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Lowell Brueckner

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Sobre la gracia y la ira

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29. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 30

Por favor, abre tu Biblia, para que puedas recurrir directamente a la Escritura durante todo el estudio.

Síntomas de la rebelión

Este capítulo empieza con un “ay” contra los hijos necios y rebeldes: “¡Ay de los hijos rebeldes!”, dice Jehová” (v.1  BTX). La versión Reina-Valera traduce “los hijos que se apartan”, y sí, la palabra hebrea puede definirse de las dos maneras según el diccionario Strong: Uno que se aparta, difícil de disciplinar, apóstata, rebelde, revolucionario, terco.

La persona puede esconder su rebeldía pero su forma de actuar y vivir es una señal importante y segura de que se ha rebelado, de que se ha apartado de Dios. Después, el primer error que comete un rebelde es rehusar andar bíblicamente, determinado a tomar un camino independiente. La independencia canta una dulce canción a muchos de los que la siguen, y se apartan de la senda celestial.


Después de separarse de Dios, es muy natural que la persona empiece a llevar a cabo un plan personal, diferente al plan de Dios: “…que hacen planes sin contar conmigo…” (BTX). Algunos quisieran que aceptáramos la idea de que cada quien es libre de concebir y promocionar sus propias ideas acerca de cómo llevar a cabo la obra de Dios. La teoría que poseen es que Dios nos ha dado un propósito general, y lo que nos toca a nosotros, es desarrollarlo. Por supuesto, no solamente estamos hablando del individuo, en cuanto a su vida personal, sino de los asuntos de la iglesia, en los que se puede seguir esta misma hipótesis. Por medio del profeta, Dios nos avisa del error. Dios no permite que entre en Su plan ninguna de las maneras del hombre, y el hombre, al apartarse de Él, demuestra que no quiere nada de Dios en lo que él está planeando. Es asombroso que lo que acabo de escribir sea la verdad sobre muchos de los que pretenden ser líderes en la iglesia. Como individuos y como un cuerpo, no tenemos derecho a formar nuestros propios caminos.

“Que firman pactos sin mi Espíritu, añadiendo pecado sobre pecado…” (BTX). Está refiriéndose a hacer un pacto con Egipto. Tenemos otro ejemplo en el tiempo de Josué, cuando Israel pactó con Gabaón. Viendo la destrucción causada por Israel sobre Jericó y Hai, los habitantes de Gabaón formaron un plan engañoso para poder hacer un pacto de paz con Israel. Las dos partes se unieron y llegaron a un acuerdo, pero el triste comentario sobre toda la situación sigue… Josué y los ancianos de Israel hicieron paz con ellos “y no consultaron a Jehová” (Jos.9:14). Como consecuencia de esta alianza, los enemigos de Gabaón fueron también los de Israel, por lo que Israel tuvo que luchar para proteger a Gabaón.

El pecado es andar fuera de la voluntad de Dios

Según este versículo, Dios considera que hacer tal acuerdo es pecar. Moverse del plan y la voluntad de Dios es caer en el pecado. Cuando el pueblo de Dios no es guiado por el Espíritu, está pecando. Nunca fue la intención del Señor que Su pueblo funcionara fuera de la dirección del Espíritu Santo. Jesús dijo que el Padre enviaría un Paracleto por medio del Hijo, diciendo: “Él os enseñará todas las cosas… Él dará testimonio acerca de mí… Él os guiará a toda la verdad…” (Jn.14:26; 15:26; 16:13). Se espera y es imperativo que cada hijo de Dios anda según el Espíritu.

Además, Egipto es el símbolo del pecado, y descender a Egipto significa elegir vivir bajo su esclavitud. Piensa en lo que pasa… cuando el pueblo de Dios se aleja de Él, intenta, inmediatamente, hallar refugio en el hombre, es decir, en sus semejantes, los seres humanos. Ellos “se apartan para descender a Egipto” (lo que significa  caer en el pecado), “para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto” (v.2). No es necesario hacer un hecho muy malo para caer en el pecado… “Lo que no proviene de fe (en Dios) es pecado” (Ro.14:23). Israel se había separado de Dios e hizo sus planes y alianzas sin Él, asegurando su protección en el hombre y sus sistemas.

Los que están dispuestos a humillarse “bajo la poderosa mano de Dios” (1 P.5:6), no tendrán que ser humillados públicamente. La arrogancia de Israel al actuar de forma independiente traerá consecuencias que terminarán en vergüenza y humillación (v.3). Los representantes de Israel ya habían descendido a las ciudades importantes de Zoán y Hanes (v.4) buscando, seriamente, lo que ya hemos mencionado, pero el Dios de Israel declara que sus esfuerzos serán inútiles. No ganarán nada por hacerlo… “ni los socorre, ni les trae provecho”, sino que “les será para vergüenza y aun para oprobio” (v.5). Alejarse de Dios no solamente es inútil, sino también dañino y perjudicial.

El camino a Egipto, a través del Neguev, es peligroso. Es tierra de leones, víboras y serpientes “voladoras” que saltan de un árbol a otro. En su visión, Isaías observa a su pueblo yendo en caravanas de asnos y camellos, llevando tesoros y arriesgándose por territorios peligrosos, en una causa sin provecho y vana (v.6-7). Como en el Salmo 87:4 y 89:10, Dios llama a Egipto Rahab (BTX), que significa uno que no se mueve. No ofrecerá socorro. El Señor dice a Isaías que escriba esta profecía en un libro o en una tabla, como un testimonio escrito y duradero contra la rebelión del pueblo. La Biblia es la obra de una sola Mente, de principio a fin. Fue Jesús quien, con el mismo propósito, quiso que Su enseñanza fuera escrita: “La palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Jn.12:48). Está escrita, y nadie tendrá excusa (v.8).

Arriesgaron sus vidas y tesoros para descender a Egipto, un reino cuya gloria ya pasaba, prefiriendo ignorar los caminos del Dios inmutable y omnisciente (v.9). “…Que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras” (v.10). Cuando la Biblia está cerrada sobre la mesa, acumulando polvo, su dueño también está rehusando que los videntes vean y que los profetas hablen. Cuando los hombres llenan estadios para escuchar halagos mentirosos, en lugar de acudir a un estudio serio de la Palabra, están cumpliendo la profecía de Pablo: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Ti.4:3-4). Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la gente es igual. Llámales israelitas o cristianos, ambos tienen las mismas características. 

El Santo de Israel demanda el arrepentimiento

A Isaías le fue dado un mensaje específico desde el principio de su ministerio. Su mensaje era una Persona, el Santo de Israel. Él es a quien la gente rechaza. Ofréceles suaves fábulas sobre Dios y te aceptarán; evita el mensaje de la santidad y tendrás éxito. Si rechazas al Santo de Israel, será Él mismo quien te hable en seguida. Quiero decir, que Dios nunca cederá ante tus demandas, ni llegará a hacer compromisos contigo. Sencillamente, te declarará las consecuencias de tu rechazo (v.11-12) y, para confirmarlo, te dará alegorías. Una grieta en una pared elevada se extiende poco a poco, pero su caída será repentina (v.13). Primeramente, dice que la caída será repentina, y después dice que se romperá (v.14) como un vaso de alfarero que no deja un pedazo suficiente grande como para “sacar brasas del rescoldo, con que sacar agua del aljibe” (BTX).

La traducción literal de la Biblia Textual
El Santo de Israel les habló primero del arrepentimiento, de volverse de su rebelión; después, del descanso y de la salvación: “Vuestra salvación está en volveros a mí y tener calma; vuestra fortaleza consiste en confiar y estar tranquilos” (v.15 BTX). Como siempre, la salvación viene por medio del camino de fe y confianza, esperando en Dios para que manifieste su fuerza. Nunca se logra por ejercer el poder de las obras humanas. En el caso que tenemos delante de nosotros, los israelitas buscaron su salvación  huyendo a caballo.

El problema de confiar en la rapidez de la carne para escapar huyendo es que el enemigo espiritual que nos persigue es siempre más rápido (v.16), por eso, lo mejor que puede hacer el pueblo de Dios es buscar el socorro espiritual. Desde el primer versículo del capítulo vemos a gente rebelde llevando a cabo su propio plan. Están en el camino de la carne y no pueden competir contra la oposición que tienen que enfrentar. “Un millar huirá a la amenaza de uno; a la amenaza de cinco huiréis vosotros todos”. En la batalla espiritual, la proporción que nos da el versículo 17 es un millar a uno a favor del enemigo. Si la amenaza viene de cinco enemigos, no quedará ninguno de los nuestros en el campo de batalla (fíjate en Dt.32:30). Por eso, no nos conviene andar según el poder de la carne, sino conducirnos en la batalla por el Espíritu Santo. Aprende, pues, la lección de los judíos, como nos instruye el apóstol en el Nuevo Testamento (1 Co.10:6-11; Ro.15:4). 

La gracia de Dios revelada

Ahora se observa un cambio en el capítulo. Tras haber avisado a Su pueblo de su peligro, Dios descubre Su corazón, demostrándonos que Su deseo y voluntad es tratarnos con gracia. “Jehová espera para otorgaros gracia, y por eso se levanta para compadecerse de vosotros… ¡Bienaventurados todos los que esperan en Él!" (v.18  BTX). Él espera que los rebeldes se arrepientan, por eso, los que anhelan un movimiento de Dios tendrán que esperar también, porque Dios no se moverá sin que haya primero un arrepentimiento. Sin embargo, Él quiere mostrar Su gracia y responder con consuelo al escuchar nuestro clamor… “nunca más llorarás” (v.19).

Esto es lo que quiero decir al declarar que la Biblia es, sobre todo, una revelación de Dios mismo. De hecho, Isaías dice en el versículo 20 que Dios va a revelarse a Su pueblo: “Tu Maestro ya no se esconderá más de ti, y con tus propios ojos podrás ver a tu Maestro” (BTX). Sí, Él enseñará por medio de la adversidad y la aflicción, pero en medio del dolor, Él se revelará. Te hablará claramente y te conducirá en Su camino. ¿Ves ahora la insensatez que es andar de manera independiente? Ésta es la alternativa a caminar según la carne. Andando en Su camino, es imposible que nos perdamos (v.21). Vivir en la realidad de Dios es el privilegio más alto sobre esta tierra, y con gusto profanarás cada ídolo para poder conocerle a Él. “¡Sal fuera! Les dirás” (v.22). A los tesalonicenses no les pareció duro convertirse de los ídolos “para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Tes.1:9), ni a los efesios les pareció costoso quemar los libros de magia negra que valían 50.000  piezas de plata (Hch.19:19).

Ahora, Isaías menciona los beneficios secundarios; las bendiciones y dádivas que Él, generosamente, derrama sobre Su pueblo. Él que ha encontrado en verdad a Dios, está contento sólo por tener alimento y vestido, y no está rogando por las cosas tan insignificantes del mundo. Sin embargo, Dios tiene que ser fiel a Su naturaleza y, por Su naturaleza, Él es generoso. Esta bondad de Su naturaleza la experimentaremos durante el tiempo del Milenio.

Lee la descripción de aquel día (v.23 BTX). Es el tiempo de la redención de la naturaleza (Ro.8:19-21); habrá productos ricos y abundantes, el ganado se pastoreará en amplios campos y aún los animales serán bendecidos con el mejor y variado forraje, aventado para deshacerse de las cáscaras (v.24). Las torres de los enemigos caerán (en el tiempo de la gran matanza… Armagedón) y los ríos fluirán en medio de los collados y los montes (v.25). El Sistema Solar funcionará a su más alto nivel y la capacidad física del ser humano será incrementada, para poder funcionar en ese ambiente. Toda la debilidad que cayó sobre la raza humana, desde el tiempo de Adán, será sanada (v.26).
  
Dios ha preparado un “Tofet”

Para poder gozar de este tiempo de felicidad con libertad, Dios tendrá que tratar con Sus enemigos. En el libro de Isaías, Dios empieza a traer juicio contra los asirios, pero este es solamente el principio. Por las edades, los enemigos han ido cayendo… Babilonia, después Persia, la gloria y la cultura de los griegos, los romanos y, en el fin, la caída del reino del anticristo coronará la venganza y la ira de Dios. Tras ello, la pureza y la justicia del Milenio tomarán lugar. Sin embargo, lo que sigue aquí tiene que ver, en primer lugar, con la ira ardiente de Dios contra los asirios.

El nombre del Señor describe Su carácter y no deja lugar a dudas de que Él es un Dios de ira. Pero aún, en este aterrador atributo, Él manifiesta Su gloria. Haremos bien en meditar también en este aspecto de Su personalidad, como en todos los demás. Él es fuego consumidor, ardiendo en su ira, levantando una densa humareda. Anteriormente, aprendimos que Su palabra es una espada y, en estos versículos, Sus labios están llenos de furia y su lengua es un fuego consumidor. Su aliento es como un torrente que inunda. El freno que hace errar, en el versículo 28, nos hace pensar en 2 Tesalonicenses, donde Él envía un fuerte engaño para que todos los que no aman la verdad sean engañados y condenados (2 Tes.2:11-12). ¡Ésta también es una revelación de nuestro Dios, y no hay otro Dios! Tenemos que recibirle tal y como se revela en la Biblia (vs.27,28,30).

El aterrorizará a los asirios, y los más valientes de sus soldados serán sobrecogidos de pánico. En medio de la realidad de Su juicio, claramente visto y oído, su crudo temor será evidente de forma indescriptible. ¿Cómo pudiera uno describirlo? (vs.31-32).  

“Tofet ya de tiempo está dispuesto y preparado para el rey, profundo y ancho…” (v.33). Isaías se refiere al valle de Hinom, también llamado Tofet, que se menciona numerosas veces en la Biblia, donde los idólatras sacrificaban a sus niños al dios Moloc. En este mismo lugar, justamente al sur de Jerusalén, quemaban la basura y su fuego nunca fue extinguido. Jesús habló de este lugar, llamado en griego, Gehena, como un símbolo del infierno. De hecho, Jesús habló más del infierno que del cielo, avisando misericordiosamente, tanto a la gente de Su día como del nuestro, para que evitemos sus llamas. Él dijo que había un lugar de “fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt.25:41). Justo esta mañana leí en Lamentaciones 2:14 acerca de profetas menos compasivos que “vieron para ti vanidad y locura; y no descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio, sino que te predicaron vanas profecías y extravíos”. Muchas veces he pensado en escribir sobre este tema, titulándolo “Dios creó el infierno”. El Señor, por medio de Isaías, seguramente quiso que el lector mirara más allá del basurero municipal de Jerusalén, al valle de Hinom, que constantemente ardía, hacia un lugar de tiempo preparado para el rey de las tinieblas, “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Mc.9:48). Al preparar tal lugar, Él estaba bastante consciente de que, junto al diablo y los demonios, estaría una compañía innumerable de seres humanos, sufriendo el tormento eterno.


La opresión del enemigo es destructora y amenaza nuestras mismas almas; por ello, cuando Dios trae una liberación y el enemigo es vencido, tenemos razones para festejar. Fue así en el tiempo de Ester, cuando toda la raza judía estaba en peligro. Se había pronunciado un decreto real con el propósito de aniquilarles y la amenaza era inminente. Pero por medio de una intervención poderosa y divina, los judíos fueron salvados, lo cual provocó la inauguración de una fiesta que continúa hasta nuestros dias… la fiesta del Purim. Ellos establecieron “que estos días serían recordados y celebrados por todas las generaciones… que estos días de Purim no dejarían de ser guardados por los judíos, y que su descendencia jamás dejaría de recordarlos” (Est.9:27-28). La celebración es apropiada y santa cuando Dios liberta a Su pueblo. La Roca de Israel merece los cánticos y la alegría de corazón (v.29).



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