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Lowell Brueckner

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¡Tendrás que renacer!

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Os invito a un estudio que yo mismo estoy haciendo sobre el tema de nacer de nuevo. En el libro, Dios hizo el campo, escribí sobre el mismo tema, pero en este, estoy aproximando de una manera diferente, con un propósito diferente, enfatizando algunas otras cosas que no mencioné en el libro. También lo estoy presentando en forma de un guión, reconociendo que falta amplitud y detalles. Usando el guión, tú mismo puedes desarrollar el tema, apuntando en tu propio cuaderno u ordenador cosas que te explica o te aclara más cada apunte que estoy presentando. Por eso, juntamente vamos haciendo el estudio…  

El nuevo nacimiento o la regeneración

“A todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no nacieron de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varó, sino de Dios.”  Juan 1:12-13


Introducción:

En esta introducción, primeramente, quiero hacer una petición al pueblo de Dios en general, para que vuelva a proclamar la verdad, y a enseñar de nuevo una doctrina pura y una teología bíblica. Más que todo, los maestros y predicadores del evangelio, inclusive yo, tenemos la responsabilidad de presentar la verdad a los oyentes. Mientras vayamos aprendiendo la verdad de Dios, hallaremos cosas que no son agradables para nuestros oídos naturales, sin embargo, no es posible cambiar lo que es la verdad divina y eterna. No somos la fuente de justicia, y nuestro concepto de lo que es justo, en su mejor estado, es imperfecto; por eso, tenemos que aprender a rendirnos a Dios y amar Su verdad, que nos es enseñada por Él por medio de Su palabra. No podemos satisfacer nuestro egoísmo en nuestra búsqueda de la verdad… tal egoísmo, que fácilmente se disfraza de algo muy espiritual, si fuéramos totalmente honestos, reconoceríamos que no es más que un anhelo de ganar un reconocimiento por ser maestros muy astutos en los mensajes que presentamos. Quizás tengamos motivaciones egoístas, tratando de ganar beneficios personales como expositores de la Biblia. Muy al contrario, tenemos que mantener el único anhelo de dar todo el honor a Dios.  

También quisiera provocar una expectación fresca de ver una intervención divina, muy claramente demostrada en nuestros días, en la obra de la salvación personal. Tal intervención no se produce automáticamente sólo porque a la persona se le haya enseñado a tomar ciertos pasos para recibir la vida eterna, sino que Dios mismo tiene que actuar en cada verdadera conversión. La buena doctrina bíblica nos enseña que somos adoptados en la familia de Dios, cuando ponemos nuestra confianza en la persona y la obra del Hijo de Dios. Pero, más allá de la doctrina, la regeneración demuestra a plena vista de todo el universo que hemos entrado en Su familia. Quiero hablar de esta regeneración.


El nuevo nacimiento o la regeneración. La regeneración, en verdad, es idéntica al nuevo nacimiento… solamente son dos maneras de hablar de la misma experiencia en cada verdadero hijo de Dios. Tito 3:5: Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino según su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo. También se expresa como nacer de nuevo o renacer.


I. Profetizado en el Antiguo Testamento

Si Jesús hubiera iniciado una nueva doctrina, no sería legítima, porque Él mismo dijo: “Mi doctrina no es mía, sino del que me envió” (Jn.7:16). Su doctrina, de una manera u otra, ya había sido enseñada en el Antiguo Testamento. La profecía de Jeremías 31:31-34 fue citada en Hebreos 8:8-12; 10:16-17… “He aquí que vienen días, dice el Señor, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto, pues ellos invalidaron mi pacto, aunque fui Yo un marido para ellos, dice el Señor. Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Daré mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón, Y Yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más cada cual a su prójimo, y cada cual a su hermano, diciendo: ¡Conoce al Señor! Porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Señor. Porque perdonaré su maldad, y no me acordaré más de sus pecados.”

Esta es una de las profecías que es primeramente para el judío. Efesios 2:12-13… “En aquel tiempo estabais sin el Mesías, apartados de la ciudadanía de Israel, y extraños a los pactos de la promesa, no teniendo esperanza, y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Jesucristo, vosotros, que en un tiempo estabais lejos, fuisteis hechos cercanos por la sangre de Cristo.” Jesús es el Mediador del pacto, de lo cual habla el profeta, y cuando el judío rechazó al Mediador, el evangelio volvió a los gentiles. Hemos entrado a las promesas de Dios por la fe. Un día, la nación de Israel verá el cumplimiento de esta profecía y pacto. ¿Qué características tiene? Tiene que ver con una ley de naturaleza… una naturaleza transformada, con una mente y un corazón nuevos, y con un conocimiento personal de Dios por una relación directa. La enseñanza vendrá directamente de Dios y no de los hombres. La separación causada por el pecado quedará totalmente resuelta, de modo que será posible esta relación. Es una promesa y una obra milagrosa de Dios… Yo haré nuevo pacto (v.31), Yo daré mi Ley en su mente (v.33), Yo perdonaré su maldad (v.34). El Nuevo Pacto cambia la vida. Da al que lo recibe, un amor para Dios y un deseo de hacer Su voluntad. Ezequiel 36:25-27… “Rociaré agua limpia sobre vosotros, y seréis limpios de todas vuestras inmundicias, y os limpiaré de todos vuestros ídolos. Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros, y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” Ezequiel añade a la profecía de Jeremías una destrucción del corazón viejo… la vieja naturaleza … y habla de que el Espíritu Santo dentro del recipiente nos hará andar en los caminos de Dios, y a guardarlos.


II. Los dos hijos de Abraham

Pablo usó el ejemplo de dos hijos de Abraham, para comparar una verdadera obra de Dios con la religiosidad: Gálatas 4:22-31… Vamos a intentar resumir dichas comparaciones. Comparación 1) Legítimo/ilegítimo según la ley moral e inmudable de Dios. No era el plan de Dios desde el principio que un hombre mantuviese una relación con dos mujeres. Por eso la participación de Agar en esta historia no es legítima. Comparación 2) “La promesa/el plan humano. Un hijo es prometido para los propósitos eternos de Dios, el otro es concebido en la mente de seres humanos. Comparación 3) Sobrenatural/natural. Uno se realiza solamente por el poder de Dios, el otro no lleva más allá de la fuerza y capacidad humanas. Comparación 4) Libre/esclavo. Uno es nacido de una mujer libre, y todo lo que hay en su naturaleza se relaciona con esta libertad. Es una verdadera religión del corazón, y procede de la Jerusalén celestial y eternal. El otro ha venido de la esclavitud, que significa Sinaí, la Jerusalén terrenal y el legalismo. Comparación 5) Espíritu/carne. Uno, desde su inicio y hasta el fin, es una obra de Dios, nacido del Espíritu, por eso es una obra hecha para siempre, que produce un heredero de Dios, co-heredero con Cristo. El otro es concebido por seres humanos, y por eso es una obra temporal que será echado fuera. Comparación 6) Perseguido/perseguidor. Uno, por ser una simiente piadosa y totalmente apartada del mundo y sus hechos, es un blanco para el mundo. El otro se levanta burlándose y no puede tolerar ni coexistir con el piadoso. 




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