El Valle de la Visión
El muro oeste en la Valle de la Visión |
Te recuerdo, una vez más,
que abras tu Biblia para poder seguir este estudio, versículo tras versículo. Deseo
que, al igual que yo, seas bendecido contemplando este capítulo.
21.
Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 22
El Valle
de la Visión
“Os traeré al lugar que
escogí para hacer habitar allí mi nombre” (Neh.1:9). Este es un ejemplo, entre
los múltiples, en el que Dios habla de que ha elegido a Jerusalén, como Su
posesión especial, sobre todas las ciudades del mundo. Ya hemos observado el
lenguaje expresivo de Dios al hablar de algunas ciudades y tierras. Dos
capítulos atrás llamó a Etiopía, “la tierra que retumba”, y justo, en el último
capítulo, nombró a Babilonia como “el desierto del mar”. Sin embargo, ninguna
otra ciudad sobre la tierra, sino Jerusalén, podría ser llamado “el Valle de la
Visión”. Es Su propio título poético para esta ciudad de profetas. El nombre
tiene cierto encanto agridulce, porque en este lugar introduce una porción que
no sabe bien.
“El valle de la visión” nos
hace pensar del Salmo 125:2: “Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella,
así Jehová está alrededor de su pueblo, desde ahora y para siempre”. Al estar rodeado de montes, Jerusalén parece un valle. (Un coro
de niños judíos cantan el versículo en este blog. Si quieres oírlo...
Desde esta ciudad, Isaías ha
visto muchas cosas acerca de los pensamientos de Dios sobre muchas ciudades y
países, pero ahora, la visión tiene que ver con la ciudad elegida. Utilizo la
palabra elegida, porque Dios la ha
elegido para sí, y también es elegida por sus muchas envidiables
características, útiles para Dios y para Su pueblo. Es el único lugar en el que
los sacrificios podían ser ofrecidos. Es la Ciudad Santa, la ciudad amada.
En Jerusalén, los profetas vivían
y declaraban la palabra del Señor; y en Jerusalén, los profetas también morían.
Jesús dijo: “Es necesario que camine hoy y mañana y pasado mañana, porque es
imposible que un profeta muera fuera de Jerusalén” (Lc.13:33). Fue una
declaración irónicamente triste, porque no sólo Jesús, sino muchos de los
profetas, fueron rechazados por su propio pueblo, y en su propia capital amada
fueron matados. El corazón del Señor se rasgó y lloró con angustia por su
futuro: "¡Oh, si tú hubieras conocido, siquiera en este día, lo conducente a la
paz! Pero ahora está encubierto de tus ojos” (Lc.19:42).
Ahora, ha llegado el tiempo
en el que “el Valle de la Visión” toma de la copa amarga del juicio. El oráculo
se fija en él. Isaías está profundamente involucrado y llora, no por sí mismo,
sino por los judíos. Su dolor es fuerte y busca la soledad para poder
expresarse libremente (v.4). Él vivirá suficientes años como para ver su
profecía cumplida y, una vez más, como un verdadero profeta, él mismo lleva la
carga, que es aún más pesada porque tiene que ver con la hija de su pueblo y no
con una nación ajena.
El
temor
La población ha subido a las
azoteas, donde iban habitualmente para practicar sus devocionales religiosos, y
desde donde podían ver si se aproximaban sus amigos o sus enemigos. En esa
parte de la casa podían expresar libremente sus emociones y temores… era una
sección muy útil (v.1).
Esta gente tenía fama de ser
bulliciosa y desenfrenada. Probablemente habían festejado demasiado, mientras
se acercaba su juicio (v.2). En lugar de arrepentirse y volverse a Dios,
tomaron las señales de peligro a la ligera. Esta profecía se refiere a varias ocasiones
pero, principalmente, tenía que ver con la invasión asiria, próxima a llegar. Después,
vinieron los babilonios, el sucesor de Alejandro Magno, seguido por Roma y,
finalmente, el Anticristo.
William Shakespeare escribió
en su obra Julio Cesar: “Los cobardes mueren mil veces, los
valientes solamente una”. Esta observación parece describir el estado de los
líderes contemporáneos con Isaías. El rey Senaquerib tomó las ciudades de Judá
(Is.36:1), abandonadas por sus líderes, quienes habían huido en lugar de hacer frente
a la batalla. Algunos fueron capturados (v.3) y otros asesinados. Los
defensores de Jerusalén estaban en un estado semejante de temor. El estado de
ánimo es de pánico, confusión y una disposición a someterse a la opresión.
Levanta el sol sobre los montes de Jeruslén |
Los asirios causaron unos
daños tremendos por toda Judea y Jerusalén, que tampoco escapó. Un temor
inmenso se apoderó de los habitantes de la ciudad, el llanto pudo ser oído en los
montes que la rodeaban (v.5). Elam (la Persia del futuro), en este tiempo, estaba
bajo el mando de Asiria, y por eso la vemos unida a ella en esta confrontación.
Sus arqueros, especialmente, tenían mucha capacidad (Jer.49:35), y Kir (de
Medea) también peleó con ellos (v.6).
Los carros de los asirios
ocupaban las tierras más fértiles alrededor de Jerusalén. Su general, Rabsaces,
se acercó tanto a los muros que la gente que estaba encima de ellos pudo oírle.
Los jinetes guardaron las puertas, para que nada ni nadie pudiera entrar o
salir (v.7). La defensa de Judá y Jerusalén fue quitada, y sólo podían depender
del arsenal que tenían en la Casa del Bosque de Líbano, edificada por Salomón
(v.8, 1R.10:16-17).
Los asirios abrieron brechas
en los muros de la ciudad. Ezequías las reparó y, junto a sus oficiales del
ejército, cortó todo el suministro de agua fuera de la ciudad (v.9, fíjate 2
Cro.32:5). De esta manera, incrementó la cantidad de agua dentro de ella, preparándose
para el sitio de los asirios. También había hecho un conducto de agua en medio
de dos muros (2R.20:20). Para poder reparar el muro, tuvieron que calcular cuántas
casas serían prescindibles dentro de la ciudad, demolerlas y utilizarlas como
material (v.10).
¿Qué
hace Dios?
No es malo estar preparados,
pero el problema tras estas preparaciones era que la fe en Dios, quien había
elegido a Jerusalén, no era evidente. Los antiguos jebuseos tenían mucha
confianza en la defensa natural de la ciudad, y pensaban que era imposible que
el ejército de David pudiera tomarla. Sin embargo, Dios la eligió, tomando en
cuenta la seguridad que ofrecía su ubicación para el futuro de los habitantes,
y se la entregó a David; además, la ciudad fue provista con un suministro
maravilloso de fuentes de agua. Añadido a esto, y mucho más importante, fue su
significancia e historia espiritual desde el tiempo de Melquisedec y Abraham,
en el libro de Génesis.
Judá estuvo muy preocupado por
usar los recursos que tenía a su alcance y se olvidó de los propósitos de Dios.
Esta era Su ciudad, designada para llevar a cabo Su voluntad por todo el Antiguo
Testamento. Allí se cumpliría el propósito final de la Pascua y los Primeros
Frutos por medio de la muerte y la resurrección de Su Cristo. El Pentecostés
realizará su cumplimiento al derramar el Espíritu Santo sobre los discípulos de
Cristo, y en Jerusalén será establecido el Reino de Dios en la tierra durante
mil años.
Amigo, nosotros también estamos
tan preocupados por nuestra situación y nuestros problemas inmediatos, que nos
olvidamos de orar “santificado sea Tu nombre; venga Tu reino”. La incredulidad
roba nuestros pensamientos para que no nos concentremos en el hecho de que el
Soberano ha planeado cada detalle, y que estamos involucrados con un plan más
grande y eterno (v.11). Si Judá se hubiera acordado de Su voluntad, habría
estado segura de Su protección. “A los que aman a Dios, todas las cosas ayudan
para bien, a los que son llamados
conforme a su propósito” (Ro.8:28). Él nunca falla en velar por Sus propios
propósitos y asegurarse de que se lleven a cabo.
La preparación apropiada es
la oración seria y desesperada de acuerdo con la voluntad de Dios. Los profetas
sabían que algo más importante que, simplemente, la auto-preservación, estaba
en juego. Nuestra preocupación debe ser nuestra devoción por dar la gloria a
Dios; no hay nivel más alto de preocupación para el ser humano. El llanto, el
lamento, raparse el cabello y vestirse de saco, es decir, un profundo
remordimiento, es la reacción humana apropiada al ver la gloria de Dios
desafiada (v.12).
Cuando Su creación toma esto
a la ligera, es un insulto contra Su dignidad. La supervivencia de los judíos
estaba totalmente en peligro, pero más importante aún, es que el Dios de
Israel, aborrecido por las naciones, también era despreciado por Su propio
pueblo. Escucha el insensato clamor del corazón humano: “¡Comamos y bebamos,
porque mañana moriremos!” (v.13). Tal testimonio de la insensibilidad del
hombre caído debe tener alguna expresión en el Nuevo Testamento y, por eso, el
apóstol Pablo lo cita en 1 Corintios 15:32. La mente humana solamente pone su
mirada en las cosas de la tierra. Así fue en el día de Noé y también en el día
de Lot… comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, compraban,
vendían, plantaban, edificaban... ¡justo hasta llegar al fin!
Éste era un pecado
imperdonable hasta la muerte… “Ciertamente este pecado no os será perdonado
hasta que muráis” (v.14). Es la dureza de un corazón impenetrable, que no halla
lugar para el arrepentimiento. Hay “gozo y alegría, matanza de bueyes, degüello
de ovejas y hartazgo de carne y de vino”, enfrentando cara a cara a la muerte y
a la eternidad que sigue. No hubo tiempo ni deseo de buscar el perdón.
Sebna
y Eliaquim
Personalmente, siento la ira
de Dios en el mensaje personal a Sebna, el mayordomo del palacio del rey.
¿Quién no temblará al recibir tal palabra del “Señor Jehová de los ejércitos”, el
Comandante sobre todos los ejércitos del cielo y la tierra (v.15)? “¿Qué tienes
aquí, a quién tienes aquí…?” En otras palabras, “¿quién piensas que eres?”, demanda
saber. Seba fue descubierto edificando su propia tumba; promocionando su propio
honor, respeto y memoria después de su muerte, por la posición que había
adquirido de un hombre (v.16). El Señor le juzga indigno de tal sepulcro.
“He aquí Jehová te aferrará
con fuerza y te arrojará con violencia, y te hará rodar como una bola sobre una
tierra ancha. Allí morirás y allí pararán tus gloriosos carros, ¡oh vergüenza
de la casa de tu señor!" (vs.17-18). La soberbia del hombre le hace proveer para
su propio futuro y no toma en cuenta la voluntad soberana del Omnipotente. El
que vive una vida vergonzosa, no debe esperar morir con honor. Dios dice: “Te
depondré… te quitará de tu puesto…” (v.19).
“Los sabios heredarán honra,
los necios, ignominia” (Prov.3:35). ¿Habrá quien quiera contradecir a este
autor, a quien Dios dio el don de la sabiduría? Un salmista observó: “Ni del
oriente ni del occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento, sino que
Dios es el Juez, y a éste humilla y a aquél enaltece” (Sal.75:6-7). Que la
gente diga lo que quiera en contra de ti y de mí. Dales ese privilegio, ya que
todas sus fuentes de esperanza vienen de la vida terrenal. Querido Señor, sobre todo, enséñanos a fijar los ojos en Ti y a buscar
la gloria que viene de Ti. Lo que acabamos ver es una buena introducción a
la próxima porción.
Ahora, Dios va a nombrar en
la posición de Sebna a quien Él quiere; Él ha tenido a su siervo esperando,
quien sabe por cuanto tiempo, mientras Sebna se deleitaba en la posición que le
había sido dada por un hombre. El Señor conoce el corazón de Eliaquim y puede
confiar en quien Él mismo preparó en un lugar humilde y que ha aprendido a
esperar en el Señor (v.20). Por favor, fíjate bien en lo que Dios tiene para un
hombre a quien da honor: 1) Será apropiadamente vestido. 2) Estará bien ceñido (símbolo de seguridad). 3) Le será entregada la autoridad espiritual (no será un autoritario o un
tirano) 4) Será considerado como un padre. Éste será el carácter que
manifestará en su posición… un anciano amable y compasivo… conforme a la
naturaleza de Dios (v.21).
Una de las dos iglesias en
Apocalipsis que no recibió ninguna reprensión de parte del Señor Jesús, fue la
de Filadelfia. He aquí lo que le dice: “Esto, dice el Santo, el Verdadero, el
que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cerrará, y que cierra y
ninguno abre…” (Ap.3:7). Sería imposible pensar que el Señor no se estaba
refiriendo a nuestro próximo versículo, en Isaías. “Pondré la llave de la casa
de David sobre su hombro: Cuando abra no habrá quien cierre, y cuando cierre,
no existirá quien abra” (v.22). Una vez más, después de Su ascensión y glorificación,
Jesús comprueba que Su doctrina no es Suya, sino de Su Padre. A la iglesia con “poco
poder”, que ha guardado Su palabra, le ha sido dada “una puerta abierta”. ¡Qué
ejemplo más rico nos ha dado Isaías! Eliaquim fue un prototipo de Cristo… Filadelfia
siguió en las pisadas de Cristo.
Sea un individuo o una
iglesia, que el Señor nos dé el privilegio de representarle fielmente. Padre, que el Cristo viva en nosotros con
Sus atributos. Danos la santidad… es decir, que seamos apartados totalmente para
Ti, y haznos caminar en la pureza. Haznos verdaderos, es decir, fieles y
genuinos, sin nada de hipocresía. Que entremos por puertas que Tú mismo abras,
para que podamos estar involucrados en Tus cosas eternas (v.22).
El versículo 23 sigue
derramando aún más bendición sobre Eliaquim. “Lo clavaré como estaca en lugar
firme, y será un trono de honra para la casa de su padre”. ¡La omnipotente mano
de Dios clavará la estaca!, y puedes estar seguro de que esa estaca permanecerá
en su lugar, porque dependerá del poder del Todopoderoso. El escritor de
Hebreos escribió acerca de “una salvación tan grande”. No la desbarates ni la
debilites por ponerla en manos de los hombres. Pedro infiere que la estaca está
pegada a una “herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada
en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios, mediante
la fe, para alcanzar la salvación, que está preparada para ser manifestada en
el tiempo postrero…” (1P.1:4-5).
El versículo 24 continúa
definiendo la posición de Filadelfia, dada por Dios. Cuelga el peso que quieras
sobre esta estaca, pero quedará firmemente en su lugar. El peso es a lo que
Pablo se refirió como un “excelente y eterno peso de gloria” (2Co.4:17) en la
casa del Padre, en una tierra que no tiene comparación. El Padre cuelga todas
las riquezas de Su casa sobre ella, desde “los tazones hasta los cántaros”. La
gloria de la casa del Padre es lo que espera a Eliaquim, hasta la eternidad, no
medida por el tiempo. El Padre le ha clavado y le ha llamado para eso.
Al terminar el capítulo, es
decir, el versículo 25, el Señor se refiere otra vez a Sebna. La posición del
hombre es inestable y débil y, aunque está “clavada en lugar firme”, no era una
obra de la mano del Todopoderoso. Cederá, caerá y se romperá, y lo que depende
de ella, caerá juntamente. Ésta es la palabra de Dios, compartiendo con
nosotros el futuro de lo que es puesto por los hombres y lo que es nombrado por
Él.
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23 de abril de 2019, 7:27
Definir a donde clavar nuestras estacas de nuestro tabernáculo, si al vil y falso mundo o a la ROCA INCONMOVIBLE DE LOS SIGLOS. La sagacidad en ser humano, lo puede llevar muy alto en este siglo, y de que le vale si pierde su vida eterna.
30 de mayo de 2019, 22:43
Sus explicaciones han sido gran ayuda para mi. Gracias
29 de septiembre de 2020, 21:01
Muy hermosa explicación. Muchas gracias !Que nuestra confianza este en exaltar a nuestro Dios y no en la confianza de la carne. Que nuestro propósito no esté en las cosas de este mundo sino en lo que Dios ha preparado para sus hijos. A Dios sea la Gloria por los siglos de los siglos.
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