¿Qué realmente quiere decir ser usado por Dios
Después de un campamento de jóvenes
en 2005, alguien escribió algunos de los testimonios más impresionantes
compartidos por los camperos. Lo que sigue es uno de ellos: “Héctor
fue muy quebrantado y sincero. Reconocía su hipocresía, y que a pesar de haber
vivido fingiendo un cristianismo verdadero, esto nunca había sido una realidad
en su vida. Siempre estaba enredado con el pecado, aunque muchos a su alrededor
no se daban cuenta, e incluso le animaban a compartir y le repetían lo majo que
era. Reconocía no haber nacido de nuevo, y un deseo desconsolado y profundo de
que Cristo fuera una realidad en su vida.”
Héctor se cayó el día 4 de Noviembre
de 2011 y entró en un coma que ha durado hasta el día 4 de Julio de 2012…..
Héctor Fernández Rodríguez durmió y
despertó en el cielo el día 4 de Julio de 2012
Escrito por amigos de Héctor en el
día 9 de Julio de 2012
Estuvimos una tarde y la mañana del día
siguiente en el tanatorio con la familia y con toda la gente que había venido
para estar con la familia en estos días. Estuvimos llorando con ellos, pero
sobre todo, como ellos querían, alabando a Dios, cantando y siendo edificados
por ellos. El primer día que les vimos, a las 11 de la noche que llegamos a
Barcelona al hospital, donde hacia una hora que Héctor había muerto (estaba ya
tapado, y poco después se lo llevaron). Estaban tristes y era un momento
difícil, pero tenían paz y eso se notaba. El padre nos consolaba, diciendo que
Héctor ya no estaba ahí, sino con el Padre. Al día siguiente esa paz, decía la
madre, se convirtió en gozo, ¡También lo pudimos ver! Era el gozo de Dios, en
medio del dolor por la pérdida; realmente veíamos el gozo de Dios en ellos. Eso
fue lo que sentimos también y podíamos ver con claridad que Héctor ya no estaba
ahí, sino que estaba con Cristo en el cielo.
Sabíamos en nuestro corazón, por lo
que estábamos viviendo, que el entierro iba a ser un día aún mucho más
glorioso, y así fue. Tuvimos primero una reunión en una sala y éramos algo más
de 300 personas. Los de la funeraria normalmente sólo nos permitirían 20
minutos para dedicar a la reunión. Gracias a Dios, nos concedieron una hora y
cuarto; al final estuvimos casi dos horas, y nadie nos interrumpió (como suelen
hacer cuando te pasas del tiempo establecido). Resulta que el hombre de la
funeraria era cristiano, y estuvo detrás, esperando a que acabáramos. ¡Dios se
encargó de eso también!
En la reunión salió la familia a
hablar, y algunos de los amigos más allegados. Había posibilidad de que quien
quisiera saliera a decir algo. Primero salió Carmen, la madre de Héctor. No habló
mucho, sólo quiso dar las gracias a la gente por haber venido. En verdad que
sólo viéndola ya hablaba y era un testimonio de Cristo. Podíamos ver en ella la
gloria de Dios. Después estuvimos cantando. Luego siguieron hablando los demás.
Empezó Nerea, su prometida. Contó
que 20 días antes del accidente Héctor le había dado el anillo de compromiso, y
le explicó que los dos tipos de oro del anillo eran ellos dos, y una piedra que
tenía en medio, representaba a Cristo. Él decía que así iba a ser entre ellos, que
Cristo tenía que estar en medio, y que Él iba a estar, aunque iban a llegar momentos
difíciles. “Los momentos difíciles han llegado”, decía ella, “y los hemos
pasado los 3 juntos”. Ella añadió, “No cambiaría nada de lo que he vivido”.
Ella ha estado cuidando a Héctor estos ocho meses, dispuesta a que pasara lo
que pasara quería seguir a su lado, aunque despertara y quedara en malas
condiciones.
La hermana mayor, Sara (que se casó
hace justo un año), leyó la última carta que Héctor le había escrito, en la que
al final le decía que Dios iba a estar con nosotros todos los días. El marido
de Sara, Juanma, decía que era un privilegio formar parte de esta familia. Decía
también con seguridad que Héctor ya ha llegado a la meta, que no tenemos que
llorar por él, sino que alertaba a la gente que no había recibido a Cristo (a
los cristianos también) a pensar seriamente si estamos con Él o no.
Salieron también algunos amigos
cercanos. Mi marido, Javi, hablaba del grupo de amigos que vivieron juntos
desde pequeños, antes de conocer a Cristo, y mencionaba el versículo que dice
que “a partir de ahora a nadie conocemos según la carne, y si a alguien hemos
conocido, ya no lo conocemos así”. Decía que Dios les había dado el privilegio
de que después de que cada uno, en un lugar diferente, entregara su vida a
Cristo, seguían teniendo una amistad, pero que ya no era en la carne, sino en
Cristo. Hablaba de como Héctor le contó un día como Dios le había revelado a Su
hijo. Fue en el tiempo en el que Héctor se fue a Croacia. Quería buscar a Dios
de verdad y empezó a levantarse pronto a orar, y una de esas mañanas tuvo una
visión. “Vi a Cristo muriendo en la cruz por mí. ¡Lo vi!” decía Héctor.
También salió Galín, otro amigo, y
hablaba de él como un chico tranquilo, sencillo, pero que vivió un cristianismo
real, y que fue de ejemplo para él. Después salió Sofi, la hermana de Javi, que
también conocía a Héctor de niños. Este último tiempo donde Héctor se había
puesto peor, estuvo allí en el hospital y acompañando a Nerea en todo momento. Miguel,
el padre de Nerea, también salió a hablar. Explicaba como Héctor había sido una
carta escrita, como dice en el 2 Corintios 3, versículo 3, con el Espíritu del Dios vivo.
Por último salió Vicente, el padre
de Héctor, diciendo que su hijo ya no estaba ahí, que tenía la certeza de que
estaba con Cristo; hablaba de la vida eterna, de donde tenemos que tener la
mirada. Hablaba de su hijo, que puede decir que Héctor le había dado honra.
También habló de su mujer, Carmen, y daba las gracias a Dios por ella. Decía
que nunca la había visto dudar, siempre tuvo la fe y era sin duda su ayuda
idónea. También habló de Nerea, que estaba muy agradecido a Dios por haberla
puesto en la vida de su hijo. Decía que para él, aunque no había habido ninguna
ceremonia, ni ningún papel legal, ella había sido su mujer todo este tiempo.
Además de los testimonios, estuvimos
cantando y alabando a Dios y sentimos fuerte Su presencia entre nosotros.
Cantamos varias veces en el día una canción que a Héctor le gustaba mucho, que
en su último tiempo antes de entrar en coma, cantaba muy a menudo, y que
reflejaba lo que era su testimonio.
“Diga el débil fuerte soy
Diga el pobre rico soy
Diga el ciego puedo ver
Es lo que Cristo ha hecho en mí
Hosanna, hosanna, al cordero
inmolado
Hosanna, hosanna, que murió y
resucitó
Con su sangre me lavó
Mis pecados perdonó
Desde el cielo derramó
Su amor por mí
Mi Salvador
De aguas profundas de dolor
Con Sus brazos me sacó
Y por eso canto hoy
Que Jesucristo me salvo”
Después de acabar la reunión fuimos
todos al lugar donde le iban a enterrar; como era el deseo de sus padres, al
final pudo ser bajo tierra (aquí en España no es lo habitual). La verdad es que
el lugar era precioso, con césped, rodeado de árboles, y al fondo montañas;
hizo también un buen día.
Mientras sacaban (el padre, Javi,
Galin, entre otros) el féretro del coche y lo traían al lugar donde iba a ser
enterrado, un hombre tocó con la gaita la canción de “Amazing Grace”. Fue un momento
también muy especial, recordando la vida de Héctor, y sabiendo que él está en
el cielo. Le enterraron, mientras cantábamos, y luego Vicente hizo una oración.
Después de eso toda la gente, uno a uno, nos fuimos acercando a cada uno de la
familia para abrazarles, despedirnos, y darles las gracias. Vivir esto ha sido de edificación
para nuestro espíritu. Nos ha hecho mirar más a lo eterno y despegarnos de lo
que es pasajero. ¡Hemos visto la gloria de Dios en estos días!
Muchas cosas han pasado en la vida
de gente desde que Héctor tuvo el accidente. La familia pudo predicar el
evangelio al embajador de España en Croacia, que se enteró de lo que había
pasado e invitó a la familia a comer a su casa. Un joven que vivía con Héctor y
le quería mucho, también se comprometió con Cristo en este tiempo. Su familia,
sus amigos, y muchos cristianos han sido tocados y cambiados a través de la
vida de Héctor. Otro decía que su familia no era la misma después de vivir esta
situación. Tantas cosas que para ellos tenían valor lo habían perdido, y les
había hecho poner la mirada mucho más en lo que es eterno, en las cosas del
cielo. También decía que había sido impresionante como los padres testificaban
de Cristo con poder, en todo momento. Decía que las alabanzas que cantaban en
la habitación se oían por toda la planta, y la gente del hospital estaba
sorprendida de todo lo que se estaba viviendo ahí. Era maravilloso ver como
Dios estaba obrando.
Hemos visto también, que Héctor,
después de haber estado sirviendo a Dios en un coma, lo ha hecho también en su
muerte. El fruto que ha traído eso en las vidas de muchos es muy valioso. Ellos
han sido transformados más a la imagen de Dios en este tiempo y todos nosotros
también. ¡Gloria sea a Dios! A pesar de estar en un cementerio, por todo lo que
Dios nos estaba permitiendo vivir, estábamos muy a gusto, tanto que después de
acabar todo, y que la gente se iba cada uno a sus ciudades, algunos nos
sentamos en la hierba, felices, hablando y recordando todo lo que habíamos
recibido de Dios en ese día tan inexplicablemente glorioso. Al final el guarda
nos tuvo que mandar salir de ahí porque ya tenían que cerrar las verjas del
recinto.
Javi pudo ver lo que es realmente
servir a Dios; que no es por la mucha actividad y por involucrarse en muchos
proyectos. No es por ganar cierta satisfacción que estas cosas comprueban que estamos
metidos en la obra, sino que servir a Dios quiere decir que nos entreguemos la
vida en Sus manos. Entonces Él mueve en nosotros, cumpliendo Sus deseos y
glorificándose, sea por la vida o por la muerte. Javi decía: Al día siguiente,
mi mujer, mis padres y hermanos y yo, fuimos por la noche a visitar a la
familia. Vicente me contó lo siguiente: “Esta mañana me he levantado y la
palabra que he recibido de Dios es que seamos humildes. Lo que hemos vivido
estos días ha sido tan maravilloso; hemos visto tan claro la gloria de Dios y
Él quiere que lo vivamos con humildad.”
El versículo que los padres
y hermanas pusieron en la corona de rosas que le dedicaron era: “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte
de sus santos”. Salmos 116:15
Grandes y maravillosas son tus
obras,
Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los santos.
¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?
Pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán,
Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los santos.
¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?
Pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán,
porque tus juicios se han
manifestado.
Apocalipsis 15:3-4
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 de octubre de 2015, 17:43
yo tengo mucha fe y cada vez más me aferro a lo espiritual para mi vida diaria.
si consigo vuelos baratos quiero ir a ver al papa. ojala tenga esa oportunidad
Publicar un comentario