Ayer, hoy y para siempre
(Un estudio expositivo del libro de Hebreos)
Capítulo 13
1. Permanezca el amor fraternal.
2. No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
3. Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.
4. Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a losfornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.
5. Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;
6. de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.
7. Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.
Consejos para cristianos de todas las épocas
El escritor llega al fin de su carta con algunos consejos. En primer lugar, los anima a seguir en el amor fraternal que, obviamente, ya existía en la iglesia hebrea cristiana (v:1). Existe una sola palabra griega para “amor fraternal” y es filadelfia. Sin ninguna duda, el amor es la fuerza motivadora tras todo lo que es cristiano, pero tiene que ser el amor cuyas raíces están en Dios mismo. El amor humano no cumple los propósitos de Dios, ni alcanza el nivel necesario para suplir las necesidades espirituales de Sus hijos. También existe un tipo de amistad íntima entre ellos como no la hay en toda la sociedad del mundo. Al cumplir con este mandamiento, no estamos lejos de la oración sumo-sacerdotal de Cristo, que deseó “que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos” (Jn.17:26).
En segundo lugar, los anima a ser hospitalarios con gente no conocida (v:2). Está claro que esta tiene que ser dirigida por el Espíritu Santo, con discernimiento, para evitar abusos y estafas. Sin embargo, los extranjeros son vulnerables fuera de su ambiente y es muy probable que necesiten ayuda. La Biblia nos da ejemplos de casos así. Por ejemplo, la historia de Lot y los dos ángeles (Gé.19:1-13). También vienen a mi mente algunas historias personales… Recuerdo haber encontrado a un joven americano en México, que estaba reparando su furgoneta Volkswagen a un lado de la calle. Le invité a nuestra casa y allí nos contó cómo había sido atropellado por un vehículo años atrás, quedando sus riñones destrozados y una condición física muy delicada. Él era creyente y se quedó con nosotros un par de días, mientras arreglaba su furgoneta. Bebía grandes cantidades de zumo de limón para mantener limpios sus riñones. No sé más de su historia, sólo recuerdo que fue una bendición para nosotros tenerle en casa.
Mi padre, a menudo, contaba la historia de algo que le pasó en Milwaukee, Wisconsin, poco después de haberse convertido a Cristo. Un día, un hombre llamó a la puerta y le enseñó un papel con una dirección garabateada. “No lo distingo”, dijo al hombre, pero la respuesta de mi padre a cualquier pequeño problema era la oración… “Pase, oraremos para que el Señor nos ayude”. Él creía que la oración debía hacerse de rodillas, así es que se arrodilló, y junto a él también lo hizo el visitante. Entonces, otra vez, mi padre miró el papel y admitió: “No, no lo puedo leer”. El hombre miró al rostro de mi padre y declaró: “La dirección era de esta casa”. Mi padre cerró la puerta tras el hombre y se fue a la ventana para observar cómo se alejaba, pero no pudo ver a ninguna persona en el porche, ni andando por la acera frente a la casa. ¡Había desaparecido!... enseguida Hebreos 13:2 invadió la mente de mi padre: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”.
Muchas veces he enseñado que nuestras casas deben ser “centros de evangelismo”, donde los incrédulos puedan sentirse bienvenidos y haya oportunidad para compartir el evangelio con ellos. La esposa de un comandante del ejército americano a menudo visitaba nuestra casa en Alemania y poco tiempo después se rindió al Señor. Después testificó: “Siempre tenía la impresión de que Alguien estaba en aquella casa, además de la gente que vivía en ella”. Aquí en España, hubo una ocasión cuando una persona con su equipo de televisión entró en nuestra casa y después de dos horas de entrevista, comentó: “Siento paz en esta casa. ¿Me lo puede explicar?”
La prisión es un buen campo misionero, donde los corazones muchas veces están abiertos para recibir el evangelio. Uno puede distinguir un aliento de amor especial entre los prisioneros que han tenido un encuentro con Jesús. En una ocasión, estando con nuestro hijo Daniel, tuvimos una reunión con creyentes en una prisión en Vermont, USA, y tuve el privilegio de compartir con ellos. El amor cristiano es inmediato y sobrenatural. Después de mi mensaje, dije en broma: "¡Ojalá pudiera quedarme con vosotros!… aunque preferiría que fuese en otro marco”… nos reímos juntos.
Como vimos anteriormente, estos cristianos hebreos todavía no habían llegado a derramar sangre por su testimonio, pero, aparentemente, conocían a cristianos encadenados, perseguidos por causa del evangelio. Veremos después que Timoteo estaba encarcelado. Ellos debían guardarles en sus pensamientos y orar por ellos. Con el tiempo, el sufrimiento físico nos llega a todos, así es que mientras estemos bien de salud, tenemos que llevar las cargas de los enfermos, los perseguidos y los encarcelados (v:3).
Estoy muy consciente de que el cristiano no se involucra en buenas obras porque cree que así gana prestigió delante del Señor. Hay cierto egoísmo en los que, como los fariseos, piensan que serán recompensados por ayudar a los menos afortunados. Hay muy buenos humanitarios entre los incrédulos. Pero los cristianos entienden que el Señor les enviará personas porque sabe que ellos pueden ayudarles. También les puede enviar a ellos para ayudar a personas necesitadas. Debemos saber dos cosas sobre este tema: 1) Para ayudar en verdad a la gente, tenemos que recibir el poder y la sabiduría del Espíritu Santo. 2) Las necesidades espirituales son mucho más importantes que las físicas y financieras. Santiago nos dio dos ejemplos para seguir por sus obras: Abraham y Rahab, y hacemos bien si meditamos en ellos.
Nunca había oído a un político sugerir que el pecado pudiera ser la causa de los problemas de una nación, hasta que leí un artículo del ex-vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence. Dijo que el adulterio era la causa de una sociedad inestable, ya que cuando un marido o una esposa es infiel, a menudo termina en divorcio. Como resultado, los hijos se crían en un hogar roto, y las estadísticas demuestran que están predispuestos a tener relaciones complicadas con otras personas. Fácilmente empiezan a delinquir, afectando a su entorno y sociedad en general. El hogar es el fundamento de toda la sociedad, pero esto es verdad, especialmente, entre los cristianos. El marido y la esposa son las columnas de la casa. “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla”, dice el escritor. Los fornicarios y adúlteros, no solamente traen ruina a su propia casa, sino que además les espera el juicio de Dios (v:4).
En Cristo, la motivación supera a las obras. El por qué es más importante que lo que uno hace o no hace. Una motivación de codicia puede estar detrás de todas las obras mencionadas en los primeros cuatro versículos. Sabemos que hay líderes de organizaciones humanitarias que reciben salarios exorbitantes, lo cual parece ser muy contradictorio al servicio que pretenden dar ¿no es así? Otros, pueden sacrificar mucho de su tiempo y sus bienes porque ansían ser alabados y reconocidos por otras personas. En cada caso, la codicia tiene que ser tratada y erradicada del servicio cristiano. El remedio es estar contentos con nuestra posición, especialmente cuando esta no es reconocida públicamente, y también contentos con el salario. Pablo instruyó a su joven colega, Timoteo: “La piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos” (1 Ti.6:6-8).
Ahora, la respuesta a la codicia nos puede sorprender un poco: “Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (v:5). La codicia, igual que el descontento, tienen sus raíces en una falta de fe, no confiando en el Señor. Es el resultado de la inseguridad. El codicioso puede pensar: “Tengo que cuidarme… Tengo que amontonar dinero o posesiones por si acaso me llega una calamidad”. Duda de la promesa hecha por Dios en cuanto a cuidar de él y su familia, y busca la seguridad que le ofrece el mundo.
La confesión del creyente se encuentra en el versículo 6: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (citado de Salmos 118:6). Confía en la promesa, mantén una íntima relación con el Ayudador, y entonces el temor y la incredulidad no te impulsarán a buscar la seguridad del mundo. Pablo declara esta garantía cuando somos atacados: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?” (Ro.8:31-32). En medio de los ataques del enemigo, Dios suplirá para aquellos que confían en Él. El cristiano no tiene por qué ser codicioso; si tiene al Señor, tiene la fuente de todo lo que hay.Fíjate que no solamente menciono los mandamientos dados en este capítulo, sino que quiero que veamos la importancia de no malinterpretarlos o hacerlos con motivos impuros. A veces hace más daño no entender bien la Escritura, que ignorarla. De verdad, así es el caso, hablando del liderazgo.
Es cierto que los miembros de una iglesia tienen la responsabilidad de seguir la fe de los que les han entregado la palabra de Dios. La fe no debe deteriorarse con el pasar de las generaciones. Pero, ¿qué sucede si el pastor no les ha dado este ejemplo o si el ejemplo ha sido muy defectuoso? El escritor asume que, para que el rebaño les siga, los pastores han dado un ejemplo extraordinario de su fe en el evangelio y en el señorío de Cristo. El pueblo tiene que ver el fruto de su fe, es decir, “el resultado de su conducta” (v:7). El versículo indica también que los líderes de la iglesia deben ser evangelistas; su congregación debe estar compuesta de conversos a quien ellos han predicado el evangelio.
8. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
9. No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas.
10. Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo.
11. Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento.
12. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
13. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio;
14. porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.
15. Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
Fuera del campamento
En el versículo 8, tenemos el fundamento
absoluto de la fe que todos debemos seguir: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Me gusta una canción que cantan en la iglesia donde nuestro hijo es pastor, que
cuenta ejemplos de cómo el Señor fue fiel ayer y por eso sigue siendo fiel
ahora. Tampoco tenemos por qué temer el futuro, especialmente los eventos de
los últimos tiempos, porque como conocemos que es Jesús ahora, así será todo el
tiempo. La doctrina de esta carta enseña que Jesucristo es el Dios inmutable,
co-igual con el Padre. Por eso, Él es el mismo que fue presentado en los
Evangelios y Su palabra también es inmutable. Lo que hizo entonces, lo hará
ahora; lo que enseñó entonces, todavía es la verdad ahora.
Así, podemos unir el versículo 9 con el 8. Porque Jesucristo no cambia, “no os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas.” Hasta que Él regrese y por toda la eternidad, la doctrina cristiana no cambiará. Ten cuidado de las nuevas enseñanzas; los apóstoles pusieron un fundamento firme de la verdad doctrinal. Si nuestros maestros no nos han dado este fundamento, entonces nosotros mismos tenemos que volver a los caminos antiguos de la Escritura (Jer.6:16). Esta declaración de John Wesley ha quedado para siempre conmigo: La nueva doctrina es falsa doctrina. La nueva revelación y enseñanza, basadas en los sueños y las visiones no son confiables. ¡Huye de ellos! Nadie tiene el derecho de una interpretación personal de la verdad bíblica.
“Buena cosa es afirmar el corazón con la gracia…” ¡Oh, qué maravilloso consejo! La gracia es la esencia de la salvación, la vida cristiana y la verdad bíblica. Ten cuidado de los que ponen demasiado énfasis en el servir y en las obras… con dichos como: “¡Ánimo, sigue luchando!”, etc. El evangelio enfatiza lo que Dios ha hecho por nosotros, no en lo que nosotros tenemos que hacer para Dios… eso es la gracia y eso es lo que hay que enseñar. El corazón del creyente tiene que estar establecido en la gracia.
Las doctrinas sobre las “viandas”, es decir, los alimentos, han sido demasiado propagadas en nuestros días. Encontrarás que son una fortaleza entre las sectas. Huye de ellos también, porque no alimentan el hombre interior. Oh, amigo creyente, memoriza los siguientes versículos y afírmate en ellos: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef.2:8-9). Y que no pases por alto la actitud de Dios para nosotros en el versículo 7… “Las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros”.
Nuestro altar es la cruz; los de la religión anterior a los hebreos cristianos no podían participar de ella (v:10), ni puede hacerlo cualquier religioso. En Levítico aprendemos que nadie podía comer del sacrificio hecho para el pecado, pero el creyente sí, puede comer la carne de Cristo y beber Su sangre (Jn.6:53). La cruz es el tema central del evangelio… ¡Que nunca nos alejemos de ella! También es la doctrina fundamental. No podemos vivir el evangelio aparte de la cruz que provee la vida al alma y al espíritu, y es el camino para el cristiano. Es la fuerza en la debilidad y la sabiduría de los insensatos.
Los símbolos hebreos apuntaban hacia la realidad evangélica. En la ofrenda para el pecado, la sangre de los animales era introducida en el santuario y la carne era quemada fuera del campamento (v:11). La sangre de Jesús fue aceptada en el Lugar Santísimo, en la presencia de la incomparable santidad del Padre. Jesús sufrió, no solamente fuera de Jerusalén, sino fuera de la religión y pensamiento de los judíos. El Padre le acepta y el mundo le rechaza (v:12).
No estés con aquellos que quieren mantener las cosas como eran antes. Nosotros estamos con Él, fuera del campamento, extranjeros y peregrinos, rechazados y aborrecidos por el mundo, pero amados por el Padre (v:13). ¡Sal a Él; que nada ni nadie te detengan! Como Moisés, elegimos el vituperio de Cristo sobre las ventajas del mundo. No sólo Moisés tenía que hacer esta decisión, sino todo el cuerpo de creyentes, en general. Como Abraham, Isaac y Jacob, no tenemos aquí ciudad permanente; es algo que todo creyente tiene que saber y vivir de forma práctica (v:14). ¿Cómo puede ser que los que pretenden seguir la fe de Abraham, no sigan el ejemplo de su estilo de vida? Algunos tienen dos o tres casas… incluso más… y estas valen millones de dólares.
En el versículo 15, la alabanza es definida como “fruto de labios”; la adoración es distinta. La adoración no requiere palabras, es una expresión del corazón. Va acompañada de lo que más le cuesta al adorador, y la posición apropiada, físicamente, es estar postrado. También, la alabanza fluye de nuestros labios hacia Dios, fruto de la tremenda gratitud que sentimos por todas las dádivas de Su amor. Pienso que valdría la pena tomar tiempo para compartir una canción, traducida de inglés, por Steve Green (hijo de un misionero que también canta en español). Mientras escribía, me ha venido al pensamiento:
Roto y Vertido
Un día, una aldeana sencilla, impulsada por amor a su Señor,
Imprudentemente, derramó una esencia valiosa, sin escatimar el precio.
El frasco roto y el perfume vertido, una fragancia llenó la casa
Como un prisionero librado de la cárcel, como un espíritu vuelto de la tumba.
Roto y vertido, por amor a Ti, Jesús
El más valioso tesoro, prodigado sobre Ti
Roto y vertido, y derramado a Tus pies,
Con un abandono dulce, déjame ser apartado
De todo para Ti.
Señor, Tú fuiste el tesoro único de Dios, Su amado y perfecto Hijo,
Enviado aquí para mostrarnos el amor del Padre, el motivo sólo fue el amor;
Aunque eras santo y perfecto, te entregaste voluntariamente,
No escatimaste en gastos para mi perdón, perdiste Tu vida por mí.
Roto y vertido, por amor a mí, Jesús
El tesoro más valioso de Dios, prodigado sobre mí.
Roto y vertido, puesto delante de mí
Señor, Tú único propósito fue salvarme a mí.
16. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.
17. Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
18. Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo.
19. Y más os ruego que lo hagáis así, para que yo os sea restituido más pronto.
20. Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,
21. os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
22. Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente.
23. Sabed que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con el cual, si viniere pronto, iré a veros.
24. Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los santos. Los de Italia os saludan.
25. La gracia sea con todos vosotros. Amén.
Más consejos, una bendición y saludos
Aquí tenemos la suma de lo que nos enseñó el escritor en los primeros versículos del capítulo. Dios se agrada con una actitud dispuesta y no egoísta, que es el fruto de la nueva naturaleza, no esperado de la naturaleza caída de Adán. Como comenté antes, las buenas obras tienen que ser dirigidas y llevadas a cabo por medio del Espíritu Santo, sin la intervención del ego. ¿Qué mejor ejemplo que el de Abraham, ofreciendo a su único y amado hijo? Solamente puede haber una explicación para tal obediencia, y es que él amó a Dios más que a su hijo. Rahab arriesgó su vida protegiendo a los espías israelitas, aprovechando la oportunidad que Dios le dio de servir a Sus propósitos. Leemos la historia de Abraham y la obra de Dios en él, pero, hay que saber, que Dios también había estado obrando en la vida de Rahab durante mucho tiempo (v:16).
El escritor insiste en lo necesaria que es la obediencia y la sumisión a los que velan por las almas de los creyentes. La congregación, voluntariamente, ofrece este servicio como respuesta a los líderes, quienes aman a las personas y las almas del pueblo al que sirven. El ambiente es de gozo (v:17). La clave está en la actitud de los pastores que andan de acuerdo con la exhortación de Pedro: “Ruego a los ancianos que están entre vosotros… Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P.5:1-4). A los que cumplen con estos principios no les faltará el amor y lealtad de su pueblo, en cambio, los que no los cumplen, no deben esperar ninguna sumisión de parte de ellos.
La actividad más excelente de la iglesia es la oración, y el escritor reconoce su propia necesidad (v:18). Él creía poder esperar esto de la iglesia hebrea, porque tenía la conciencia libre por haber servido honradamente, tanto a Dios como a ellos. Específicamente, pide que dirijan sus oraciones hacia la posibilidad de poder visitarles (v:19). Esto sí, acontecerá como resultado de sus oraciones.
Él pronuncia una bendición sobre ellos desde el Dios de paz… la paz es Su atributo desde la eternidad hasta la eternidad. Podemos esperar, entonces, que la paz prevalecerá sobre las guerras y contenciones. Sucederá en el reinado de Cristo de mil años y por toda la eternidad. La resurrección de Cristo demostró Su poder; Él conquistó a la muerte y Él es las primicias de los que duermen. La resurrección es la última prueba de todo lo que Cristo logró en la cruz. Él triunfa sobre la muerte y sobre todo lo demás.
En un maravilloso discurso, en el capítulo 10 de Juan, Jesús dijo: “Yo soy el buen Pastor”. Observa el artículo definido el… no dijo un buen Pastor, sino el único Pastor, el del Salmo 23. Isaías alcanzó una de sus cimas poéticas, al profetizar: “Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas” (Is.40:11). ¡Qué grandísimo consuelo sentimos al entender que somos parte de Su rebaño! Nuestro escritor inspirado le llama el gran Pastor, y nosotros podemos añadir esta frase al fruto de nuestros labios. Su cuidado por nosotros no acabará cuando lleguemos al cielo: “Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Ap.7:17). Él es y será el buen Pastor por toda la eternidad.
La sangre del pacto eterno fue la preciosa sangre de vida dada generosamente para cubrir todos nuestros pecados. “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mt.26:28). El nuevo pacto está establecido en el cielo y permanece eternamente. ¿Podemos imaginar una bendición más sublime que esta? (v:20). Para nosotros debe ser una inspiración y motivación para servirle con amor.Una vez más, quiero enfatizar que las buenas obras no son esfuerzos humanos para ganar la aprobación celestial. Aquí, en el versículo 21, lo dice: “Haciendo él en vosotros…”. Léelo cuidadosamente también en Efesios 2:10: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano…” Las obras son preparadas en el cielo como una parte integra e inseparable de la nueva creación. Son designadas para el caminar cristiano… “para que anduviésemos en ellas”. No hay nada terrenal en ellas y no tienen su origen en la voluntad del hombre. Vienen a nosotros y andamos en ellas; son sobrenaturalmente naturales. Estas, y solamente estas, son agradables delante de Él y nos han sido otorgadas por medio de Jesucristo. Le dan gloria a Él, porque Él es la fuente y Su persona se manifiesta por medio de ellas. Los esfuerzos humanos nunca son suficientes, por eso Dios nos tiene que capacitar desde el cielo. Seguramente, incluido en las buenas obras están los dones del Espíritu, los cuales operan a través de la iglesia para su edificación y hacia la conversión milagrosa de los perdidos (v:21).
El escritor ruega, personalmente a los santos hebreos, aceptar las enseñanzas de su carta. En primer lugar, porque son inspiradas por una Persona de la Trinidad… por Dios mismo. Y después, porque la aceptación o el rechazo tendrán consecuencias eternas, ya que se trata de asuntos de vida y muerte eternas. Su alma está íntegramente unida a su enseñanza (v:23)
Si el escritor es o no Pablo, sí conoce a Timoteo, y es el que nos da la última información de él en el Nuevo Testamento. Timoteo ha estado en prisión y ha sido librado recientemente. Visitará junto al escritor a la iglesia hebrea (v:23). Seguramente, el consejo que Pablo dio a Timoteo sobre ser valiente en un espíritu de poder, amor y dominio propio, le hizo bien (2 Ti.1:7).
La carta ha sido escrita a la membresía común de la iglesia. Las Escrituras no son solamente para los líderes, sino también para las casadas (Ef.5:22), para los hijitos (1 Jn.2:18), para los jóvenes (1 P.5:5), comenta Jamieson-Fausset-Brown. Él cree que fue escrita principalmente para los hebreos en Jerusalén. Así, por medio de esta iglesia, el escritor manda saludos a todos los líderes de las iglesias por toda Judea.
Aunque él no hizo los típicos saludos al principiar la carta, lo hace al terminar. Hasta ahora, sabemos que les escribe desde Italia y les manda saludos, no solamente de parte de los de Roma, sino de los de Italia, en general (v:24). Su deseo para ellos incluye la gran virtud cristiana… la gracia. No existe un deseo más noble para nuestros compañeros en la fe, que reciban gracia – gracia sobre gracia (v:25).
Concluyo el estudio de Hebreos con un himno de 1910 por Julia Johnston, traducido de inglés:
Gracia mayor que nuestros pecados
(Estribillo) Gracia, gracia, la gracia de Dios,
Gracia que perdona y limpia por dentro;
Gracia, gracia, la gracia de Dios,
Gracia que es mayor que todos nuestros pecados.
1. Maravillosa gracia la de nuestro amado Señor,
Gracia que excede nuestro pecado y nuestra culpa;
Allí en el monte Calvario derramada,
Allí donde la sangre del Cordero fue vertida.
2. Pecado y desesperación como las frías olas del mar,
Amenazan el alma con pérdida infinita;
Gracia que es mayor, sí, gracia incontable,
Apunta al refugio, la poderosa Cruz.
3. Negra es la mancha que no podemos esconder,
¿Qué podrá ser útil para lavarla?
¡Mirad!, está fluyendo una ola carmesí,
Más blanco que la nieve puedes tú ser hoy.
4. Gracia maravillosa, infinita, incomparable,
Regalada libremente a todos los que creen;
Vosotros que anheláis ver Su rostro,
¿No quisierais en este momento recibir Su gracia?
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