31 de mayo – 6 de junio Meditaciones diarias de los Salmos
31 de Mayo Salmo 45:16-17
16. En lugar de tus padres serán tus hijos, a quienes harás príncipes en toda la
tierra.
17. Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones, por lo cual
te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.
Vamos a aplicar la alegoría dada en el Salmo a la realidad nuevo testamentaria.
Aquí está la lección y la promesa. No hay necesidad de mirar más al pasado como
en el Salmo 44:1. Se han hecho los preparativos para la boda, se han puesto los
vestidos de justicia, y ahora es el tiempo de pensar en niños. “En esto es glorificado
mi Padre, en que llevéis mucho fruto”. Serán príncipes delante de Dios, israelitas
verdaderos en los cuales no hay engaño, para la gloria y el placer de Su nombre.
Nuestro deseo y oración, “santificado sea tu nombre”, se cumple cuando nosotros,
la descendencia de los profetas y apóstoles, nos acordamos de Su nombre y le
damos gloria. Vamos a unirnos con las alabanzas de las edades pasadas. El salmista
cumplió su promesa (v. 17), y tenemos la prueba delante de nuestros ojos. También
nosotros vamos a cumplir nuestra parte, alabándole para siempre. Vamos a anticipar
las bodas que vendrán. La realidad del evento será sin duda mucho más maravillosa
que las palabras que usa el salmista para intentar describirlo.
1 de Junio Salmo 46:1-7, 10-11
1. Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los
montes al corazón del mar;
3. Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su
braveza.
4. Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas
del Altísimo.
5. Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la
mañana.
6. Bramaron las naciones, titubearon los reinos; dio él su voz, se derritió la tierra.
7. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.
10. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones;
enaltecido seré en la tierra.
11. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de
Jacob. Selah
Si conocemos los atributos de Dios, Su omnipotencia y Su gloria incomparables,
entonces seremos conscientes de que Él hace temblar las montañas, titubear
los reinos y derretirse la tierra, e incluso hace que ésta sea removida. Un
conocimiento todavía más grande es tener la seguridad de que Él es nuestro Dios.
Nos quita el temor y nos promete una ayuda presente “al clarear la mañana”.
Él es nuestro amparo y fortaleza, quien nos da la razón para estar estables y
gozosos. Él es el Dios del juicio y las calamidades, que en los últimos días
derramará desde el cielo una devastación terrible sobre las aguas, las montañas
y la tierra. Sin embargo, como Él es nuestro Dios, no temeremos.
Las naciones braman, pero los santos están quietos. Hay un río secreto, invisible
a los que contemplan las maravillas del mundo, que pasa cerca de las moradas
del Altísimo. Los humanos no lo notan porque el reino de Dios no viene con
advertencia, y sus recursos no son obvios al ojo del hombre. Sin embargo, cuando
viene el primer peligro, Dios está presente para ayudar a los Suyos. Él es el refugio
que nos da seguridad y gozo en medio de un mundo que se está despedazando.
Quiere que seamos testigos de su destrucción sin ser dañados por ella.
Será exaltado y temido entre las naciones, y Su presencia, como un refugio,
estará con los santos.
2 de Junio Salmo 46:8-11
8. Venid, ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra.
9. Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco,
corta la lanza, y quema los carros en el fuego.
10. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones;
enaltecido seré en la tierra.
11. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Cristo, el Príncipe de Paz, es el Conquistador final. Con una vara de hierro
quiebra el arco, corta la lanza y quema los carros. Él pone fin a la guerra para
siempre, como el gran Vencedor. Será exaltado entre las naciones y en el libro
de Apocalipsis vemos como 24 ancianos le alaban: “Porque has tomado tu gran
poder, y has reinado. Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo
de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los
santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir
a los que destruyen la tierra”. Este Salmo es apocalíptico, pero en él abunda la
seguridad para los santos.
3 de Junio Salmo 47:1-4
1. Pueblos todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de júbilo.
2. Porque Jehová el Altísimo es temible; rey grande sobre toda la tierra.
3. El someterá a los pueblos debajo de nosotros, y a las naciones debajo de
nuestros pies.
4. El nos elegirá nuestras heredades; la hermosura de Jacob, al cual amó.
Aquí hay un aplauso y un grito de júbilo. No sé si batir las manos, en este caso,
tiene que ver con un ritmo musical o si sólo es para aplaudir a un ganador. Lo
que sí sé, es que tanto el grito como el aplauso van dirigidos solamente a Dios.
Esto ha acontecido porque Él es triunfante. ¿La gente, hoy en día, aplaude y grita
porque el Señor es temible, asombroso, e induce terror? (Así diferentes versiones
traducen el versículo 2). La gloria y la grandeza de Su majestad no deben tomarse
con ligereza.
Él defiende a los que ha escogido y andan conforme a Su propósito. También
escoge por ellos. Si esperamos experimentar las excelencias de Dios, tenemos
que dejar que Él elija lo que es mejor para nosotros. Él, quien tanto nos ama,
elegirá correctamente, como lo hizo con Abraham dándole la tierra prometida,
mientras que Lot escogió lo mejor del mundo.
4 de Junio Salmo 47:5-10
5. Subió Dios con júbilo, Jehová con sonido de trompeta.
6. Cantad a Dios, cantad; cantad a nuestro Rey, cantad;
7. Porque Dios es el Rey de toda la tierra; cantad con inteligencia.
8. Reinó Dios sobre las naciones; se sentó Dios sobre su santo trono.
9. Los príncipes de los pueblos se reunieron como pueblo del Dios de Abraham;
10. Porque de Dios son los escudos de la tierra; Él es muy exaltado.
Nos estamos acercando al día en el cual veremos una clara manifestación de
Su reinado soberano. Desde el día de Su resurrección hasta el de Su juicio reinará,
hasta que todos Sus enemigos se sometan bajo Sus pies. Jesús ha subido a lo alto
con gritos de júbilo y trompetas de ángeles. Su resurrección marca la fecha central
de la historia, aunque Dios la tenía planeada desde antes de la fundación del
mundo. Cuando nos sea dada la revelación que los ángeles ya habían recibido
en otro tiempo, nos uniremos con ellos para proclamar: ¡Jesús es Vencedor! “Su
diestra lo ha salvado, y su santo brazo”. ¡Grita y canta! Él es Rey de toda la
tierra y reina sobre las naciones desde Su trono de santidad. Todas ellas,
comparadas a Su reino eterno, son como una gota de agua que cae de un cubo.
Toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra; por tanto id y proclamad en
el poder del Espíritu Santo, que Él reina sobre los corazones. Mira como rescata
a un pueblo santo de entre los habitantes de la tierra. Los hace príncipes,
conquistados por Su majestad y admitidos en Su reino. Ahora está llamando al
pueblo del Dios de Abraham, padre de las naciones. La formación de este reino
que no tendrá fin, está en marcha. Es dueño de millares de animales en los collados,
el oro y la plata le pertenecen y posee también los escudos de la tierra. Tiene
todos los recursos para hacer todas las cosas según el designio de Su voluntad.
5 de Junio Salmo 48:1-3
1. Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de
nuestro Dios, en su monte santo.
2. Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, es el monte de Sion, a los lados
del norte, la ciudad del gran Rey.
3. En sus palacios Dios es conocido por refugio.
El Salmo 48 es una continuación del 47. Tiene que ver con el monte de Sion,
relacionado consigo mismo, con los de su alrededor y con Dios. Sólo desde este
monte podemos tratar los asuntos del Rey de reyes. Sobre todos los otros lugares
en la tierra, éste es el que más gozo le produce, porque desde allí, Dios es exaltado.
El mundo está en oscuridad espiritual, y su gente está cegada por el príncipe
de la potestad del aire; pero desde el monte de Sion, vienen la luz y la revelación
que llevan la verdad de Dios al corazón humano. Su pico alcanza más allá de las
nubes del engaño y la sabiduría natural de este mundo. Traspasa el suelo del cielo
y permite que el hombre vea al gran Rey sobre Su trono eterno. El Señor es grande
y digno de ser alabado en el monte de Sion. Es un monte santo, y solamente
los de manos limpias y corazón puro pueden alcanzar su cumbre.
Está bendecido con un ambiente celestial; dotado con Su hermosura y
características. Sobre todos los demás, éste es el lugar más deseable en la tierra.
La belleza, poder y gloria de las ciudades de los hombres, no se pueden comparar
con los lados del norte (v. 2), sobre los cuales Dios ha establecido Su reino. Desde
allí, Dios se revela y la fe nos hace ver quien es Él, el cual es galardonador de
los que le buscan.
6 de Junio Salmo 48:4-7
4. Porque he aquí los reyes de la tierra se reunieron; pasaron todos.
5. Y viéndola ellos así, se maravillaron, se turbaron, se apresuraron a huir.
6. Les tomó allí temblor; dolor como de mujer que da a luz.
7. Con viento solano quiebras tú las naves de Tarsis.
Cuando los reyes de la tierra se reúnen cerca de los lados del norte y el cielo
les permite una vista más allá de las ciudades famosas del mundo, entonces su
mirada se concentra en la habitación eterna e infinita de Dios y quedan
consternados. Huyen rápidamente, sobrecogidos por un temor doloroso. Nada
en su experiencia o educación les ha preparado para lo que están viendo. Han
llenado sus arsenales para defenderse contra enemigos naturales. Se consideraban
seguros, pero ninguna de sus armas es capaz de batallar contra la ciudad de Dios.
La primera mirada les turba, quisieran cerrar los ojos e imaginar que la realidad
no existe. El asombro se convierte en pánico, como los dolores de parto, que una
vez que empiezan no hay manera de evitarlos. Los líderes de los hombres tienen
un instinto que les hace saber que Dios es el enemigo más grande en contra de
sus planes e iniciativas rebeldes. Como marineros en un barco, su esperanza y
futuro serán estrellados un día sobre las rocas, cuando soplen contra ellos los
vientos del juicio divino. El único lugar seguro sobre la tierra es el monte de Sion,
que continuará después de que pasen el cielo y la tierra.
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