1 Corintios 12
Capítulo 12
La verdad básica involucrada en los dones espirituales
1.
No quiero, hermanos, que
ignoréis acerca de los dones espirituales.
2.
Sabéis que cuando erais
gentiles, se os extraviaban llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos.
3.
Por tanto, os hago saber que
nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede
llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.
4.
Ahora bien, hay diversidad
de dones, pero el Espíritu es el mismo.
5.
Y hay diversidad de
ministerios, pero el Señor es el mismo.
6.
Y hay diversidad de
operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
7.
Pero a cada uno le es dada
la manifestación del Espíritu para provecho.
En el versículo 1, la palabra dones no
aparece en el griego original, dice, simplemente, espirituales. Nos ayudará a entender el tema ver algunos sinónimos de
esta palabra. Transcribo los siguientes del Diccionario Griego de Strong en
español: no-carnal, sobrenatural,
regenerado. Nuestro tema no es algo humano; es sobrenatural, perteneciente
a la naturaleza nueva, regenerada y espiritual. Sin embargo, en el versículo 4,
si tenemos la palabra dones en
griego, por eso, es correcto pensar y hablar de dones espirituales. Estos no tienen que ver con nuestro ser natural,
ni mental, lo que hemos poseído desde el nacimiento. Oswald Chambers comenta en
su libro, En Pos de lo Supremo, que los dones espirituales no son
accidentes de los genes recibidos de nuestros padres. En otras palabras, no son
talentos o capacidades naturales. Son otorgados directamente por Dios a la
persona regenerada.
Pablo nos conduce al estudio de los dones espirituales enfatizando una
verdad básica, en el versículo 3. Creo que esto nos ayudará a entender lo
básicos que son los dones también. Ya desde el principio, en Génesis 4:26,
tenemos a personas invocando el nombre del Señor: “Comenzaron los hombres a invocar el nombre del Señor” (LBLA), y en
12:8; Abram específicamente, “edificó
allí un altar al Señor, e invocó el nombre del Señor” (LBLA, El nombre Jehová
significa el Señor). Esto es muy
significativo, al comenzar la enseñanza de Pablo, saber que “nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por
el Espíritu Santo”. El hombre
natural no puede decirlo sinceramente porque tiene una naturaleza caída. La
declaración del señorío de Cristo es una obra del Espíritu Santo en el ser
humano.
Queremos que nuestra mente esté empapada de esta verdad y, para ello,
acudiremos a la Escritura del Nuevo Testamento. El apóstol Juan, en su primera
epístola, escribe la misma verdad que Pablo: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que
Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que
Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios” (1 Jn.4:2-3). Tenemos que discernir
los espíritus que se acercan a nuestra vida o a nuestras iglesias a través de
este principio espiritual. Cuando tratamos con personas poseídas por espíritus
malos, esto es una prueba para poder saber si uno está hablando con la persona
poseída o directamente con el espíritu que habla por medio de ella. Un demonio no confesará honestamente que Dios se hizo
hombre. Él sabe que es la verdad, pero no lo confesará ni dirá amén a esta verdad.
Confesar que Jesús es Señor es un acto básico en la salvación. Pablo dice,
en Romanos 10:9 y 13: “Si confesares con
tu boca que Jesús es el Señor… serás salvo… Porque todo aquel que invocare el
nombre del Señor, será salvo”. El
Espíritu Santo mora en cada cristiano y le guía: “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él… Porque todos
los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Ro.8:9,14).
Los dones del Espíritu están involucrados en esta verdad fundamental de la
salvación cristiana, ensalzan a Jesús como Señor, y son para los regenerados.
Los dones espirituales involucran a la trinidad, según los versículos del 4
al 6. La Escritura siempre presenta al Espíritu Santo como el que toma la
acción: en este caso, se mueve sobre las personas que manifiestan los dones
(v:4). El Señor Jesús dirige los diferentes ministerios (v:5, fíjate en
Ef.4:8-12), y el Dios Padre administra toda la obra (v:6). Después de describir
las operaciones de la trinidad, específicamente, la idea principal de los tres
versículos es demostrar que los dones son diversos y diferentes. Nos enseñan a estar
dispuestos a aceptar variedad de manifestaciones. Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo, es el Dios de infinita variedad.
Es el Espíritu quien nos da directamente estas manifestaciones; no son
cosas que podemos aprender. Cada manifestación del Espíritu es práctica y de
provecho. Él no obra para satisfacer la curiosidad, ni para premiar a los que
buscan el sensacionalismo. Cada miembro de la iglesia deber recibir dones
espirituales para el provecho del cuerpo. Debemos preguntarnos, referente al
versículo 7: ¿Necesitamos los miembros de la iglesia el beneficio recibido a
través de las manifestaciones del Espíritu, o cesó esta necesidad después del
tiempo de los apóstoles? Si ya no lo necesitamos, entonces, no hay ninguna
razón práctica para continuar con nuestro estudio. Si ya pasó esta necesidad, entonces,
solamente estudiaremos este capítulo como una lección histórica. Pero, antes de
que llegues a tal conclusión, recuerda que estamos en las Escrituras del Nuevo
Testamento, y Dios nos dio la Biblia para que sepamos vivir la vida cristiana.
Nueve dones específicos
8.
Porque a éste es dada por el
Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
9.
a otro, fe por el mismo
Espíritu; y a otro dones de sanidades por el mismo Espíritu.
10. A otro, el hacer milagros; a
otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros
de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
Desde el versículo 8 hasta el 10, tenemos una lista de nueve dones
espirituales. Ya que tienen diversas funciones, veremos brevemente cómo es cada
uno. En verdad, no podemos dar un
estudio comprensivo sobre ellos, porque ya hemos determinado que el Dios que
los provee es un Dios de infinita variedad. Al ver los primeros dos, la palabra
de sabiduría y la palabra de ciencia, es decir, conocimiento, nos damos cuenta de
que están restringidos a una palabra o a una
expresión. En otras palabras, no estamos hablando, en general, de la
sabiduría o el conocimiento, sino de una expresión de ellos. También te
recuerdo que no estamos hablando de los genes, ni de lo que hemos adquirido
naturalmente. Estamos tratando de demostraciones del Espíritu Santo sobre seres
humanos, como cuando el Espíritu vino sobre David o Sansón y les dio
capacidades sobrenaturales. Por eso, quiero enfatizar que no son cosas humanas,
sino dones espirituales y sobrenaturales que recibimos de la Fuente Divina.
Quizás, podamos decir que la
sabiduría es el conocimiento de forma activa. La palabra de sabiduría habla a un pueblo o arroja luz celestial sobre
una situación que requiere una acción. Muchas veces, al referirme a este don,
cuento la historia que mi amigo, Herman Williams, un nativo navajo, relataba. En
un momento en el que aumentó mucho el número de asistentes a la iglesia, él y
su congregación decidieron construir un nuevo edificio para reunirse, pero ninguno
entre ellos tenía experiencia en la construcción.
En un principio, no hubo problema en cavar, lo hicieron con un tamaño y
profundidad prácticos, pero, al terminar, tuvieron un pequeño dilema: ¿Cómo podían
extender el cemento para lograr tener un suelo bien nivelado? Una noche, debido
a una tormenta, cayó bastante lluvia. A la mañana siguiente, los miembros se congregaron
alrededor y observaron cómo el agua había cubierto todo el suelo. Entonces,
alguien recibió una palabra de sabiduría y
la expresó. ¿Por qué no marcar el perímetro donde llega el agua y echar el
cemento hasta llegar a la marca? Y así, poniendo la palabra en acción, pudieron
tener un suelo perfectamente nivelado. La Biblia nos da numerosos ejemplos de la palabra de sabiduría. La manera de
tumbar los muros de Jericó fue dada por una palabra de sabiduría. Elías y, aún
más, Eliseo, son dos fuentes que podemos estudiar para saber más sobre este don
(estoy pensando que sería un buen ejercicio meditar en las ocasiones en que la
Biblia ilustra estos dones).
Quiero acreditar un libro que leí hace muchos años, que me enseñó algo
sobre el próximo don. Su autor era un misionero, pero ya no me acuerdo ni de su
nombre ni del título del libro. El tema era acerca de los dones del Espíritu y
el autor decía que cada don era dado para apoyar a cada ministerio mencionado
en el capítulo 12. Atribuía el don de la
palabra de conocimiento al ministerio de enseñar. Esto nunca se me olvidó,
al contrario, adopté su punto de vista. La razón fue porque muchas veces, al
estar enseñando públicamente, una luz brillaba sobre un versículo o pensamiento
que jamás había visto antes, incluso después de haberlo estudiado por muchas
horas. Además, después de investigar bien el asunto, encontré que la idea era
sólida bíblicamente. Considero esta luz espontanea como el don de la palabra de conocimiento o ciencia (v:8).
Está muy claro, en toda la Biblia, que los escritores recibieron una luz
celestial para enseñarnos, aunque sus dones fueron especiales en el sentido de que
les fue dada una palabra perfecta e inerrante. Te recomiendo Hebreos, capítulo
7, como un tremendo ejemplo de cómo el Espíritu Santo les dio luz. Los maestros,
hoy en día, necesitan el apoyo de una iluminación sobrenatural para poder
exponer la palabra a los oyentes. Muchas
veces digo: “Si los escritores dieron la
palabra bajo la inspiración del Espíritu, nosotros solamente la entenderemos
bajo la inspiración del mismo Espíritu”.
El tercer don del Espíritu es fe. Esta
fe es aparte de la fe básica y general que necesitamos para ser salvos, y
también es diferente al camino de fe en el que anda cada cristiano. Es un
extraordinario don requerido para llevar a cabo una obra específica que Dios ha
ordenado. ¿Puede haber un ejemplo mejor que el del ministerio de George
Mueller? También pienso de la fe de David Wilkerson, cuando se condujo a la
ciudad de New York para formar parte del jurado en un juicio contra una banda
de jóvenes por un asesinato (por cierto, oí a Wilkerson decir que experimentó
más los dones del Espíritu en la calle, hablando con la gente perdida, que en
la iglesia). Piensa en las múltiples veces que, en las Escrituras, Dios dio fe en
el momento para necesidades específicas. ¡Cuánta falta nos hace este don entre
nosotros hoy!
El ministerio del Señor Jesús fue un ejemplo continuo de los dones de sanidad. Creo que al usar el
plural, dones de sanidad, se está
refiriendo a las diferentes maneras de sanar o a las diferentes enfermedades
que existen. Existe una necesidad de sanar, tanto lo que hay en el interior y
en la mente, como las enfermedades físicas. Solamente daré un sencillo ejemplo
de lo que pasó cuando mi padre y yo participamos juntos en una convención
misionera en el estado de Ohio, USA. Antes de una reunión, el coro estaba
ensayando en el sótano y, mientras una señora del coro preparaba un café, tiró
el agua hirviendo sobre su mano. Mi padre estaba a su lado e inmediatamente
tomó su mano y pidió sanidad al Señor. El resultado fue que no se quemó ni se
puso roja su piel. Oh, ¡cuánta falta hace la sanidad de todo tipo en el cuerpo
místico de Cristo! … y Dios tiene diversas maneras de administrarla.
Sigue el hacer milagros y, como
Pablo lo mencionó aparte de los dones de sanidad, creo que aquí se trata de
otros milagros, como los muchos que obró Jesús en los Evangelios: cambiar el
agua en vino, andar sobre el agua, hallar una moneda en la boca de un pez… todos
ellos demuestran los diferentes y diversos milagros que pueden ocurrir. La
protección divina y la provisión financiera pueden ser milagrosas también. Rees
Howells fue un intercesor al que el Señor usó en maneras extraordinarias y
milagrosas. Después de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill le escribió
dándole las gracias por su intercesión durante la última parte de la guerra.
Muchos reconocieron que una Mano Invisible protegió a Inglaterra y no permitió
que los nazis la invadieran.
De momento, no comentaré nada sobre la profecía, las lenguas ni la
interpretación de lenguas, sino que esperaré hasta que lleguemos al capítulo
14. Entonces, solamente tenemos que considerar un don más en esta porción, que
será el discernimiento de espíritus.
No está escribiendo sobre el discernimiento en general, sino sobre
discernimiento de espíritus, específicamente. El don distingue entre lo que es
una legítima manifestación espiritual y lo que no lo es. La causa de que haya
tanta confusión y error en la iglesia es por la falta de este don. Hay quienes intentan
evitar la entrada de cosas diabólicas a la iglesia por medio de normas y
restricciones, algo que sería totalmente innecesario si hubiera personas que pudieran
discernir la presencia de espíritus malignos. El problema de proteger por medio
de normas es que se destruye la libertad que es necesaria para que el Espíritu
de Dios obre. También, por medio de este don, el Espíritu puede avisar con
precisión de las tácticas y artimañas que el enemigo está usando para atacar a
la iglesia.
Debemos tener una expectativa de que Dios se mueva realmente entre
nosotros. Cristo es la cabeza de la iglesia y, siendo así, tenemos que darle
las riendas para que, por medio del Espíritu, dirija las funciones de la iglesia,
en general, y también tome la dirección en cada reunión de los creyentes.
Normalmente, debido a un programa bien planeado o a un tradicionalismo
practicado sobre los años, no se le da oportunidad para que lo haga. Hemos
llegado a justificar tal ritualismo
entre el cuerpo de creyentes que ignoramos lo que es el libre mover de Dios.
El cuerpo de
Cristo
11.
Pero todas estas cosas las hace
uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
12.
Porque así como el cuerpo es
uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo
muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
13.
Porque por un solo Espíritu
fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o
libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
14.
Además, el cuerpo no es un
solo miembro, sino muchos.
15.
Si dijere el pie: Porque no
soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
16.
Y si dijere la oreja: Porque
no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
17.
Si todo el cuerpo fuese ojo,
¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
18.
Mas ahora Dios ha colocado
los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.
19.
Porque si todos fueran un
solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20.
Pero ahora son muchos los
miembros, pero el cuerpo es uno solo.
21.
Ni el ojo puede decir a la
mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de
vosotros.
22.
Antes bien, los miembros del
cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios;
23.
y a aquellos del cuerpo que
nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en
nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.
24.
Porque los que en nosotros
son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más
abundante honor al que le faltaba,
25.
para que no haya
desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos
por los otros.
26.
De manera que si un miembro
padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra,
todos los miembros con él se gozan.
27.
Vosotros, pues, sois el
cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.
28.
Y a unos puso Dios en la
iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los
que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran,
los que tienen don de lenguas.
29.
¿Son todos apóstoles? ¿son
todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros?
30.
¿Tienen todos dones de
sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?
31.
Procurad, pues, los dones
mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.
En la iglesia primitiva era normal experimentar lo que Pablo describe en el
versículo 11: “Todas estas cosas las
hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él
quiere”. ¿Estamos acostumbrados a
ver en nuestros grupos y en nuestras reuniones que el Espíritu reparte Sus
dones entre los miembros? Por mi parte, creo que necesitamos mucho más de la
realidad de Dios entre nosotros. Pero, para que las cosas cambien, necesitamos despertar
a la verdad sobre nuestra falta y buscar a Dios en la oración. Tenemos que
pedir con gran anhelo Su dirección,
poniendo a un lado nuestros planes.
Intentaré ser lo más breve posible, para poder terminar este capítulo en un
solo artículo. En esta porción, Pablo compara la iglesia al cuerpo humano… un
cuerpo con muchos miembros. Cada parte es individual y tiene su papel
particular (v:12). Él demuestra dos cosas que debemos tomar en cuenta mientras
estudiamos: 1) El cuerpo es diverso, con muchos diferentes miembros y, sin
embargo, 2) todos comparten algunas cosas iguales. La iglesia es diversa en
cuanto a la raza y al rango social, pero el Espíritu Santo ha bautizado a todos
en este cuerpo, y todos toman de un solo Espíritu (v:13). Pablo menciona esta
verdad para tratar de nuevo con las divisiones que había en Corinto, dando
muchas razones de por qué son dañinas.
Supongo que la gran mayoría, en la iglesia evangélica, piensan en el hecho del
versículo 13 como el Bautismo del
Espíritu Santo. Yo creo que es un error pensar que se refiere a lo que ocurrió
en el día de Pentecostés. Tú mismo verás que, en este versículo, es el Espíritu Santo quien administra este
bautismo, pero, en Pentecostés, es Cristo
cumpliendo lo que Juan Bautista había profetizado. Fíjate en el elemento en
el cual ocurre el bautismo (que es una inmersión), según declaró Juan: “Ése es el que bautiza con (o en) el Espíritu Santo” (Jn.1:33), pero
aquí enseña Pablo, “por un solo Espíritu
fuimos todos bautizados en un cuerpo”.
Estos son dos bautismos, no uno solo. En el caso de Juan, el elemento en el que
somos bautizados es el Espíritu Santo,
y según Pablo, es en un cuerpo. Por
el contexto, verás claramente que Pablo está tratando con el cuerpo místico de
Jesucristo, que es la iglesia (vs:12-27). Resumiendo: Al creer en Cristo, el
Espíritu Santo entra en cada creyente y nace de nuevo. Al mismo tiempo, el
Espíritu Santo le bautiza en el elemento del cuerpo de Cristo y,
automáticamente, es un miembro de la iglesia.
En el cuerpo humano, vemos una gran diversidad de miembros, y lo mismo
debemos ver en la iglesia (vs:14,19,20). Pablo lo ilustra mencionando la mano,
la oreja, el ojo y la nariz (vs:15-17), y sabemos que hay muchos más. Si el
cuerpo natural requiere tantas funciones, ¿podemos esperar menos de la iglesia?
Sin embargo, la iglesia no es natural, de hecho, es de otro mundo y no podemos
compararla a ninguna otra cosa sobre la tierra. Es celestial y sobrenatural y,
por eso, requiere de dones, dados por el Espíritu Santo, para poder cumplir los
propósitos de Dios. Dios ha elegido y colocado los miembros, en el cuerpo de
Cristo, como Él quiso (v:18). La iglesia es, totalmente, una obra de Dios. Ninguno
que sea realmente un miembro puede ser excluido o despreciado. Todos son
necesarios y, de hecho, tenemos que aprender a pensar de esta manera: “Yo
necesito a mi hermano o hermana. No puedo funcionar sin él o ella”. Todos han
sido elegidos por Dios para Sus propósitos (v:21).
¿Existen miembros en el cuerpo más delicados que los órganos interiores?
Pablo habla de los miembros escondidos, débiles, pero más necesarios: “Los miembros del cuerpo que parecen más
débiles, son los más necesarios”. Existen en la iglesia, también, los que
no son visibles y necesitan la preocupación y protección de todo el cuerpo. Hay
miembros fuertes que no precisan de tanto cuidado, pero pueden invertir sus
fuerzas apoyando a los más débiles (v:24). Si Pablo pensaba que los invisibles
eran los guerreros de la oración, puedo entender bien la necesidad especial de cuidarles
(vs:22-23).
En el avivamiento en Pune, India, había un grupo de 700 personas que
pasaban muchas horas al día en oración. La misión a la que pertenecían eximió a
los más jóvenes de la obligación escolar, y a los mayores del programa laboral
(fue un sacrificio muy grande, ya que la misión no recibía ayudas de afuera,
sino que se autofinanciaban), para poder invertir todo su tiempo y energías
ante el trono de Dios. Lo más importante es que el cuerpo trabaje en armonía,
honrando y ayudándose el uno al otro (v:25).
En el versículo 26, Pablo nos dirige a tener “una mentalidad concentrada en
el cuerpo”. Todo el cuerpo reacciona al dolor de un miembro. Aunque el noventa
y nueve por ciento del cuerpo funcione bien, si nos duele una muela (por
ejemplo), la molestia puede ser tan intolerable que afecte a todo lo que hacemos.
Por otro lado, cuando un miembro, en el cuerpo de Cristo, es honrado, ¡que Dios
nos dé gracia para no ser envidiosos ni reflejar otras actitudes malas! Danos,
Señor, humildad para regocijarnos con ellos.
Somos miembros individuales de un cuerpo y Dios enfatiza, tanto los
esfuerzos unidos, como la importancia del individuo (v:27). Personalmente, yo
creo que tenemos que enfatizar, especialmente, la relación personal de cada uno
con Dios en estos tiempos. La iglesia no puede ser más fuerte que lo que es el
individuo.
En el versículo 28 tenemos un orden divino de los ministerios del Espíritu
Santo: En primer lugar, están los apóstoles, porque ellos son los que han
estado involucrados en formar la iglesia, inicialmente, dirigidos por el don de
la palabra de sabiduría. Los profetas son los que hablan en el nombre del
Señor, trayendo Su palabra desde Su trono a la tierra. Después, los maestros
establecen la doctrina en la iglesia y en las mentes y corazones de cada
creyente. Los siguientes son los que obran milagros, a los cuales la iglesia
necesita continuamente ya que, como he enfatizado mucho, es un organismo
sobrenatural; y los que sanan… que es la obra de restauración, restitución y
reconciliación, que suple también las necesidades emocionales, mentales y
físicas de los santos.
Los que ayudan están capacitados con el don de fe, porque las necesidades
de la iglesia van más allá de lo que el poder humano puede suplir. La parte
gubernamental de la iglesia necesita especialmente el don de discernimiento de
espíritus para impedir la entrada de influencias demoniacas. El Reino de Dios
es un gobierno, y su representante en la tierra es la iglesia, que administra
consolación, edificación y disciplina, unos a los otros, y es una luz ejemplar,
para el mundo, de cosas que no son halladas en ninguna otra parte. Finalmente,
el ministerio de lenguas, juntamente con el don de interpretación que lo
acompaña, son también para la edificación de la iglesia. Comentaremos mucho más
sobre ellos en el capítulo 14.
Viendo la lista de los ministerios esenciales de la iglesia, pienso que es
obvio que no haya un solo hombre que pueda hacerlo todo. No esperes que, por
pagar a un pastor, él puede involucrarse en nueve ministerios diferentes. Obviamente,
la respuesta a todas las preguntas de los versículos 29 y 30 es ¡que no! No existe ningún hombre que
pueda, sin importar su unción ni su caminar cercano con Dios. Una de las
razones por la que tenemos que experimentar un avivamiento en la iglesia, es
porque hace falta que los miembros “comunes” sean capacitados con dones
espirituales. Necesitamos rellenar todos los huecos que existen porque,
prácticamente, nos hemos acostumbrado a que un solo hombre, o pocos más, hagan
toda la obra del ministerio. Pero tendrá que ser gente de compasión, con
corazones ardientes y llenos del Espíritu Santo.
Tan básico como es el cuerpo de Cristo, así lo son los dones del Espíritu,
para que el cuerpo pueda funcionar. El último versículo nos dirige plenamente al
siguiente capítulo. ¡Atención! La actitud que tenemos que tener, respeto a los
dones del Espíritu, no es de tolerancia ni de permiso, ¡tienen que ser
procurados! O mejor aún, como es traducido en la Biblia de las Américas: “¡Desead ardientemente!” Solamente esta
actitud es la apropiada, pero para eso tenemos que tener una enseñanza
apropiada. ¿Cómo esperaremos que la iglesia desee ardientemente los dones del
Espíritu si estamos enseñando al pueblo que los dones cesaron después del
tiempo de los apóstoles?
Seguidamente, Pablo nos va a enseñar sobre un camino excelente. Quiero
enfatizar ahora, que no hablará de un don
más excelente, sino de un camino. Será
el camino de Dios, por el cual deben operarse los dones espirituales, ya que el
camino es igual de importante que el don.
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