12 - 18 Julio Meditaciones diarias de los Salmos
12 de Julio Salmo 64:1-2
1. Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; guarda mi vida del temor del enemigo.
2. Escóndeme del consejo secreto de los malignos, de la conspiración de los que
hacen iniquidad,
En este Salmo, David se encontraba de nuevo en una batalla de oración.
Necesitamos leer a menudo acerca de estas luchas para que nuestras almas se
mantengan firmes, entendiendo que tenemos que estar siempre luchando en
oración. Si no entendemos esto, corremos el peligro de llegar a pensar que algo
extraño nos está sucediendo cuando pasamos por momentos así, cuando en realidad
es algo normal. Debemos saber que existe una guerra continua en la que está
involucrada otra gente, y que mientras sirvamos a Cristo vamos a tener encuentros
con enemigos humanos.
David exclamó: “¡Escucha…guarda....escóndeme!” Su defensa era Dios, con
quien se encontró por medio de la oración, y esperó a que Él actuase. ¿Guardó
Dios a David? El testimonio en el primer libro de Samuel nos cuenta que le
protegió de las intenciones más feroces de sus enemigos. ¿Le escondió? No
solamente le escondió, sino que también en una ocasión puso en su mano a Saúl,
su enemigo.
En la oración que trae resultados, el primer paso que tenemos que dar es tener
la seguridad de que Dios nos escucha.
¡Gracias a Dios que delante de Su trono está el Cordero que fue inmolado! Él
dijo a Sus seguidores que si pedían cualquier cosa en Su nombre les sería dado.
Les aseguró que el Padre les amaba como amó a Su Hijo. ¡Dios sí escucha y
contesta la oración!
13 de Julio Salmos 64:2-6
2. Escóndeme del consejo secreto de los malignos, de la conspiración de los que
hacen iniquidad,
3. Que afilan como espada su lengua; lanzan cual saeta suya, palabra amarga,
4. Para asaetear a escondidas al íntegro; de repente lo asaetean, y no temen.
5. Obstinados en su inicuo designio, tratan de esconder los lazos, y dicen: ¿Quién
los ha de ver?
6. Inquieren iniquidades, hacen una investigación exacta; y el íntimo pensamiento
de cada uno de ellos, así como su corazón, es profundo.
La historia de la vida de David nos advierte acerca del consejo secreto de los
malignos. Nos enseña que la lengua es el siervo poderoso de un corazón malo.
Es un instrumento exterior que expresa las intenciones interiores. Fíjate en el
complot que está expuesto en este Salmo. Primeramente, los obreros de iniquidad
afilan sus espadas, animándose por medio de la comunicación entre ellos. Se
apoyan unos a otros en sus intenciones, hasta llegar a estar firmemente convencidos
de que tienen razón; ponen a un lado el temor de Dios. Entonces, igual que
arqueros, tensan los arcos con todas sus fuerzas y lanzan la flecha. La lengua
hace esta función maligna con palabras amargas que incitan a la violencia. Como
si estuviéramos entre enemigos camuflados, ni siquiera nos damos cuenta de
donde viene el ataque.
Ciertamente, así fue la acción de Saúl contra David. Junto a su departamento
de servicios secretos, Saúl conspiró la muerte de David. Muchas veces David no
se daba cuenta del peligro que corría. En una ocasión Jonatán fue su informador,
lo que le salvó de la muerte. Al mismo tiempo que Saúl pensaba: “Dios lo ha
entregado en mis manos”, estaba buscando en la profundidad de su naturaleza
caída como hallar un plan de asesinato, justificándose a sí mismo mientras que
lo diseñaba cuidadosamente. Fue un asunto horroroso.
14 de Julio Salmo 64:7-10
7. Mas Dios los herirá con saeta; de repente serán sus plagas.
8. Sus propias lenguas los harán caer; se espantarán todos los que los vean.
9. Entonces temerán todos los hombres, y anunciarán la obra de Dios y entenderán
sus hechos.
10. Se alegrará el justo en Jehová, y confiará en él; y se gloriarán todos los rectos
de corazón.
No podemos hacer nada mejor que dejar nuestra defensa en las manos del Señor.
El poder de la palabra de Dios es tan seguro para la destrucción como lo fue para
la creación. David confió plenamente en Él referente a su conflicto con Saúl. Su
sistema de inteligencia no podía detectar todas las vías de ataque del complot
que había contra él, por eso dijo a sus soldados que tendría que ser Dios quien
venciese a su enemigo. La popularidad de Saúl se desvaneció a la hora de la crisis.
Su herida mortal le fue aplicada por su propia mano; cayó sobre su propia espada.
Hay tiempos cuando el Espíritu Santo mueve al pueblo en general. El temor
de Dios es el principio de la sabiduría, y cuando los hombres aprenden a temer
a Dios, Él abre sus ojos espirituales. No es para maravillarse que los demonios
de este siglo hayan inventado tantos argumentos sicológicos para evitar que la
gente tenga el temor divino. Nuestro deber es orar, trabajar y enseñar para
restaurarlo.
David a menudo deja a un lado sus oraciones y testimonios personales, y
manifiesta una preocupación por otros que también confían en Dios, sobre los
cuales, Él obra para establecer Su justicia por fe. Ellos también se han rendido
totalmente en Sus manos. Llegará el día cuando podrán regocijarse viendo como
el temor de Dios se ha adueñado de los corazones de la gente por haberles sido
demostrado que Él es una realidad. Muchos, entonces, vendrán al arrepentimiento
y a la salvación.
15 de Julio Salmo 65:1-3
1. Tuya es la alabanza en Sion, oh Dios, y a ti se pagarán los votos.
2. Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne.
3. Las iniquidades prevalecen contra mí; mas nuestras rebeliones tú las perdonarás.
La oración es el vehículo mediante el cual nos aproximamos a Dios. Este Salmo
contiene ciertos ingredientes que la oración debe tener para producir los resultados
deseados. En primer lugar, la oración tiene que basarse sobre un deseo de ver a
Dios glorificado y alabado. En segundo lugar, el que pide tiene que cumplir con
los votos del pacto, haciendo lo que ha dicho que haría. En tercer lugar, tiene que
acercarse a Dios con todo el corazón. Cuarto, tiene que reconocer su pecado;
lo terrible que es y el poder que ejerce sobre la naturaleza humana. Quinto, la
oración tiene que incluir la fe en el poder de Dios para limpiar el pecado, por
muy horroroso que éste sea. En la oración no podemos estar sin la esperanza
de vencer la iniquidad que hay en nosotros. Tenemos que tener la convicción de
que Dios nos escucha y va a respondernos. En sexto lugar, es necesario tener una
visión del crecimiento de Su reino entre todos los pueblos de la tierra. Los profetas
avisaron de antemano un avance más allá de las fronteras de Israel. David, más
que cualquier otro rey, pudo entenderlo. Él escribió: “Pídeme, y te daré por
herencia las naciones”.
16 de Julio Salmo 65:4-5
4. Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus
atrios; seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo.
5. Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia, oh Dios de nuestra
salvación, esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos
confines del mar.
Dios empieza Su obra eligiendo y atrayendo a una persona a Su presencia, con
el fin de que pueda saborear las cosas celestiales. El fundamento para una oración
hambrienta y ávida, es que la persona tenga un deseo para Dios, y que no pueda
sentirse satisfecha con menos que la bondad y la santidad de Dios en su ser, que
es Su templo.
Una de las traducciones de las Escrituras escribe así una parte del versículo 5:
“Con cosas temibles y gloriosas, que aterrorizan a los malvados, pero hace a
los piadosos cantar alabanzas...” Dios no nos inspiraría a orar si no tuviese la
intención de contestar. Si Él, en Su bondad y misericordia, derrama bendiciones
sobre la tierra, de manera que personas en los lugares más lejanos y en las islas
del mar han aprendido a confiar en Él para cosas naturales, ¿no sería ésta razón
suficiente para esperar de Él un avivamiento espiritual? ¿Podemos aplicar el resto
de este capítulo a tal derramamiento?
17 de Julio Salmo 65:5-13
5. Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia, oh Dios de nuestra
salvación, esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos
confines del mar.
6. Tú, el que afirma los montes con su poder, ceñido de valentía;
7. El que sosiega el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas, y el
alboroto de las naciones.
8. Por tanto, los habitantes de los fines de la tierra temen de tus maravillas. Tú
haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.
9. Visitas la tierra, y la riegas; en gran manera la enriqueces; con el río de Dios,
lleno de aguas, preparas el grano de ellos, cuando así la dispones.
10. Haces que se empapen sus surcos, haces descender sus canales; la ablandas
con lluvias, bendices sus renuevos.
11. Tú coronas el año con tus bienes, y tus nubes destilan grosura.
12. Destilan sobre los pastizales del desierto, y los collados se ciñen de alegría.
13. Se visten de manadas los llanos, y los valles se cubren de grano; dan voces
de júbilo, y aun cantan.
Las montañas tienen mucho que ver con la meteorología. Se extienden hasta
los cielos, deteniendo las lluvias e interrumpiendo los ritmos y normas de los
ciclos de agua. Atraen hacia ellas lo que sería perdido y lo dirigen hacia la tierra
seca y sedienta donde no hay agua. Dios pone las montañas en su lugar. Este
mismo fenómeno sucede con las montañas espirituales de justicia, que atraen
la provisión del cielo y proveen tiempos de refrigerio a las almas sedientas.
El Señor calma la ruidosa tempestad que representan los asuntos tormentosos
de la gente del mundo. La salida y puesta del sol se acompañan de gozo,
demostrando así la esperanza de un nuevo día y el descanso al terminar éste.
Leemos también acerca del dinamismo que ocasiona una visitación divina, cuando
el río de Dios riega la tierra. Es el único río que puede producir fruto celestial
doce veces al año. Los ríos de la tierra producen en la vida del hombre un fruto
temporal que no satisface el corazón de Dios. Sólo Su lluvia es capaz de ablandar
la tierra (que representa el corazón), que en tiempos secos parece ser impenetrable
y estéril. Finalmente, Dios recompensa la labor espiritual con una siega abundante,
en la que los granos caen de carros sobrecargados.
No solamente son llenos de fruto los campos cultivados, sino también los prados.
Los collados brotan con lozanía, punteados con manadas de ganado gordo. Es
un tiempo de plenitud de gozo. En sentido espiritual, algo semejante sucede
cuando Dios concede un avivamiento. El fruto es tan abundante y de tan alta
calidad, que aun la sociedad pagana es influida por este derramamiento. La
bendición divina lo afecta todo, saturando los graneros del cielo y ensanchando
sus rediles.
18 de Julio Salmo 66:1-7
1. Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.
2. Cantad la gloria de su nombre; poned gloria en su alabanza.
3. Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder
se someterán a ti tus enemigos.
4. Toda la tierra te adorará y cantará a ti; cantarán a tu nombre. Selah
5. Venid, y ved las obras de Dios, temible en hechos sobre los hijos de los hombres.
6. Volvió el mar en seco; por el río pasaron a pie; allí en él nos alegramos.
7. El señorea con su poder para siempre; sus ojos atalayan sobre las naciones;
los rebeldes no serán enaltecidos. Selah
Todos los que en verdad honran el nombre del Señor, tienen una visión para
alcanzar a todo el mundo. La alabanza y la misión al mundo están relacionadas.
Glorificar Su nombre en toda la tierra debe ser lo que motive la obra misionera.
Por medio del avivamiento, el Señor manifiesta Sus obras de forma mundial; Sus
enemigos se someten a Él, y muchos hallan un lugar al pie de la cruz. Son
transformados en verdaderos adoradores, gente que adora en Espíritu y en verdad.
Felipe invitó a Natanael diciéndole: “Ven y verás”, y también Jesús le dijo:
“Cosas mayores que éstas verás”. ¡Qué cosas tan extraordinarias tiene Dios
preparadas para aquellos que se acercan a Él por medio de Jesucristo! Observa
lo que ha hecho y asegúrate de que “Él señorea con su poder para siempre”. ¡Lo
que ha hecho, seguirá haciéndolo! En estos momentos, está preparando grandes
liberaciones por Su mano poderosa. Personas rebeldes, que ahora le niegan y
piensan lograr éxitos sin Él, son observadas por Alguien desde arriba. Pídele a
Dios que termine con la exaltación de los hombres y manifieste Su gloria.
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