Desde Alejandro Magno hasta el Mesías
¡Alégrate mucho, capital de Sión! ¡Da voces de júbilo,
ciudad de Jerusalén! Mira a tu Rey llegando, justo y victorioso, humilde,
montado en un asno, en una cría de asna.” Zacarías 9:9
Capítulo 9
Versículo 1-8 Israel protegido
Zacarías no menciona en qué fecha escribió el capítulo 9, pero los expertos
creen que fue entre 480-470 a.C., 40 años después de haber escrito los
capítulos 7 y 8. Esta no es solamente una profecía sino, según la Biblia
Textual y de acuerdo con otras versiones también, es una profecía cargada; cargada de ira contra Hadrac, ciudad
cerca de Damasco, en Siria (v.1). De la misma manera que el Señor reposó cuando
el juicio se llevó a cabo contra Babilonia en el capítulo 6:8, el Señor descansará
de su carga cuando llegue a Damasco.
Esta profecía es muy interesante (v.2-4). Por las profecías de Daniel, el
pueblo judío supo acerca de Grecia y Alejandro Magno antes de que existieran.
Sabían que el imperio bajo el cual ellos estaban sujetos iba a ser conquistado (Dn.8:20-21).
Daniel tuvo el sueño cuando Babilonia todavía gobernaba el mundo en el año 551
a.C., antes de que los persas la hubieran vencido. Dos cientos años después de
esta profecía en Zacarías, Alejandro fue contra Damasco, donde Darío, el persa,
tenía tesoros y gente ilustre, y la conquistó. Después, 250 km. al norte, derrotó
a Hamat, antes de invadir la costa del mar Mediterráneo, y a Tiro y Sidón, dos
ciudades que tenían mucha influencia diabólica, según Ezequiel 28. Tiro se
consideraba invencible por estar situada en una isla y, aunque Nabucodonosor,
el babilonio, pudo destruir la ciudad en la costa, no pudo llegar a la isla,
aunque intentó hacerlo durante 13 años. Ningún otro enemigo la había podido
alcanzar, pero Alejandro lo hizo porque tuvo un mandato de parte de Dios, que
es la profecía que estamos estudiando. Él utilizó las ruinas que Nabucodonosor había
dejado para edificar una calzada en el mar hacía la isla (334-332 a.C.).
Después Alejandro fue al sur, y los filisteos, de las ciudades de Ascalón,
Gaza, Asdod, y Ecrón, se aterrorizaron al ver lo rápido que habían sido
conquistadas las ciudades del norte. Alejando también conquistó a los filisteos,
y su orgullo nacional quedó por los suelos, junto con sus sacrificios
idólatras, descritos aquí como “sangre
de su boca, y sus abominaciones de entre sus dientes” (v.5-7). Fueron
vencidos como los jebuseos en el tiempo de David y su territorio fue hecho
parte de Israel. Lo mismo pasó con el territorio de los filisteos.
Pero los judíos tenían en su posesión esta profecía, que describía
exactamente el circuito y las victorias del ejército de Alejandro,
prometiéndoles que el opresor no entraría en Judea (v.8). La conquista de los
persas fue un punto central en la historia del mundo. Aunque las ciudades más
potentes fueron destruidas, Alejandro trató bien a Jerusalén y a los judíos. ¡Qué
tesoro y qué consuelo es la palabra de Dios! ¿Es práctico estudiar las
profecías? No tenían por qué temer; la profecía decía que, aunque pasara al
lado de Judea y cerca de Jerusalén, no entraría. Los ojos de Israel estaban
fijados en el Señor como en los días de Josafat (2 Cr.20:12), y los ojos de
Dios, cuidadosamente, estaban mirándoles.
Dios habló palabras consoladoras a su pueblo y les protegió según sus
promesas, aunque ésta no fue la única razón de por qué lo hizo. Tenía un asunto
mucho más grande en Sus pensamientos que tenía que ver con Su plan eterno. Los
profetas existían para un propósito más importante, que era anunciar la venida
del Mesías. Dios tenía Sus ojos puestos sobre Jerusalén por lo que iba a acontecer
en sus calles, como es profetizado en el siguiente versículo. Ya he dicho que
los judíos tenían que ver su situación y lo que estaba aconteciendo en los días
de Zacarías, según las profecías de la venida de su Mesías, porque Dios ya
estaba obrando, dando pasos hacia Su venida.
Cuando hablamos de hallar la voluntad de Dios para nuestras vidas pensamos
en estar en algún proyecto misionero, alguna obra humanitaria, o en estar
involucrados con algún grupo o iglesia. Pero… ¿pensamos en tener una parte en
el desarrollo de lo que traerá el Reino de Dios a esta tierra? ¿Estamos
involucrados en traer al mundo al Rey otra vez? ¿Estamos en el plan eterno de
Dios? Solamente estamos en Su voluntad cuando nos hallamos en esa posición.
Solamente allí estamos bajo Su protección y obtenemos la promesa de que “a los que aman a Dios, todas las cosas
ayudan para bien, a los que son llamados
conforme a su propósito”. ¿Oramos
correctamente al pedir “venga Tu Reino”?
Versículo 9-17 El Rey viene
Ahora la profecía se extiende unos 350 años hacia el futuro, desde el
inicio del imperio griego hasta la entrada triunfal de Cristo en
Jerusalén. Aquí vemos la entrada del
gran Rey y, por supuesto, conocemos bien la historia (v.9). Jesús había
levantado a Lázaro de los muertos y la gente hablaba de Su fama en una
Jerusalén repleta de judíos y prosélitos, peregrinos que habían llegado de todo
el mundo para la pascua. Esta era una señal que marcaría al Mesías, según la
profecía que tenemos delante de nosotros ahora, y la ciudad estaba dispuesta para
recibirle con júbilo. Los fariseos se desesperaban porque todo el mundo iba
tras Él.
Esta tremenda celebración le fue revelada a Zacarías. La palabra profética
decía que esto iba a pasar y sucedió exactamente como había sido predicho. La
gente teocrática (respondiendo a esta manifestación del gobierno de Dios) salió
a recibir al Rey de los cielos… un Rey perfectamente justo… no hallarían culpa
en Él para poder acusarle honestamente; un Rey victorioso en toda situación… con
un ministerio victorioso, una vida victoriosa… victorioso en la tentación, victorioso
delante de Sus acusadores y victorioso delante de Pilato. Venció sobre la cruz a
la misma muerte; y un Rey humilde, demostrando así este atributo del Reino de
Dios, enseñándoselo y demostrándoselo a Sus discípulos, lavando sus pies. Lo
demostró desde Su nacimiento hasta Su muerte. La humildad utilizó un pesebre
para Su nacimiento, una cría de asna para Su entrada triunfal y una cruz para
Su muerte. En el mundo no existe tal Rey, pero Sus seguidores deben aprender
este principio, si es que quieren vivir sus vidas sobre la tierra con éxito
espiritual.
Zacarías nos da el comienzo del cumplimiento por lo que estaba aconteciendo
en su día y la profecía avanza con la primera venida de Jesús. Su Reino había comenzado,
pero todavía no era el tiempo de sentarse sobre el trono. Su “trono” fue una
cruz y, desde allí, observó Su Reino. Lo que resta de la profecía se cumplirá
en el futuro. Hemos visto algo del futuro en los capítulos anteriores y veremos
más en los versículos que siguen.
Como ocurre frecuentemente en las profecías mesiánicas, la primera venida
de Jesús se une con la segunda venida (Is.61:1-3, por ejemplo). Los profetas no
vieron un periodo de tiempo por el medio. La edad de la iglesia fue un
misterio. Rápidamente, Zacarías nos lleva adelante, pasando los 2.000 años del
tiempo de los gentiles, los últimos siete años de los judíos y entrando en Su
Reino milenial de paz (v.10). En este siglo XXI, el gobierno de Israel posee
toda clase de armas, incluso las nucleares, pero después de la Batalla de
Armagedón, todos los instrumentos de guerra serán cortados y quebrados.
Desde el norte hasta el sur, el Mesías desarmará a Israel. En el versículo
10 incluye a las llamadas “diez tribus perdidas” de Israel; ellas serán
restauradas. Las llama Efraín, porque él, el hijo menor de José, fue el líder. Los documentos de
todos los judíos fueron destruidos por los romanos cuando estos derrumbaron el
templo. Sólo Dios sabe quienes pertenecen a cada tribu, y puedes estar seguro
de que a través de los años Él ha estado soberanamente controlando cada
matrimonio entre judíos, sabiendo perfectamente el linaje de cada uno de ellos.
En Génesis 15:18 puedes ver las dimensiones de la tierra dadas a Abraham,
extendiéndose hasta el Rio Éufrates. Este territorio será el centro del reino
del Mesías. Declarará la paz a todo el mundo gentil, desde el rio Éufrates
hasta los últimos confines de la tierra. Su Reino será mundial.
Ahora, solamente haré unos breves comentarios de los versículos que nos
restan. Basado en el pacto con Israel por medio de Abraham (v.11, mira Gn.15:8-18),
el reino será tanto físico como espiritual. Puede ser, entonces, que la
liberación de los prisioneros de la cisterna sea tanto literal como espiritual.
Puede ser que en la tribulación, echar a los judíos en cisternas sea una forma
de castigo, como pasó con José y Jeremías, pero es más probable que signifique la
condición de depresión y desesperación espiritual de la que serán librados.
Tanto si es literal como si es espiritual, Cristo dará esperanza a los
cautivos (v.12), como siempre ha hecho, y restaurará doblemente lo que han
perdido. Me hace pensar en Job, a quien Dios permitió pasar por gran
sufrimiento, pero a quien le fue restaurado el doble: “Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que
el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Stg.5:11). Dios va a permitir
a toda la nación pasar por la Gran Tribulación (Mt.24:15-22, Ap.12:1-6; 13-17).
De aquí la profecía vuelve al periodo entre los Testamentos, cuando los
griegos, después de la muerte de Alejandro Magno, fueron vencidos por el
partido de los Macabeos, en Israel (sólo
v.13). Sin embargo, el cumplimiento final y perfecto tendrá lugar en la batalla
de Armagedón, y describe la victoria ganada por la segunda venida del Mesías,
cuando Israel reconocerá a Jesús de Nazaret como el Mesías. Él vendrá personalmente para conducir a Su pueblo a la
victoria (v.14-16) sobre todos sus enemigos.
El capítulo termina con los resultados de la victoria. Las doce tribus de Israel
son las piedras de la diadema del Rey, que brillará como una luz a todo el
mundo. El pueblo se llenará de felicidad y todas las cadenas de rebeldía e
incredulidad serán deshechas para siempre. Celebrarán su gran liberación con gozo,
sin ningún impedimento. El pueblo se multiplicará por la prosperidad,
demostrada por el gran número de jóvenes que habrá entre la población. (v.16b-17).
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