Etiopía y Egipto
19.
Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 18 - 20
Etiopía o Cus (Cush en el mapa inglés) superpuesta sobre un mapa moderno. |
Capítulo 18
Etiopía,
“la tierra que retumba”
Al terminar el último
capítulo, apreciamos el color y ritmo de la literatura de Dios, tan efectivo que
provoca nuestros pensamientos, mueve nuestras emociones e incluso, estimula
nuestra imaginación. Es más que una información precisa. Tenemos libros enteros
de poesía y canción en la Palabra de Dios, la Biblia; de hecho, tenemos una
sección, desde Job hasta el Cantar de los Cantares, dedicada a la poesía. A
veces también, en los libros de los profetas, cuando van a dar un pasaje
poético, empieza con las palabras: “Así dice el Señor”, demostrando que el
Señor mismo embellece Su mensaje con la poesía. Ahora, este capítulo empieza
describiendo Etiopía como “la tierra que retumba” (v.1).
La primera palabra, la
exclamación de alarma ay, también
puede ser traducida como he aquí. Cuando
es así, solamente está llamando la atención del lector. En el caso de que sea
“ay” como lo tenemos en la Reina Valera 1960, tiene el mismo significado que en
el título de los capítulos 15, 16 y 17. En la Reina Valera es profecía, pero en el Hebreo original es el oráculo o la carga. (fíjate en las anotaciones de los capítulos 15,16,17). El
mensaje va dirigido hacia la tierra “allende los ríos de Etiopía”, que también
es llamada Cus.
Barcos hechos de papiro |
La tierra estaba conectada y
asociada a Egipto en los días de Isaías. Se utilizaba el Nilo, que desembocaba
en el Mar Mediterráneo, aunque también podían navegar por medio del Mar Rojo, para
enviar a sus embajadores a los países Medio Orientes. Aquellas embarcaciones
navegaban rápidamente sobre la superficie del agua; eran muy ligeras. Traen a
mi memoria las canoas de los nativos americanos, hechas de corteza de abedul.
Acuérdate que el barquito en el que dejaron a Moisés fue construido de papiro,
y de este junco del río viene nuestra palabra papel.
Papiro utilizado para escribir |
La gente de Etiopía era descendiente
de Cus, el padre de Nimrod, que fundó Babel. Cus mismo fue nieto de Noé e hijo
de Cam. Era gente de gran estatura y piel brillante; era un pueblo belicoso y
temible, conocido por todo el territorio del norte de África como conquistador,
poderoso y opresivo. Los mensajeros fueron enviados de vuelta a su nación con
un mensaje de parte de Dios. Hemos mencionado, al estudiar acerca de Moab, que
la palabra de Dios se esparció sobre toda la región, advirtiendo y también
ayudando a los que le temían.
Volveremos a hablar de los
etíopes después, pero otra vez la profecía abarca a los judíos. En el capítulo
13, versículo 2, observamos un estandarte levantado, armando a los medas y a
los persas para la guerra contra Babilonia. Ahora, aquí también hay una bandera
levantada sobre los montes, y es para juntar bajo ella a los ejércitos de los
asirios. La atención de todo el mundo conocido en aquellos días se enfocaba en
ellos, desde el momento en que se armaban y escuchaban el sonar de la trompeta
(v.3). Son destinados a ser los conquistadores del mundo.
El
momento oportuno en que actúa Dios
El Señor Dios habló
personalmente con Isaías sobre Su manera de actuar y sobre cómo Él iba a
involucrarse en esta profecía. La Biblia es la revelación de Dios mismo y aquí
demuestra quien es Él. Estaba observando los planes de los etíopes desde Su
morada. “Desde mi morada Yo contemplaré sereno”
(v.4)… Aunque a menudo hace así, no debemos confundir Su serenidad con la
indiferencia. Muchos ignoran Su participación en los asuntos del mundo por
causa de esta característica de Su personalidad, llegando incluso a la
conclusión de que Él no existe; pero este es un gran error. Por esta razón, la Biblia
nos revela Sus atributos.
Mientras se desarrolla el
plan etíope, Él espera, “como sol claro… como nube de rocío”. El sol continúa
brillando y el rocío sigue dando humedad a la tierra, pero…¡repentinamente, en
el momento oportuno, Él interrumpe la situación, justo antes de la cosecha! En
otras palabras, justo antes de que el plan pueda cumplirse. Él daña el fruto
que se ha formado, podándolo y destruyendo la cosecha (v.5).
El papiro de donde viene nuestra palabra "papel" |
En el último capítulo, vimos
a los moabitas en la misma posición. Esta fue la situación de Rahab en Jericó,
y es la misma en la que se encuentra cada pecador, humillado bajo la poderosa mano
de Dios. El individuo abandona sus planes y reconoce al Creador invisible
actuando en su vida. Es lo mismo que le sucedió a Saulo de Tarso cuando tramaba
planes contra los cristianos. Dios protegió a Su iglesia arrestando a su
perseguidor y convirtiéndole en el apóstol Pablo, quien sufrió una gran pérdida
personal al ser convertido… con sus propias palabras dijo: “Lo he perdido todo” (Fil.3:8).
En el versículo 7 tenemos el
mismo pueblo que en el versículo 2, los etíopes, "de elevada estatura y tez
brillante… gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos”. Éste
está rindiéndose y llegando al monte Sion para traer su ofrenda al Señor de los
ejércitos (v.7). Los propósitos de Dios son redentores, como se revela en toda
la Biblia, hasta el fin de los tiempos; aun en la Gran Tribulación y el Milenio
muchas personas serán convertidas. Dios da Su palabra y llama a las naciones,
invitándoles por escrito, a venir a Él: “A Moisés y a los profetas tienen;
óiganlos” (Lc.16:29). Mientras llama a estos extranjeros, también consuela a Su
pueblo por medio de Su palabra.
Capítulo 19
De
Etiopía a Egipto
La caída de una civilización
se debe a su condición espiritual. Para una nación, nada puede ser más
desconcertante que una guerra civil (v.2), y esto es lo que ocurre en Egipto en
este tiempo, en el que diferentes partidos intentan controlar el país. Les
invade una gran depresión. La estrategia humana para la guerra fracasa y los
líderes recurren al espiritismo y a la superstición (v.3) Los orgullosos egipcios,
cuya civilización fue la primera del mundo, pierden su soberanía e
independencia, y un rey cruel y poderoso gobierna sobre ellos. Entonces, en el siglo
VII a.C., Asiria comienza a invadir (v.4).
El río Nilo |
Una vez tras otra observamos
en la Biblia que los desajustes y trastornos naturales se juntan con las
fuerzas de la guerra para traer el juicio a una nación (v.5). El magnífico río
Nilo, del cual los egipcios siempre han sido dependientes, es humillado. El
nivel del agua disminuye drásticamente y los canales apestan. El famoso papiro,
mencionado de vez en cuando en la Escritura, por sus múltiples usos, se pudre;
y los campos, irrigados por el río, son improductivos (vs.6-7).
La pesca, una importante industria,
tanto con anzuelo como con red, se detiene, y los pescadores se suman a la situación
depresiva de la nación… “los pescadores también se entristecerán; habrá duelo…
desfallecerán” (v.8). La producción de lino y algodón también es afectada por
la sequía, por lo que la industria de ropa sufre y sus empleados, como todos
los demás jornaleros, caen en el desempleo y se rinden al colapso emocional
(vs.9-10).
La profecía para Egipto no
solamente se dirige a la industria y sus empleados, sino también al nivel más
alto de la sociedad, relatando la caída del liderazgo (v.11). Los estudiantes
de la Biblia quizás se acuerden de que lo mismo sucedió en Israel al terminar
su historia en el Antiguo Testamento. Los reyes, príncipes, sacerdotes y
profetas se vuelven necios, estúpidos y completamente falsos. Me parece que hoy
en día estamos entrando en una época de estupidez internacional, carente de auténtico
liderazgo. Tampoco ha pasado por alto al mundo religioso.
El antiguo Egipto, con sus
leyendas de faraones, considerados como hijos de los dioses, está perdido en la
historia; y los sabios, dirigidos en un tiempo por José, ya no existen (v.12).
José, en su día, pudo declarar a faraón las cosas que el Señor traía sobre su
país. Como siempre, los representantes de Dios son luz y sal para la tierra, y
todo el mundo puede beneficiarse de su influencia. En el tiempo de Isaías, las
ciudades principales, Zoán y Menfis habían perdido cualquier consejo sabio
(v.13).
La desilusión ha tomado
posesión de la tierra, y el versículo 14 la describe como un espíritu de vértigo. Por favor, toma seria y literalmente la
palabra espíritu. El profeta no está
usando una expresión figurativa. El mundo espiritual no sólo influye sobre el
mundo físico sino que lo controla. Lo que tenemos aquí son demonios de vértigo,
distorsión y estupidez. Es una tierra de borrachos espirituales con puntos de
vista distorsionados; lo que podemos llamar una
perversión. En otras palabras, la sociedad ha perdido su sentido común. Los
fundamentos son destruidos y no hay remedio: “Si fueren destruidos los
fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” (Sal.11:3). Cuando se rompen los
principios morales de la sociedad, ¡los justos quedan “desempleados”! No pueden
hacer nada (v.15).
Los egipcios se acobardarán
(v.16); una vez más nos damos cuenta de que todo es obra de Dios. Es una invasión
divina. Él ha entrado montado sobre Su ligera nube y estamos viendo las
consecuencias. Él también es Rey sobre Su tierra y desde ella viene el temor de Dios sobre Egipto. Estamos a punto de ver
algo nuevo (v.17). De hecho, esta profecía se extiende a algún otro día, y es
puesta delante de nosotros para que veamos que no fue cumplida durante los
tiempos de las invasiones de Asiria o Babilonia. No se ha cumplido en toda la
historia y por eso dirigimos nuestra atención hacia un día futuro.
A
Egipto es dado entrada al reino milenario
Mapa mostrando Heliópois y Menfis (Memphis) |
Isaías va a demostrarnos el
rol que tomará Egipto en el reino milenario de Cristo y al mismo tiempo va a profetizar
sobre la parte dominante que tendrá Israel. Israel rodeará el trono de Cristo
en el Milenio y, de una forma más sobresaliente que la de Grecia en su día, la
cultura hebrea será divulgada sobre toda la tierra. Los egipcios no sólo
hablarán el lenguaje hebreo sino que la religión hebrea, que en el Milenio será
el cristianismo, también será enseñado y practicado en Egipto (v.18). Los
comentaristas nos dicen que la traducción más correcta de la ciudad nombrada en
el versículo debe ser Heliópolis, la ciudad del sol. Aquella que fue el centro
de la adoración al dios del sol, en un futuro “jurará por Jehová de los
ejércitos”.
Desde el centro hasta la
circunferencia, la nación de Egipto adorará al Señor (v.19). Habrá un altar y un
monumento, probablemente figurativos, que servirán a esa tierra, como en un
pasado lejano sirvió la sangre de un cordero sobre los dinteles de las puertas
de las casas, para salvar a los habitantes de sus opresores. Los egipcios
conocerán a Dios, adorarán por medio del sacrificio y la ofrenda de Cristo, y
caminarán en Su voluntad (v.21).
Egipto fue herido en los versículos
16 y 17, y después, en los versículos siguientes fue sanado. Habrá un
arrepentimiento y perdón nacionales (v.22). Hemos visto, en un capítulo
anterior, que habrá dos puertas de entrada a Israel, cuando los judíos vuelvan
a su tierra, desde todo el mundo. Habrá dos puntos de entrada; uno desde Asiria
y el otro desde Egipto, (11:15-16). Aquí, en el versículo 23, se menciona una
carretera que va desde Egipto hasta Asiria. Vemos la interacción entre tres
países con una armonía fraternal. Es una representación hermosa, especialmente
porque están situados “para bendición en medio de la tierra” (v.24)… es decir, en
los ojos de Dios, éste es el centro del planeta Tierra que será el centro de
mando del cosmos… tres naciones viviendo juntas con una paz perfecta. Esto nos
debe hacer anhelar el reino de mil años de Cristo: “Porque Jehová de los
ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio
obra de mis manos, e Israel mi heredad” (v.25).
Capítulo 20
La
vergüenza de los dos defensores africanos
Ya que el capítulo es corto
y apunta también hacia Egipto y Etiopía, lo veremos brevemente junto a los
capítulos 18 y 19. Describe un evento que tomó lugar en un punto histórico, y
el rey y los lugares donde ocurrió son mencionados. Tiene que ver con Sargón
II, el rey de Asiria y su guerra contra Asdod, una ciudad de los Filisteos, en
el año 711 a.C. (v.1).
Isaías fue convertido en una
parábola personificada. Dios le mandó quitar su ropa exterior como una señal de
lamento y vergüenza (v.2). Con este ejemplo, el Señor avisó a los egipcios y a
los etíopes que Sargón les conduciría avergonzados, sin esperanza y humillados,
tanto a jóvenes como a ancianos al cautiverio, después de derrotar a sus
naciones (vs.3-5). Ellos fueron los defensores fuertes de aquel territorio, y
otras naciones más débiles, especialmente los filisteos, lamentaban su derrota:
“Mirad qué tal fue nuestra esperanza, a donde nos acogimos por socorro para ser
libres de la presencia del rey de Asiria: ¿y cómo escaparemos nosotros?” (v.6).
Dios nos muestra una y otra vez en la Biblia, a todos los habitantes de la
tierra, la extremada insensatez que es buscar apoyo y poner la confianza en
seres humanos. Él es Dios de toda la tierra y Él solo merece nuestra confianza.
Es algo bueno en qué meditar al terminar este estudio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Publicar un comentario