El privilegio de cada cristiano I
El privilegio de cada cristiano
“Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4:16
Sin entrar en los detalles o el
contexto de este singular versículo, quisiera ponerlo ante vosotros, como un
ánimo para todos los cristianos, acerca del común privilegio que tenemos de
orar. No todos predican o enseñan, no todos cantan o tocan instrumentos, no
todos son pastores, pero la oración, sí, es para todos los cristianos.
Ahora, quiero llevaros a una
porción del libro de Éxodo que encuentro fascinante, y que me encanta compartir
con mis hermanos en la fe. Es una pequeña historia de la vida de Moisés, que se
encuentra en Éxodo 33:7-11.
7. Y
Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo
llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al
tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento.
8. Y
sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y
cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés,
hasta que él entraba en el tabernáculo.
9. Cuando
Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la
puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.
10. Y
viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del
tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba.
11. Y
hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él
volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se
apartaba de en medio del tabernáculo.
Un lugar misterioso para buscar a Dios
Siento
una atracción tremenda hacía el tabernáculo que se describe aquí, que es
simplemente una tienda, en el español
común. Gran parte de Éxodo está dedicado a describir el tabernáculo que Dios ordenaba; sus materiales, muebles y
construcción. Pero éste, es otro tabernáculo. Moisés lo levantó antes que el
tabernáculo principal y lo puso lejos, fuera del campamento de Israel. Es algo misterioso
ver cómo aparece y cómo, después de estos pocos versículos, no vuelve a
aparecer más.
Hay
un principio espiritual en esta historia que quisiera descubrir. Para enfatizar
el misterio de la tienda y lo poco que sabemos de ella en la palabra de Dios,
quisiera también señalar a un hombre misterioso,
que aparece en el libro de Génesis. Si has estudiado el libro, sabrás que
Abraham es el protagonista, empezando en el capítulo 11. Antes de aparecer, en
el mismo capítulo, menciona a los descendientes de Sem, hijo de Noé. Su
genealogía nos conecta con Abraham, que fue elegido como el patriarca de la
raza hebrea. Sigue la historia de su hijo, Isaac, después de su nieto, Jacob, y
sus bisnietos, los hijos de Israel.
Después,
en el capítulo 14, aparece este hombre misterioso, Melquisedec, al que
solamente se dedican tres versículos (18-20). A partir de ahí, y al pasar por
todos los libros históricos, vemos que no se le vuelve a mencionar más, de modo
que podríamos llegar a la conclusión de que no importa mucho su lugar en la
palabra de Dios. Hasta llegar a los Salmos, David, con el Espíritu de profecía,
discierne el testimonio de Jesús (fíjate en Ap.19:10). Es un capítulo mesiánico
en el que David escribe un solo versículo sobre este hombre. Él dice que el
Mesías es “sacerdote para siempre según
el orden de Melquisedec” (Sal.110:4). Sin embargo, al llegar al libro de
Hebreos, en el Nuevo Testamento, el escritor, en más de un capítulo, nos enseña
sobre Melquisedec, y demuestra su superioridad sobre, incluso, el patriarca
Abraham y el sacerdocio levítico (He.6:20-7:28). ¡Lo hallo asombroso!
Y
ahora, ilustrando el mismo principio, tenemos delante un tabernáculo
misterioso. Citaremos otra vez varias palabras del texto para no perder ni una
sola: “Moisés… lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó
el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera
que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo…” ¿No se refería el escritor
de Hebreos a este versículo, en el capítulo 13:13? “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio”. Veo este versículo muy apto para
nuestros tiempos, viendo que estamos en la época, en la cual, una iglesia como
la de Laodicea es la que domina. El Señor Jesús llama a cada miembro,
individualmente, de tal iglesia en Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él,
y él conmigo.”
La
iglesia de Laodicea no alaba a la persona que sale a Él, llevando Su vituperio.
Los cristianos, hoy en día, buscan la aprobación del mundo, no su vituperio.
Moisés sí sabía del vituperio de Cristo. El escritor de Hebreos nos informa: “(Moisés) teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios” (He.11:26). Por eso, el individuo que sinceramente busca a Dios, tiene que ir lejos,
fuera del campamento, si no quiere estar entre los duros de cerviz: “Jehová había dicho a Moisés: Di a los
hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz” (Ex.33:5).
Este
tabernáculo no es para reunirse unos con otros, sino para establecer la
comunión con Dios… para reunirse con Él. Tenemos que asegurarnos de estar, primeramente,
unidos a Él, antes de poder estar unidos unos con los otros. Vamos un momento a
Juan 17, al versículo 21, cuando el Hijo oró al Padre: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que
también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. La meta del cristiano es unirse primeramente
con el Padre y el Hijo, no unos con los otros. Hay que ir lejos, fuera del
campamento, para establecer la unión con Dios. Aunque uno acude solo, allí se encontrará
a otros con el mismo deseo saliendo del mismo corazón. Con estos habrá también
unión y comunión.
La oración es la actividad más importante de la
iglesia
“Les
enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para
todas las naciones?” (Mr.11:17). Si una iglesia no es una casa de
oración, no es, en ninguna manera, la casa de Dios. En Isaías 56:7 “Los recrearé en mi casa de oración”, no suena como un deber o
responsabilidad pesada que hay que cumplir. ¡Me suena como un lugar donde el
cristiano anhela con pasión estar!
El
pueblo se levantó con reverencia cuando Moisés iba hacia este lugar. Veremos
porqué es la posición más envidiable en el universo. La oración es un
privilegio; es algo totalmente deseable, como ninguna otra cosa. Jesús, aun
mejor que Moisés, demostraba a Sus discípulos el gran deleite que era la
comunión con Su Padre. “Aconteció que
estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le
dijo: Señor, enséñanos a orar…” (Lucas
11:1). Al escucharle predicar el famoso Sermón del Monte, no le pidieron:
“Enséñanos a predicar”. Al oírle enseñar desde el barco de Pedro, tampoco pidieron
que les hiciera maestros. Al verle hacer milagros asombrosos, no le pedían
poder para hacer milagros. Sin embargo, había algo tan hermoso, tan
tremendamente atractivo en la oración de Jesús, que los discípulos anhelaban
experimentarlo.
La presencia de Dios bajó en forma visible cuando
Moisés entró en el tabernáculo, y el Señor habló con él. El pueblo se levantaba
para ir a la puerta de sus tiendas, pero al llegar a la puerta y ver la columna
de nube, adoraba… y esta palabra en
hebreo expresa postrarse. Era una
experiencia asombrosa… cayeron sobre sus rostros. El versículo 11 claramente
declara lo envidiable que es el privilegio que tenía Moisés: “Hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como
habla cualquiera a su compañero”. Y
ahora… tenemos una noticia maravillosa, sin acepción de personas: “Cualquiera que buscaba a Jehová”, podía
seguirle al tabernáculo.
¿Te has fijado en el hambre tan intenso del corazón
del joven, Josué? Cuando Moisés volvía al campamento, Josué se quedaba. Si
tenemos preguntas sobre la elección de Josué como el siguiente líder de la
nación, este versículo nos da una respuesta: “Nunca se apartaba de en medio del tabernáculo”. Era una persona apasionada para su
Dios.
Cualquier persona que ha estado al frente de algún
movimiento cristiano en la historia de la iglesia, llevándola a una reforma o a
un avivamiento, ha sido una persona que se ha apartado de la gente y de todas
las actividades, para ir a estar solo con Dios. Si conoces la historia de la
iglesia cristiana durante todos los siglos, sabrás que las personas que la
dirigían, eran personas que, de costumbre, estaban solas delante de Dios, en la
oración y en el estudio bíblico. Yo no sé de excepciones. Estoy hablando de apartarse para estar solo con Dios
como lo hizo Josué. Puedes medir la espiritualidad de quien sea por esta
característica.
Hay
pocos ejemplos en la Biblia de hombres de intercesión como lo fue Moisés. Incluso
los egipcios le apreciaban por eso, porque intercedió por ellos vez tras vez,
hasta quitarles las plagas: “Moisés era
tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de
Faraón, y a los ojos del pueblo” (Éx.11:3). Continuó intercediendo por sus
israelitas en la tienda de reunión. La relación de intimidad que tenía con el
Señor, le permitía hablar con mucha confianza. Nadie debe hacerlo si no posee
la misma relación. Moisés nunca deja de ser reverente, pero sí, su relación le permitió
pedir grandes cosas de Dios.
12. Y dijo Moisés a
Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a
quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre,
y has hallado también gracia en mis ojos.
13. Ahora, pues, si
he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para
que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo
tuyo.
14. Y él dijo: Mi
presencia irá contigo, y te daré descanso.
15. Y Moisés
respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.
16. ¿Y en qué se
conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú
andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos
que están sobre la faz de la tierra?
Fíjate
en su argumento en estos siguientes versículos (12-13). Yo parafraseo: “Tú
hablas de nuestra intimidad y de la gracia que me has mostrado. Me has dado una
misión, pero yo tengo que conocer tus caminos, y estar seguro de que tú estarás
conmigo”. Tiene dos grandes anhelos: 1) Tener la presencia evidente del Señor
con él. 2) Poder dirigir al pueblo en Sus caminos. Sabemos que Dios contestó
esta oración por lo que hallamos en el Salmo103:7: “Sus caminos notificó a
Moisés, y a los hijos de Israel sus obras”. Creo que puedo decir que,
en este siglo XXI, deseo lo mismo para la iglesia. Quiero experimentar un
movimiento en el que la presencia manifiesta de Dios esté, y que la iglesia
deje que el Espíritu Santo tenga libertad para conducirla en Sus caminos.
Moisés
quiere que Israel sea el pueblo de Su posesión (15-16) y, para él, no hay un plan
B: “Si tu presencia no ha de ir conmigo,
no nos saques de aquí”. ¿Sabéis
qué pienso? No debemos tratar esta porción como una enseñanza, sino más bien,
como pura pasión. ¿Estáis conmigo? ¿Podemos levantar nuestras voces en súplica para
que Dios conteste esta oración entre nosotros? Durante la historia de la
iglesia ha habido personas con la misma determinación. Ellos oraban y traían
avivamientos a la iglesia y el temor de Dios sobre los pecadores. Ya estaban
extremamente cansados de la obra de los hombres, e incluso de su propia obra.
“¡Que Dios mueva!”, era su clamor. Moisés sigue orando, razonando que si Israel
es llamado para dar testimonio al mundo, tiene que ser el testimonio de la
presencia de Dios entre ellos. No van a andar en los caminos de los pueblos del
mundo. No tengo que comentar nada sobre este versículo 16… sólo tenemos que
meditar en ello. Dios sólo esperaba oír esta oración y promete cumplir con el
deseo de Moisés.
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