Katia
Katia en estos días |
Dios mueve el cielo y la tierra para socorrer a sus hijos.
Raquel: Quise actualizar el caso de Katia. La dieron de alta esta mañana temprano. Dos enfermeras ofrecieron sus vehículos a Tom para volver a casa. Desafortunadamente, quisieron que los devolviéramos (es broma). Pero decidimos que sería más fácil ir nosotros mismos y conducir con mucho cuidado. Agradezco al Sheriff Wayne Beckman, por ofrecerse para llevarme a Fargo. Llegamos a las 4 de la madrugada y Katia estaba en los brazos de la enfermera con una sonrisa tremenda. No derramó ni una lágrima, ni se quejó durante toda la experiencia. No podemos enumerar los comentarios que hubo sobre su buen comportamiento. Estamos agradecidos que no fuera algo traumático para ella. Llegamos a casa a las seis y nos fuimos todos a la cama hasta las nueve. ¡Creo que hoy me iré temprano a dormir! Gracias por todas las oraciones, apoyo y llamadas (Tom y yo hablábamos de que estuvimos la mayor parte del día con el teléfono en la mano). Lo apreciamos mucho más de lo que podemos expresar.
Raquel Ehmer
Martes, 16 de abril, 2013
Una pila tragada
Ha sido una primavera fuera de lo normal; fría, con nieve, ventiscas y mucho hielo. Había puesto carne en el horno para asar, y Jessica iba a preparar una ensalada. Todavía faltaba hacer la bola de patata y me estaba lavando las manos en el lavabo del baño. Eran como las seis de la tarde. Tom acababa de llegar a casa e íbamos a comer cuando llegase Rebecca de su trabajo. Tom hablaba de la cantidad de hielo que había en la carretera y de que estaba nevando.
En ese momento vino Katia corriendo hacia mí, llena de pánico, y vi que se estaba ahogando. La levanté, la di varios golpes en la espalda y entonces pudo tragar y empezó a respirar. Imaginé que se había atragantado con los cereales que le había dado para que aguantase hasta la cena, pero me dijo que era una pila, que todavía estaba trabada en su garganta y que la dolía. Normalmente llevo a los niños a nuestro doctor en Grand Forks (100 km) para las citas, pero si pasa algo después de las horas de programación, entonces vamos a Cooperstown, porque está más cerca. Pero en lugar de esto llamé a Mayville pensando, y no sé porque, que si teníamos que ir a un hospital más grande, estaríamos más cerca a Fargo.
La mujer que contestó mi llamada me preguntó si había intentado darla algo de beber. La dije que no estaba segura de si debía hacerlo, tratándose de una pila. Ella fue a consultar al doctor y nos dijo que teníamos que acudir rápidamente. Hasta entonces, no sabíamos lo serio que era el caso y esperábamos (ya que la condición de la carretera era terrible) que nos dijera que estaría bien que la controláramos en casa. Les dije a los niños que podían comer, y nosotros emprendimos el viaje al hospital en Mayville.
Claro, tardamos más de lo normal por la mala condición de las carreteras. Katia nos dijo que la pila ya no estaba trabada, y probablemente eso no era tan bueno, ya que iba hacia su sistema digestivo. Tori Archer estaba en el hospital; fue una gran sorpresa ver a alguien que conocíamos. Eso nos hizo sentir un poco mejor. Nos preguntó que tipo de pila era y yo lo sabía porque la había visto sobre la encimera. Era como una moneda de 5 céntimos. Llamamos a los niños a casa y nos dieron el número de otra pila de litio, que era igual a la que había tragado Katia. La hicieron una radiografía y la pila se veía claramente cerca del estómago.
Esperamos mientras llamaron a Fargo para saber qué hacer. La pila tenía que ser extraída rápidamente, ya que cuando se humedece emite corrientes eléctricas. Una vez en el estómago, reacciona a los ácidos, y empieza a quemarlo. No podía estar más de dos horas y media en su cuerpo.
En fin, nos dijeron que en Dakota Norte no había un cirujano pediátrico que pudiese operar y que tendría que volar por “Life Flight” a Sioux Falls, Dakota Sur. Esto fue un shock para nosotros, y sólo uno de los dos podía acompañarla. Fue difícil tomar la decisión, ya que las condiciones meteorológicas en Sioux Falls eran peores que en nuestra región. Las escuelas habían estado cerradas durante dos días debido al hielo en las carreteras, y sabíamos que si Katia era operada allí, no podría volver a casa en unos cuantos días. Quien no viajara con ella, posiblemente no podría llegar hasta allí conduciendo, debido a las condiciones del tiempo. Preguntamos a Katia que quien prefería que fuera con ella, porque Tom y yo no podíamos tomar tal decisión. Los dos pensamos que me elegiría a mí, porque normalmente quiere ir con mamá. Nos sorprendimos cuando ella señaló a Tom y dijo que quería ir con papá. Tomamos esto como la respuesta correcta y empezamos hacer planes.
El personal había llamado a un paramédico (aunque no trabaja allí, sino en Fargo) llamado Stefan, que era de Alemania, para que Tom (también Alemán) estuviera con alguien con quien tuviese “algo en común”; ellos se llevaron muy bien desde el primer momento. Sujetaron a Katia en la camilla para llevarla al aeropuerto de Fargo (como a 70 km), y la metieron en la ambulancia. Mientras ella decía adiós con la mano, yo luchaba por controlar las lágrimas, orando para no llorar y no asustarla, ya que ella estaba contenta y portándose muy valientemente.
Nevaba más cuando Tom me acompañó a la furgoneta. El marcador de la gasolina indicaba que el depósito estaba vacío, entonces uno del personal se ofreció a llevarla a la gasolinera para que Tom no tuviera que dejar a Katia sola y yo no tuviera que luchar con la silla de ruedas y el mal tiempo. En lugar de 20 minutos, tardé una hora en llegar a casa. Estaba nevando mucho cuando llegué, y los niños estaban preocupados. Ellos colgaron la noticia en Facebook, contactaron con la familia y el Pastor Mark para que orasen.
Ambulancia lenta a Fargo
Katia y sus hermanas/o en 2013 |
El doctor quiso ser honesto y explicó a Tom que estaba nervioso, ya que él normalmente no trata a niños. Habló de todos los riesgos posibles y Tom tuvo que firmar un montón de papeles. Explicó también que antes de operar intentarían localizar la pila, introduciendo una cámara por la boca y la garganta hasta llegar al estómago. Pero al haber pasado cinco horas con la pila dentro, no aseguraban poder quitarla de esta forma, y tendrían que operar. El cirujano, allí presente, tendría que abrir el estómago para extraer la pila. Así es que se prepararon para entrar en el quirófano. Dijeron a Katia que se despidiera de su papá. Ella sonrió y dijo adiós con la mano, pero Tom todavía no quería separarse y pidió permiso para entrar con ella hasta que estuviese anestesiada. Estuvieron de acuerdo, y él tuvo que ponerse una mascarilla y el atuendo necesario para entrar con ellos en la sala.
Katia estaba muy tranquila, incluso viendo aquellos rostros con las mascarillas puestas y las luces brillantes (todos hablaban de la calma que mantuvo en todo el tiempo). Cuando ya estaba dormida, Tom se fue a esperar y a orar. En 20 minutos, más o menos, el doctor volvió y dijo que había podido quitar la pila. Solamente tenía algo de irritación y no había por qué preocuparse. ¡La cirugía, finalmente, no fue necesaria! Yo había preguntado a Katia, cuando estábamos en Mayville, si había comido sus cereales, y dijo que no, porque se la había olvidado… en el caso de una niña pequeña quiere decir que se distrajo con sus juguetes. Esto ayudó, ya que al estar su estómago vacío hizo más fácil localizar la pila.
Llevaron a Katia a la sala de reanimación hasta que se despertó. Allí Tom se sorprendió al ver otro rostro conocido. ¡Era la esposa de un amigo suyo! Se rieron por la coincidencia, y ella le explicó que normalmente no trabajaba de noche, pero que ese día estaba supliendo a otra persona. Cuando Katia despertó de la anestesia, informaron de que su salud era excelente y que podían darla de alta en cuanto comiera algo, y no esperar hasta la mañana, como era el plan.
Tom empezaba a pensar en cómo volver a casa. La esposa de su amigo le ofreció llevarles, si podía esperar hasta terminar su turno a las siete de la mañana. Entonces llevaron a Katia a su habitación y Tom intentó despertarla para comer. Fue difícil, pero al final se despertó y comió. La enfermera fue muy amable y buena con Katia. También ella dijo a Tom que él podría usar su vehículo para ir a casa (100 km) y devolverlo a las 10:30, que era cuando ella terminaba su turno. A su vez, el Sheriff Beckman en Finley, se ofreció para llevarme a Fargo también. ¡Qué gente tan amable! Pero ya que todos en casa estaban desvelados y los niños me rogaban que les llevara conmigo a ver a Katia, decidimos conducir despacio y con cuidado nosotros mismos.
Salimos
después de la una de la mañana, y Jessica y yo nos turnamos para conducir. Me
costaba mantenerme despierta. Llegamos al hospital como a las cuatro. La nieve
caía constantemente y la carretera estaba muy resbaladiza, pero llegamos bien y
Katia estaba despierta y sonriendo. Tom dijo que lo más asombroso de todo fue
la tranquilidad de Katia durante todo el transcurso, y también cómo estaban
presentes todas las personas correctas que hicieron falta para ayudarnos. Dios
puso en nuestro camino a la gente que tenía que atendernos. Al ir a la cama a
las seis, hablamos de que había sido una noche muy difícil, sí, pero también
llena de oración, milagros, y la paz y la presencia de Dios. Como, en lugar de
tener a Katia en Sioux Falls, separada de nosotros por cientos de kilómetros de
mala carretera, recuperándose de una cirugía de estómago y con daños causados
por el ácido de la pila, estaba durmiendo en su propia cama, feliz y sin dolor.
¡Esto es el poder de la oración dirigida a un Dios asombroso!
El nacimiento de Katia en 2009
Entonces recordé que desde el principio Katia había sido una niña milagrosa. Hacía cuatro años, en la ecografía de las 21 semanas, descubrieron un bebé enfermo, con un gran agujero en el corazón y pies equinovaros, que indicaban un síndrome. El agujero era tan grande que primeramente pensaban que su corazón solo tenía tres partes en lugar de cuatro. Nos mandaron a Minneapolis para hacer un ecocardiograma que confirmó la prueba anterior y otra ecografía que demostraba también los pies equinovaros.
Decidieron que Katia debía nacer en Minneapolis, donde estaría un pediatra especialista del corazón. Nos dijeron que, cuando eran agujeros más pequeños, a veces se cerraban antes del nacimiento, pero que lo que Katia tenía era muy grande y requeriría cirugía. Supusieron que nacería de color morado, que sería necesario ponerla oxígeno inmediatamente, y que un equipo NICU (unidad neo-natal de cuidados intensivos), entrenado en esa especialidad, la trasladaría urgentemente al departamento NICU después de nacer. Así que Katia nació según este plan, en Minneapolis, con el especialista presente, el equipo de NICU y los que atendían el parto. La sala de partos estaba repleta, pero el parto fue rápido, y en menos de una hora nació Katia, con un color normal y sano, y sin los pies torcidos. Incluso pudo quedarse conmigo en mi habitación. Todos estaban asombrados y hablando acerca del bebé tan sano. Jamás llegó a NICU. Después, al hacer un ecocardiograma, comprobaron que no había agujero. ¡Se había cerrado! Nos fuimos a casa el siguiente día.
Katia y su doctor |
Más tarde la llevé a Grand Forks para una cita médica con el Dr. Brown, quien es también el alcalde de la ciudad. Él levantó a Katia en sus brazos y se fue de su despacho. Yo le oí llamar a todo su personal para que viniesen a ver a mi bebé. Él les dijo: “A veces habéis escuchado acerca de milagros, pero raras veces podéis ver uno. ¡Esta niña, Katia, es un verdadero milagro!
El 22 de Julio, 2020, Katia cumplió 12 años y Raquel escribió lo siguiente: ¡¡¡Feliz cumple, Katia!!! Hace 12 años nos enviaron a un hospital en Minneapolis para dar la bienvenida a Katia Anna. Fue un tiempo muy emocionante pero a la vez temeroso, sabiendo que iba a nacer una nena muy enferma que tuviera que ser operada inmediatamente después de nacer. Había tenido tres ecocardiogramas, todos indiciando un corazón con un gran agujero. Al principio pronosticaban un corto tiempo de vida, después había más esperanza, pero todavía una cirugía que amenazaba la vida. La cirugía no fue necesario. ¡Dios es tan bueno!
Publicar un comentario