el sitio del antiguo Israel. Muchas de
las profecías de Isaías ya se han cumplido literalmente, por lo cual no es
lógico pensar que las que restan por cumplirse, no se han de cumplir de la
misma manera. Tanto Isaías como Zacarías enseñan que Jerusalén será exaltado en
la tierra, no en el cielo, y que Cristo reinará en la tierra desde Jerusalén,
entre un Israel cristiano y salvado.
La declaración de Pablo
también enfatiza la importancia de las Escrituras del Antiguo Testamento, determinando
que son autoritarias también para la iglesia, desarmando así las aseveraciones
de algunas sectas que dicen que el Antiguo Testamento no tiene relevancia en la
época de la iglesia. A los judíos les fueron encomendadas las Escrituras para
que fuesen preservadas para la iglesia. Muchas veces pregunto, si el canon de
esas Escrituras no fue para nosotros, ¿para quienes fueron? No fueron para
Abraham, David, Isaías o Ezequiel, ya que el canon no fue establecido hasta
después de Malaquías. Jesús dijo: “Escrito
está”, y Satanás, por la autoridad de esos versículos, citados del Antiguo
Testamento, tuvo que huir. Citando el libro de Génesis, Jesús dijo a los
saduceos: “¿No habéis leído lo que Dios os ha dicho?”
El canon del Antiguo Testamento
El libro de Isaías es tan
legítimamente la palabra de Dios como cualquier otro libro del Nuevo
Testamento. Los judíos habían establecido un canon de Escrituras antes del
advenimiento de Cristo, y Cristo y Sus discípulos lo reconocieron y lo
recibieron. Al referirse a las Escrituras, Jesús tenía en mente una colección
de libros establecidos como manuscritos inspirados por Dios. Se trataba de 22
libros divididos, en aquellos días, en tres partes: La Ley de Moisés, los
Profetas y los Salmos. Posteriormente, estos 22 libros se dividieron en 39
partes, pero son exactamente los mismos; ni les falta nada, ni se les ha
añadido nada. A estos se refiere Pablo cuando dice a Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y
es útil para la enseñanza, para la refutación del error, para la corrección,
para la instrucción en la justicia” (2 Ti.3:16) y Pedro afirma: “Tenemos también la palabra profética, la
más segura… entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura
surge por iniciativa propia, porque la profecía nunca fue traída por voluntad
humana, sino que los hombres santos hablaron de parte de Dios siendo guiados
por el Espíritu Santo” (2 P.1:19-21).
Algunos han llamado a
Isaías, el Evangelio de Isaías, ya que
su libro tiene mucho que ver, no solamente con la salvación de Israel, sino
también con el mundo entero. Contiene profecías del nacimiento, el ministerio y
la muerte de Cristo, e incluso va más allá, profetizando acerca de la segunda
venida y el reinado de Cristo sobre la tierra, dando más detalles de ello que
cualquier otra parte de la Biblia… incluso que el Nuevo Testamento. Habla del
último resultado de la salvación. El nombre Isaías (Jeshiahu en hebreo) significa la
salvación del Señor o el Señor es
salvación, un nombre muy apropiado para el ministerio que tenía que llevar
a cabo.
Fue hijo de Amoz, pero no
sabemos nada en cuanto de su padre. Como profeta, no tenía que pertenecer a un
linaje concreto o tener un trasfondo especial, como en el caso de los
sacerdotes. Un profeta era llamado por el Dios soberano, sin importar su oficio
o trabajo. Sabemos también que Isaías era un hombre casado que tenía dos hijos,
con nombres simbólicos, dados por Dios: Sher-jashub y Maher-shalal-hash-baz. Profetizó
sobre Judá y Jerusalén, y a veces sobre Babilonia, Egipto, Tiro y otras
naciones alrededor. Fue consejero de reyes durante los reinados de Uzías,
Jotam, Acaz y Ezequías, por un periodo de más o menos 53 años, empezando en la
muerte de Uzías. Fue contemporáneo de Oseas y Miqueas. La tradición judaica supone que fue aserrado
en dos por Manasés (He.11:37).
El ministerio de Isaías
Antiguamente, los profetas eran
llamados videntes porque veían. En su libro habla de visiones que él vio.
Isaías no profetizó cronológicamente, ni intentó ordenar sus profecías según el
tema; en la profecía la revelación es progresiva, y otros hombres de Dios
clarificarían las cosas siempre más y más en el futuro.
En el tiempo de Isaías, Judá
sufrió un deterioro espiritual, empezando con el intento de Uzías de funcionar
como sacerdote. Su reinado duró 52 años (790-739 a.C.). Israel del norte se
unió con Siria, oponiéndose al reino del sur. Asiria llegó a ser una potencia
internacional bajo el reinado de Tiglat-pileser (745-727 a.C.) y llevó al
cautiverio a la gente más distinguida del reino norte de Israel. Jotam fue el
rey durante 750-739 a.C., tomando el control cuando su padre adquirió la lepra.
Acaz reinó desde 735-715 a.C. El buen reino de Ezequías fue entre 715-686 a.C.,
teniendo que enfrentar una oposición muy grave de parte de Asiria durante su
reinado. Por la intervención de Dios, Asiria fracasó en su intento de tomar
Jerusalén y nunca jamás amenazó a Judá.
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