El privilegio de cada cristiano II
“Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro”. Hebreos
4:16
La oración es un generador de potencia.
En el primer artículo, he dedicado
mucho espacio a Éxodo 33, pero me gustaría que viéramos algo más. Es
maravilloso saber de un encuentro amistoso con Dios, pero también queremos conocer
el poder de la oración: “Elías era
hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para
que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses” (Stg.5:17).
La oración de Elías cerró los cielos y no llovió durante tres años y medio.
¡Esto, sí, es poder! Vayamos juntos a Apocalipsis 8:3-5: “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de
oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los
santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del
ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de
los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo
arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”. ¡Esto, sí, es poder! Y ahora vayamos a
Hechos 1:14; 2:1-2: “Todos estos
perseveraban unánimes en oración y ruego… estaban todos unánimes juntos. Y de
repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el
cual llenó toda la casa donde estaban sentados”. ¡Esto, sí, es poder!
Marc y Melodie Sankey fueron a Méjico como misioneros metodistas. Ellos
pasaron meses de mucha angustia por su niño de ocho años, Logan, debido a una
enfermedad provocada por un extraño hongo que afectó su ojo derecho. Tenía el
90 % de posibilidades de que fuera fatal. Por supuesto, los padres y muchas
personas más, oraban desesperada y constantemente por él. El pronóstico iba de
mal en peor en el pasar del tiempo. Los metodistas, en este caso cristianos muy
conservadores, poseían un terreno para campamentos en el estado de Florida, y
anunciaron unas reuniones allí, especialmente dedicadas a la sanidad, para los
dos sábados que duraba el campamento. La madre, Melodie, especialmente, quiso estar
presente con Logan. Como Dios es soberano y los tiempos están en Su mano, este
era Su tiempo. Después de fervientes oraciones acompañadas con lágrimas, los
padres creyeron que Dios le había tocado. ¡Y fue cierto! Inmediatamente, Logan empezó
a mejorar, aunque su tratamiento continuó durante varios meses más. Su visión
fue restaurada totalmente, sin quedar secuelas físicas ni psicológicas.
Recientemente, mi hermano me envió un CD, en el que Logan, ya adulto, canta con
su familia canciones como, “Gracias,
Señor, por Tu bendición sobre mí.” ¡Esto, sí, es poder!
Jim Cymbala es un pastor muy
conocido de la ciudad de New York. Él conocía el poder de la oración desde su
conversión. Su iglesia celebraba reuniones de oración cada martes por la noche,
y él enseñó a su congregación a que esa era la reunión más importante de toda la
semana. Hubo un tiempo en el que su hija adolescente se fue de casa. Durante el
largo periodo en el que no supieron nada de ella, su único recurso fue el mejor
recurso … la oración. Uno de los martes, en la reunión de oración, una mujer,
sensible a la voz del Espíritu Santo, sintió que, si oraban por ella, otra vez,
en ese mismo momento, Dios movería. A la mañana siguiente, la esposa del pastor,
fue a la oficina de su marido: “¡Baja, Jim, nuestra hija, está en la sala!” Ella,
jamás volvió a abandonar la casa y, hoy en día, está casada con un cristiano y sirven
juntos al Señor. ¡Esto, sí, es poder!
Un exitoso negociante del estado de
Ohio, USA, tenía un negocio, a través del cual proveyó mucha ayuda financiera a
la obra misionera y, además, tenía un ministerio muy especial de evangelismo
personal que alcanzó a muchos. Tras un periodo de excesivo cansancio,
acompañado a veces de fuertes dolores, su médico le diagnosticó un cáncer, dándole,
como mucho, dos años de vida. El doctor pidió biopsias en 22 puntos de su
cuerpo. La noche antes de ser operado, mientras descansaba en el hospital, habló
con el Señor, y pudo entregar su situación totalmente en Sus manos. Aceptó Su
voluntad con una condición: “Señor, que el tiempo que me resta sobre la tierra,
sea el tiempo más productivo de toda mi vida en cuanto a ganar a otras personas
para ti”. En ese momento, sintió un calor extraño que atravesaba todo su cuerpo
y supo que Dios le estaba sanando. Al día siguiente, horas después de la
operación, el doctor entró apresurado en su habitación y exclamó. “¡No podemos
hallar cáncer en ninguna parte de tu cuerpo!” Pasados los días, su esposa y él,
recibieron una carta de una conocida misionera suya, que no sabía nada del
cáncer. Ella le mencionó una fecha y le preguntó si algo había ido mal ese día,
porque había sentido una carga muy pesada por él que se había levantado mientras
oraba… ¡ese era el mismo momento en el que él había sentido una ola de calor que
atravesaba su cuerpo, mientras estaba en el hospital! Vivió muchos años más totalmente
libre del cáncer. ¡Esto, sí, es poder! En los tres casos mencionados, hubo un
momento especial, en el que Dios se movió con Su poder soberano. Pero no podremos
llegar a esos tiempos, si no practicamos habitualmente la oración.
Ahora, quiero que veas, en tu
Biblia, como Dios apoya la oración. Ya hemos mencionado al ángel junto al altar
en el cielo, que ofrece incienso con las oraciones de todos los santos. Al pensar que nuestras oraciones son débiles e
inefectivas, consideremos el sueño de Jacob en Génesis 28:12: “He aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en
el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían
y descendían por ella”. Jesús
reveló el significado del sueño a Sus discípulos cuando Natanael vino a Él en
Juan 1:50-51: “Cosas mayores que éstas
verás, y le dijo: Amén, amén (la
palabra literal traducida del hebreo) os digo: De aquí adelante veréis el
cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. Estaba hablando de la
oración hecha en el nombre del Hijo del Hombre, la Escalera que llega al lugar
Santísimo. Los ángeles ascienden con las oraciones y descienden con las
respuestas.
Ofrezco una compilación de
versículos que demuestran que los ángeles acompañan la oración: “Toda la multitud del pueblo estaba fuera
orando a la hora del incienso. Y se le apareció (a Zacarías) un ángel del Señor puesto en pie a la
derecha del altar del incienso… El ángel le dijo… tu oración ha sido oída…” (Lc.1:10-13).
“Vio claramente en una visión, como a la
hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía:
Cornelio… Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios”
(Hch.10:3-4). “Pedro estaba
custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él…
he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la
cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate
pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos” (Hch.12:5,7). “Volví mi rostro a Dios el Señor,
buscándole en oración… Aún estaba hablando en oración, cuando el varón (el
ángel) Gabriel… vino a mí como a la hora
del sacrificio de la tarde… Me hizo entender… Al principio de tus ruegos fue
dada la orden, y yo he venido para enseñártela…” (Dn.9:3,21,22,23). Y en los
lugares celestiales, según Apocalipsis 5:8, hay veinticuatro ancianos y cuatro
poderosos seres vivientes con copas de oro llenas de incienso, que son las
oraciones de los santos.
¿Cómo nos instruyó Jesús sobre la oración?
No sé cuantos han escuchado una
doctrina, basada en tres palabras de 1 Tesalonicenses 5:17, “Orad sin cesar”. Quiero mencionarla, para poder ver la instrucción de Jesús acerca
de la oración. Algunos han llegado a la conclusión de que
debemos estar continuamente orando, durante todo el día; trabajando o divirtiéndonos,
y también por la noche, cuando estamos despiertos. Estoy de acuerdo en que
estar continuamente en la oración sería una práctica muy buena, pero el punto
que quiero enfatizar es que no fue ésta
la enseñanza que Pablo dio a los tesalonicenses. Adoctrinar a los
cristianos de esta manera causa un problema, porque pueden llegar a sustituir el
pasar tiempo a solas con Dios por esta manera de orar. También veo el peligro
de alterar la esencia de la oración. Para poder entender exactamente lo que
Pablo quiso decir en 1 Tesalonicenses 5:17, vamos a ver cómo usó el término “sin cesar” en cuatro ocasiones
diferentes.
Romanos 1:9 "Porque testigo me
es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros
siempre en mis oraciones."
Si Pablo nunca hubiera dejado de orar por los romanos, no tendría
oportunidad de orar por las otras iglesias.
1Tesalonicenses 1:3 "Acordándonos
sin cesar delante del Dios y Padre
nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra
constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo."
¿Pablo sólo estaba pensando en eso cada hora del día?
1Tesalonicenses 2:13 "Por lo
cual también nosotros sin cesar damos
gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de
nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad,
la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes."
¿Estaba Pablo constantemente durante el día, pensando y pronunciando,
"gracias, Dios, por los tesalonicenses?"
2Timoteo 1:3 "Doy gracias a
Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis
oraciones noche y día."
Aquí Pablo, al decir, "día y noche", nos hace saber que oraba mucho
por Timoteo, aun cuando estaba en la cama, pero, ¿significa eso que no cesaba
de orar por él durante todo el día y toda la noche? Claro que no.
Estos pasajes nos muestran claramente
el significado de las palabras, “sin
cesar”, para que sepamos que orar sin cesar no significa orar sin pausa.
Entonces, ¿qué significa? Simplemente que debemos orar regularmente y no romper
el hábito.
Pablo también dijo que cuando oraba por los
efesios, no cesaba de dar gracias por
ellos, mencionándoles en sus oraciones. Está claro que no quiso decir que oraba
todo el día por los efesios, dando gracias a Dios por ellos. Es un asunto de
sentido común. Después, en 3:14: "Doblo
mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo." Por supuesto,
el hecho de que Pablo, habitualmente, oraba sobre sus rodillas, tampoco nos da
una ley de postura. Significa que había un tiempo o tiempos especiales durante
el día, en los que Pablo se apartaba de sus quehaceres y trabajos, para estar
solo, de rodillas, delante del Padre.
Jesús nos enseñó a orar de esta manera (Mt.6:6) "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta,
ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te
recompensará en público." El peligro de malinterpretar un pasaje como
1 Tesalonicenses 5:17, es que empezamos a
cambiar nuestro concepto de la oración, y abandonamos el hábito de entrar
en el "aposento", donde podemos estar a solas con Dios, sin
interrupciones. Al no hacerlo, desobedecemos las instrucciones de Jesús y
nuestra relación con Dios, sufrirá.
Jesús, no solamente nos instruyó sobre cómo orar, sino que nos dio
bastantes ejemplos. Nuestro mejor ejemplo en la oración es el que nos enseñan
los evangelios acerca de cómo Jesús tenía la costumbre de apartarse para estar
con Su Padre a solas.
Marcos 1:35: “Levantándose muy de
mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí
oraba.”
Marcos 6:46 “Y después que los hubo
despedido, se fue al monte a orar.”
Lucas 5:16 “Mas él se apartaba a
lugares desiertos, y oraba.”
Lucas 6:12 “En aquellos días él fue
al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.”
Lucas 9:28 “Aconteció como ocho días
después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al
monte a orar.”
Lucas 11:1 (ya nos hemos referido a este versículo) “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de
sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus
discípulos.”
Lucas 22:41 “Y él se apartó de ellos
a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró…” Mateo
26:42: “Otra vez fue, y oró por segunda
vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba,
hágase tu voluntad.” Mat 26:44: “Y
dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas
palabras.”
Además de estos ejemplos, tenemos todo el capítulo 17 de Juan, que es Su
oración al Padre. Es verdad que la oración es una conversación con Dios, como
algunos sugieren, pero creo que ya hemos demostrado que es más que eso. Es una
máquina de poder que puede parar y trae lluvias, remover montañas y árboles,
llevar a multitudes al arrepentimiento, y traer el temor de Dios sobre naciones
enteras. Si no tomamos en cuenta todo el concepto de la oración, nos haremos
mucho daño a nosotros mismos y a la iglesia, al privarnos de las tremendas
ventajas de la oración.
El secreto del éxito de la oración
Por favor, leer Juan.15:1-7. En el pasaje, Jesús nos enseña a estar unidos a Él
para poder asegurar respuestas constantes a la oración. Primeramente, declara: “Yo soy la vid verdadera”, y después
añade, “vosotros los pámpanos”. En
cualquier viña podrás confirmar Su enseñanza. Verás que el pámpano depende
totalmente de la vid para su vida. “El
que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará.” Por
eso, sigue enseñando que tenemos que permanecer en Él para que la vida que
fluye de la vid, fluya a través de nosotros; es decir, que Él estará en nosotros.
Después, nos lleva a una conclusión, absoluta y esencial: “Separados de mí nada podéis hacer.”
Sin embargo, si somos uno con Él y vivimos
según el conocimiento de Su palabra, nuestra voluntad también será una con Él.
Entonces: “Pedid todo lo que queréis, y
os será hecho.” En otras palabras, tal posición en Cristo ¡garantizará el 100%
de resultados en la oración!
No tengo manera de saber cuántos cristianos de los que leen este artículo
están dispuestos a confesar conmigo que, la posición presente en cuanto a la
oración en nuestras vidas, no es lo que debe ser. Tampoco sé lo que me tiene
que pasar para que camine conforme a lo que estoy enseñando ahora. No es
difícil darnos cuenta de qué es lo que más apreciamos; es evidente por lo que más
enfatizamos con nuestros hechos. La oración tiene que ser la prioridad número
uno de nuestras vidas. Nadie duda de que la música tiene un papel importante en
la iglesia, pero no es la parte suprema; la enseñanza y la predicación son
vitales para la iglesia y para el evangelismo, pero no debe ser la prioridad
número uno. También tenemos que trabajar, pero esa no es la parte principal. La
educación cristiana de los hijos es muy importante, pero no es lo más
importante. La actividad suprema, que es la oración, es la que más descuidamos,
individualmente y como cuerpo cristiano. No sé lo que Dios tiene que hacer para
que la iglesia deje de menospreciarla o relegarla a un segundo plano.
Seguramente, el Señor tendrá que corregir nuestra deficiencia, haciendo una
obra que traiga humillación. ¿Has notado que el requisito número uno, dado en
el pasaje que tanto repetimos en 2 Crónicas 7:14 es, “si se humillare mi pueblo”?
La maldición sobre la iglesia de Laodicea es la de auto-suficiencia… “de ninguna cosa tengo necesidad”. Esta
característica es el resultado de una arrogancia
extrema. Espero citar correctamente a Ravenhill, al oírle decir varias
veces: “El que confía en sí mismo, no
quiere orar. El que es auto-suficiente no tiene que orar. El que se justifica a
sí mismo, no puede orar”. Todas estas condiciones egocéntricas tienen que
sufrir una tremenda derrota, para que el pueblo, sobre el cual Su nombre es
invocado, pueda ser reducido a la oración.
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