Los cristianos nacen… no se hacen
Este pequeño articulo es tomado de un capítulo del libro, “Dios hizo el campo”. Lo que sigue es lo que fue escrito en la contraportada:
“Nos encontramos ante un libro en el que el autor, a través de una alegoría basada en su mayor parte en experiencias reales, nos va introduciendo en los aspectos más importantes de la vida cristiana. Su contenido sólido y profundo, pero sencillo a la vez, nos exhorta a volver a los principios bíblicos, tan devaluados en los tiempos que vivimos. Espero que su lectura no te deje indiferente, sino que te lleve a dirigir tu mirada hacia lo que es eterno.”
Cada capitulo del libro empiece con una alegoría. Doy rienda suelta a mi imaginación, por lo que la alegoría es inventada; sin embargo, en parte, está basada en situaciones y experiencias verdaderas. Después de algunos párrafos dejo la alegoría y sigo con el tema que deseo comunicar. La misma sucesión se repite en cada capítulo. Aquí voy a incluir la alegoría que corresponde a este capítulo.
.......Mi nuevo compañero e yo charlábamos mientras caminábamos. Me contó la historia de cómo él pudo conocer al Rey y de todas las cosas que ya tenía dentro de él que jamás había experimentado en su vida. Habló de sus anhelos ser dirigido por el Corriente y vivir las propiedades de sus aguas. Obviamente había recibido la fuente interior de agua viva del Rey.
No habíamos levantado de nuestras rodillas, cuando oímos que alguien estaba sollozando. Fuimos rápidamente hacia el sonido hasta que vimos, casi escondido en la maleza, un hombre de mediana edad, tirado en la tierra, rostro abajo. Sus ropas estaban rotas y sucias y tenía los moratones y heridas numerosos. Ambos le tomamos por los brazos y con mucho cuidado le ayudamos a sentarse. Después de beber profundamente de mi cantimplora, empezó a contarnos su historia.
“Yo estaba con un grupo de excursionistas, yendo en la dirección opuesta de donde venís vosotros. Teníamos un mapa del territorio que conseguimos en un centro turística de información llamado El Dragón Viejo. En la noche yo quería tomar un paseo solo y despreocupadamente vagué lejos del campamento. Tropecé sobre una raíz, me caí y mi cabeza se encontró con una roca. No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, pero al despertar, había una tormenta espantosa, los relámpagos cayendo en árboles muy cerca de mí. Llamé a quien me oyera, aún al Rey, pero no había respuesta. Aparentemente mis compañeros perdieron las esperanzas hallarme y muchos días ya he estado vagando sin rumbo. Otra vez caí aquí en la maleza y me sobrecogió la desesperanza. Hice todo lo posible y utilicé todas las tácticas que había aprendido para salvarme, pero las cosas me han ido de mal en peor. No puedo creer que me ha sobrevenido tanta maldad.” Le escuchamos a su historia por un largo rato.
Cuando finalmente terminó, le dije, “Mi amigo, mientras que estabas con tu grupo, ibas en la dirección equivocada. No hay nada en esa dirección, solo una tierra salvaje y vacía. Tus compañeros están tan perdidos como tú y bien puede ser que ha sido la voluntad del Rey que tú cayeras en tantos problemas. Así has podido ver claramente tus apuros y pueda ser que resulte en tu salvación. La ruta de tu grupo fue una de de la auto-destrucción, habiendo sido llevado errante por el príncipe de este mundo. Tú te involucraste con esa tipo de gente y su plan, porque adentro de ti no hay nada de la verdad y la justicia. No había posibilidades que tú encontraras el camino por ti mismo, porque perteneces al rey enemigo. Aparentemente, aunque no te das cuenta, el verdadero Rey oyó tu clamor y te ha dado una gran oportunidad de, no solamente encontrar tu camino, sino recibir una naturaleza nueva interior. Así estarás de acuerdo con el Rey y puedes entonces agradarle. No estás lejos del Corriente de vida. Mi amigo, ¡ahora tienes que nacer de nuevo!…..
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Juan 1:12-13
La ley de la naturaleza es la ley más poderosa y exigente. Cada criatura tiene que ser fiel a su naturaleza. Hacer algo en contra de ella creará frustración, e incluso puede llegar a producir la locura. El hecho de que mucha gente religiosa esté en asilos psiquiátricos es una realidad, y está allí precisamente porque su religión les ha hecho hipócritas.
Las enseñanzas modernas acerca de coger las piezas quebradas de la vida y empezar de nuevo, son insensatas y no son bíblicas. Son vendas aplicadas a un cadáver. Tanto esto, como buscar la ayuda de Dios para llevar a cabo ambiciones humanas, son doctrinas engañosas y no son inspiradas por Él. Todas estas maneras falsas tienen que ser echadas a un lado. La naturaleza arruinada de Adán no puede ser reparada. Para ser libres del pecado primero tenemos que librarnos de esta vieja fábrica que lo produce, que es la naturaleza adámica, y recibir una naturaleza nueva. Intentar agradar a Dios con la naturaleza vieja es imposible. No hay manera de curarla, y la única manera de tratar con ella es por medio de la muerte. Precisamente por esto Cristo fue a la cruz. Allí no solamente desafió al pecado, sino también destruyó la vieja vida que viene de Adán.
Un cristiano nace, no se hace. Una reforma en la manea de pensar o en el estilo de vida no es suficiente. Este es el sendero de la frustración y la desilusión. Las características propias de la naturaleza vieja siempre se oponen al camino nuevo. El camino nuevo solamente es compatible con una naturaleza nueva, y a menos que esta naturaleza esté engendrada en el ser humano, andar en el camino nuevo es imposible. Los resultados de la obra de la cruz tienen que llevarse a cabo individualmente en la vida de cada ser humano.
Cuando comienzas a vivir una vida según la ley de una naturaleza nueva, esta vida responde a la verdad y prospera en la justicia. Su palabra se hace tu deleite y Su anhelo es para ti un mandamiento. La obediencia fluye libremente y con gozo, como un río desde el centro de tu ser. Este es el verdadero cristianismo, y nada menos que esto es suficiente. El cristianismo tiene que ver enteramente con la vida; una nueva vida que es sobre natural, celestial y superior. Tiene que ver con una nueva raza, quo no es compatible, ni está relacionada con la raza de Adán. ■
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