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Lowell Brueckner

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26 Julio – 1 Agosto Meditaciones diarias de los Salmos

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26 de Julio Salmo 69:1-15

1. Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma.
2. Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; he venido a
     abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.
3. Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han
    Desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.
4. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me
     aborrecen sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me
     destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé?
5. Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos.
6. No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor  
     Jehová de los ejércitos; no sean confundidos por mí los que te buscan,   
     oh Dios de Israel.
7. Porque por amor de ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro.
8. Extraño he sido para mis hermanos, y desconocido para los hijos de mi
     madre.
9. Porque me consumió el celo de tu casa; y los denuestos de los que te
     vituperaban cayeron sobre mí.
10. Lloré afligiendo con ayuno mi alma, y esto me ha sido por afrenta.
11. Puse además cilicio por mi vestido, y vine a serles por proverbio.
12. Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, y me zaherían en sus
     canciones los bebedores.
13. Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad; oh Dios,
     por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación,
     escúchame.
14. Sácame del lodo, y no sea yo sumergido; sea yo libertado de los que me
     aborrecen, y de lo profundo de las aguas.
15. No me anegue la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el
     pozo cierre sobre mí su boca.

  ¿Has experimentado alguna vez las aguas que entran en el alma? Ninguna que
entra en los pulmones humanos ha sido tan mortal como ésta, y solamente la
intervención de Dios puede salvar a los que han sido afligidos por ellas. Las
batallas fuera del cuerpo son terribles, pero las luchas interiores del alma arrasan;
uno de repente puede ser sorprendido hasta llegar casi a ahogarse, como un cuerpo
arrojado por una ola turbulenta. “No puedo hacer pie; he venido a abismos de
aguas”. No hay defensa humana que pueda hacer frente a estas aguas, y no existen
labios humanos que puedan defender el alma.

  Nadie puede negar el pecado y la insensatez que ha cometido (v. 5), y cuando
por ello buenos hermanos se alejan, esto engrandece el sentido de ser una ofensa
y un tropiezo a toda la congregación de creyentes (v. 6). Quizá hasta aceptes
culpabilidad y retribución por pecados que no has cometido (v. 4). Ésta fue la
verdad en el caso de Cristo y es algo que Pablo recomienda también (1 Co. 6:7).

  Muchas veces, Dios tiene que afligir el alma, porque ésta tiene en sí el potencial
de engañar y errar. Por la causa que sea, cuando el alma se siente sobrecogida
por haber entrado en un asunto de controversia, todo lo que uno puede decir es:
Señor, no sé si fui correcto o no, pero lo que hice, lo hice por ti. No pude quedar
callado, porque la palabra ardía dentro de mí. No quise ser un activista arrogante
pensando: Yo estoy en lo correcto y los otros están equivocados, sino que “me
consumió el celo de tu casa”.



27 de Julio Salmo 69:16-36

16. Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia; mírame   
     conforme a la multitud de tus piedades.
17. No escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy angustiado; apresúrate,
     óyeme.
18. Acércate a mi alma, redímela;líbrame a causa de mis enemigos.
19. Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio; delante de ti están todos
     mis adversarios.
20. El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé
     quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno
     hallé.
21. Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber
     vinagre.
22. Sea su convite delante de ellos por lazo, y lo que es para bien, por
     tropiezo.
23. Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y haz temblar
     continuamente sus lomos.
24. Derrama sobre ellos tu ira, y el furor de tu enojo los alcance.
25. Sea su palacio asolado; en sus tiendas no haya morador.
26. Porque persiguieron al que tú heriste, y cuentan del dolor de los que tú
     llagaste.
27. Pon maldad sobre su maldad, y no entren en tu justicia.
28. Sean raídos del libro de los vivientes, y no sean escritos entre los justos.
29. Mas a mí, afligido y miserable, tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
30. Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza.
31. Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey, o becerro que tiene
     cuernos y pezuñas;
32. Lo verán los oprimidos, y se gozarán. Buscad a Dios, y vivirá vuestro
     corazón.
33. Porque Jehová oye a los menesterosos, y no menosprecia a sus
     prisioneros.
34. Alábenle los cielos y la tierra, los mares, y todo lo que se mueve en ellos.
35. Porque Dios salvará a Sion, y reedificará las ciudades de Judá; y
     habitarán allí, y la poseerán.
36. La descendencia de sus siervos la heredará, y los que aman su nombre
     habitarán en ella.

  Esta oración ruega por la misericordia y la salvación de Dios. ¡Cuánta tristeza
y pobreza del alma pueden acontecer a la vida del santo! Su alma es quebrantada
y no hay quien le ayude, ya que los hombres solamente aumentan las angustias.
Sólo Dios puede traer sanidad a un espíritu lastimado, y Su presencia es la única
que puede consolarlo. Acuérdate que el Varón de Dolores sufrió Su hora de
angustia más allá de lo que cualquier otro ser humano haya podido experimentar,
y clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿porque me has desamparado?”

  “Lo verán los oprimidos, y se gozarán. Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón”
(v. 32). La esperanza aliviará a todo aquel que, en medio de un diluvio que rompe
el alma, espere en Dios. “Jehová no menosprecia a sus prisioneros” (v. 33), los
cuales han sido encerrados en una situación donde no hay escape ni ayuda humana.
Él “oye a los menesterosos….Dios salvará a Sion…y habitarán allí…” (v. 35).
Los que viven para agradar a Dios serán levantados por encima de su situación,
y podrán cantarle y ensalzarle otra vez.


28 de Julio Salmo 70

1. Oh Dios, acude a librarme; apresúrate, oh Dios, a socorrerme.
2. Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean vueltos
     Atrás y avergonzados los que mi mal desean.
3. Sean vueltos atrás, en pago de su afrenta hecha, los que dicen: ¡Ah! ¡Ah!
4. Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los
     Que aman tu salvación: Engrandecido sea Dios.
5. Yo estoy afligido y menesteroso; apresúrate a mí, oh Dios. Ayuda mía y mi
     libertador eres tú; oh Jehová, no te detengas.

  Este Salmo parece ser un breve resumen del anterior. Al considerar a nuestros
enemigos no debemos caer en el error de subestimarlos, ya que como vimos en
el Salmo anterior, son más numerosos que los cabellos de la cabeza (Sal. 69:4).
Nos consuela saber que Aquel, quien cuenta nuestros cabellos, tiene a todos
nuestros adversarios delante de Él (Sal. 69:19). Los enemigos pueden ser
espirituales, humanos, ambientales, carnales o mundanos. Muchas veces nosotros
no los reconocemos, o simplemente, no sabemos como tratar con ellos; pero Él
sí sabe y lo hará. Está bien pedir a Dios una ayuda instantánea; a nosotros nos
toca orar y Él es quien nos debe ayudar.
 
  David tiene la costumbre de cambiar su oración personal por sus necesidades,
a una oración por “todos los que te buscan”. De esta manera, el Espíritu Santo
trae promesas y esperanza a todas las generaciones, incluyendo la nuestra. Si eres
uno que engrandece a Dios, que ama Su salvación y la busca, entonces serás uno
que experimentará el gozo y alegría celestiales. Él será tu ayudador y libertador.


29 de Julio Salmo 71:1-8

1. En ti, oh Jehová, me he refugiado; no sea yo avergonzado jamás.
2. Socórreme y líbrame en tu justicia; inclina tu oído y sálvame.
3. Sé para mí una roca de refugio, a donde recurra yo continuamente. Tú has
     dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
4. Dios mío, líbrame de la mano del impío, de la mano del perverso y  
     violento.
5. Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi
     juventud.
6. En ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú
     fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza.
7. Como prodigio he sido a muchos, y tú mi refugio fuerte.
8. Sea llena mi boca de tu alabanza, de tu gloria todo el día.

  Cuando Dios es nuestra fortaleza, esperanza y confianza, entonces es correcto
que oremos para no ser jamás avergonzados, ya que Él tiene que apoyar Su propio
honor. Los cristianos son prodigios para aquellos que, queriendo ver los resultados
de sus vidas, les están observando. Tenemos que mostrarles nuestra Roca y
Refugio, la firmeza y fidelidad sólida del Omnipotente.

  Dios quiere manifestar Su gloria a la juventud; los que apenas empiezan este
camino de fe y confianza. El joven cristiano, desde temprana edad debe reconocer
la mano de Dios en su vida, como fue el caso de David, José y Moisés, por nombrar
sólo a algunos de ellos. Ser puesto en una familia cristiana como lo fueron ellos,
conocer el cuidado de Dios desde la juventud, y oír Su llamado a temprana edad,
es una indescriptible bendición. En estos momentos Dios está enseñando a algunos
jóvenes a ser matadores de leones y osos. Un poco más tarde podrán enfrentarse
a Goliat, y finalmente podrán tomar el lugar de Saúl en el reino.


30 de Julio Salmo 71:9-18

9. No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no
     me desampares.
10. Porque mis enemigos hablan de mí, y los que acechan mi alma
     consultaron juntamente,
11. Diciendo: Dios lo ha desamparado; perseguidle y tomadle, porque no hay
     quien le libre.
12. Oh Dios, no te alejes de mí; Dios mío, acude pronto en mi socorro.
13. Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma; sean cubiertos
     de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan.
14. Mas yo esperaré siempre, y te alabaré más y más.
15. Mi boca publicará tu justicia y tus hechos de salvación todo el día,
     aunque no sé su número.
16. Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor; haré memoria de tu
     justicia, de la tuya sola.
17. Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado
     tus maravillas.
18. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que
     anuncie tu poder a la posteridad, y tu potencia a todos los que han de
     venir.

  Esta generación está falta de un pueblo que demuestre un cristianismo verdadero
y lo preserve para la siguiente generación. Los únicos que pueden hacerlo son
los que están dispuestos a caer en la tierra para morir. La fuerza de Dios es
perfeccionada en nuestra debilidad, y Su vida procede de nuestra muerte. El
versículo 18 expresa un deseo de manifestar Su poder cuando llega el tiempo en
que las fuerzas naturales han disminuido, y el versículo 16 revela la manera en
que es posible hacerlo. Se trata de un avivamiento, igual que se renuevan las
fuerzas del águila en Isaías 40:30-31. Cuando el vigor de la juventud ha menguado,
cuando el razonamiento natural pronuncia su sentencia de muerte, cuando los
enemigos del Señor y de Su justicia se acercan para acabar con la persona, éste
es el tiempo cuando Dios puede ser glorificado en ella. El clamor desesperado:
“¡Acude pronto!”, viene de labios envejecidos. Si Dios la va a usar, tendrá que
hacerlo ya. ¡Clama al Señor para que se mueva ahora!


31 de Julio Salmo 71:19-24

19. Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso. Tú has hecho grandes cosas; oh
     Dios, ¿quién como tú?
20. Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, volverás a darme
     vida, y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.
21. Aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme.
22. Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, oh Dios mío; tu
     verdad cantaré a ti en el arpa, oh Santo de Israel.
23. Mis labios se alegrarán cuando cante a ti, y mi alma, la cual redimiste.
24. Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día; por cuanto han sido
     avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban.

  Somos de Él, igual que lo fue David. Dios ha dado la orden de bendecirnos:
“He aquí, he recibido orden de bendecir; el dio bendición, y no podré revocarla”.
Es justo que Él demuestre Su misericordia y gracia. Nos ha aceptado
completamente en Cristo, glorificando así claramente las riquezas de Su gracia.
Es el beneplácito de Su voluntad, propuesto antes de que existiera el ser humano,
adoptarnos como hijos Suyos. Es el plan de Dios que no tomes consejos de
hombres. Nosotros, los que confiamos en Él y hemos sido obedientes al evangelio
de la verdad, somos Su placer y la alabanza de Su gloria. Nos ha elegido para
amarle, y esto debe ser lo que nos motive a la santidad y a ser irreprensibles.
Declara Sus obras maravillosas y deja que vecinos, parientes, compañeros y
extranjeros, escuchen las grandes cosas acerca de Dios.


1 de Agosto Salmo 72:1-3

1. Oh Dios, da tus juicios al rey, y tu justicia al hijo del rey.
2. El juzgará a tu pueblo con justicia, y a tus afligidos con juicio.
3. Los montes llevarán paz al pueblo, y los collados justicia.

  El tema del capítulo 71 continúa en el 72. David ha sido oído en su vejez. El
poder de Dios fue manifestado a su generación a través de la derrota de sus
enemigos. Las siguientes generaciones disfrutaron de los beneficios, y la justicia
fue preservada. El Espíritu de Cristo, por medio de Salomón, testificó de un
reinado de paz, justicia y juicio.

  El primer ejemplo del reino de Dios fue dado en Génesis en la persona de
Melquisedec, un rey de paz y justicia. En este Salmo estamos leyendo una profecía
del reino de Salomón. Cuando Jesús vino a la tierra, nos mostró un reino glorioso
y espiritual que vino sin advertencia; el reino del corazón. Su literal y total
cumplimiento tomará lugar sobre la tierra en el reino milenar, cuando Él venga
otra vez al mundo. Sin embargo, podemos aplicar los principios de este Salmo a
los corazones ahora y en todas las generaciones venideras.



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