El avivamiento Mukti, I
La pequeña Pandita Ramabai... su altura actual. La mujer que Dios usó para transformar la vida de miles de las mujeres de India |
El avivamiento Mukti, 1a parte
(pulsa las fotos para verlas en grande)
La primera vez que debería haber ido a India fue en diciembre de 2009, pero por problemas con el visado, cambió el plan y fui dos o tres meses después. Al volver de allí, estuve convencido de que no había ido principalmente para compartir, sino para observar lo que el Señor había hecho y a contar la historia a otros. Si hubiera ido con el plan original, no hubiera visitado la región de Pune, donde está la misión fundada por Pandita Ramabai, y no hubiera conocido la historia que sigue.
Kedgaon, 55 kilómetros al este de Pune, es
una aldea difícil de hallar en un mapa de India. Es otro lugar como Nazaret,
sin importancia, pero elegido por Dios con el plan de derramar Su Espíritu y
avivar Su iglesia. Los que conocen los caminos del Señor entenderán que ésta es una característica de Su obra.
avivar Su iglesia. Los que conocen los caminos del Señor entenderán que ésta es una característica de Su obra.
Además, Dios eligió, no a un hombre, sino
a una mujer, despreciada en la cultura de aquellos días. Él la preparó y obró
por medio de ella para llevar a cabo Su planes eternos. Ella era hija de un
maestro de las escrituras hindús, nacida el 23 de abril de 1858, de una casta
alta, la Brahma. Su nombre fue Rama. Contra la cultura de aquel tiempo, este
hombre enseñó a su esposa a leer y ella, entonces, enseñó a su hija. Su niñez fue
muy dura y su padre, madre y hermana, murieron durante un tiempo de hambruna,
antes de que ella cumpliera 20 años. Sólo le quedaba un hermano, que murió
después, así es que ella se quedó sola.
Una ciega entra a la reunión, sonriéndose (como todas). |
En ese mismo año, con 22 años de edad, se
casó con un abogado de una casta baja (causando una tormenta social para ella)
y encontró, entre sus libros, un Evangelio de Lucas. Al leerlo, pudo reconocer
fácilmente la superioridad del cristianismo, comparándolo con el hinduismo. Sin
embargo, su marido no permitió que ella fuese cristiana y, dos años después de
su casamiento, él se murió y la abandonó con una niña de siete meses. En 1883,
fue a Inglaterra con el deseo de convertirse en una doctora. Allí abrazó el
cristianismo y fue bautizada. Pronto después, visitó los Estados Unidos y, en
esas dos naciones, relató la carga que sentía de ayudar a las mujeres de India…
pero sobre todo, a las niñas viudas, que eran maltratadas.
Con la ayuda de algunas iglesias, ella
pudo comprar una gran extensión de terreno en Kedgaon, y empezó a recibir a
estas niñas. De hecho, en poco tiempo, se inundó de gente (dos mil personas,
entre niñas y mujeres). Después, sobrevino una hambruna que duró dos años, y se
edificaron chozas para poder atenderlas.
(Tenemos que entender que esta misión se
concentra en la enorme necesidad de las mujeres y huérfanos de la India. Las
mujeres eran consideradas indignas de recibir una preparación escolar. Al único
dios que ellas podían adorar era a sus esposos, y tenían que estar totalmente
devotas a ellos durante toda la vida. Por ejemplo, muchas veces una niña era vendida
barata a un viejito para ser su esposa. Cuando el marido moría, su familia
culpaba a la pequeña, a la que esclavizaban, maltrataban, e incluso, a veces,
marcaban con un hierro caliente para marcar animales.
Una de tres escuelas en la propiedad de la misión |
Ramabai, sobre todo, se dedicaba a ayudar
a esas “viudas niñas”, aunque también alcanzó a niñas retrasadas, ciegas, etc. Y
aunque estas condiciones han mejorado en la India moderna, la vieja mentalidad tarda
en morir).
En 1891, Ramabai empezó entender las
implicaciones espirituales del cristianismo. Ella escribió: “Una cosa sabía en ese tiempo… y es que necesitaba a Cristo
y no meramente Su religión… estaba desesperada… ¿Qué podía hacer? Mis
pensamientos no podían ayudarme y, de hecho, no me ayudaban. Tenía que llegar al
punto de terminar conmigo misma, rendirme sin condiciones al Salvador, pedirle que
me fuese propicio, que fuese mi justicia y redención, que quitara todo mi
pecado…”
En 1898, ella asistió a la famosa
convención Keswick, que continúa celebrándose cada año en Inglaterra. Por
primera vez, ella escuchó acerca del avivamiento, y después alguien le envió
por escrito la historia del gran avivamiento en Gales. Ella vio que Dios estaba
haciendo una obra tremenda entre Sus hijos y se regocijó al pensar que también podría
hacerla entre los indios. Después, escuchó que Dios estaba moviéndose en
Khassia y en las colinas de Jayantia, en India. Tres años antes, más o menos, de
que Dios derramara Su Espíritu sobre la misión, un grupo de 70 personas voluntarias
empezaron formar un círculo de oración allí.
El Nuevo Testamento traducido por Ramabai en Marathi, el lenguaje de 100 millones de indios |
Dios comenzó su obra tranquila, pero
seguramente. El número de “suplicantes” aumentó hasta llegar a 700. Un espíritu
de oración fue derramado sobre ellos. En la noche del 28 de junio de 1905, una
de las matronas tuvo un sueño (aunque no lo contó hasta el 12 de julio). Ella
vio el edificio de la iglesia rodeado por brasas vivas, e incluso, con llamas
de fuego. Muchas de las chicas, en su sueño, querían apagarlas, pero ella las
dijo que no, hasta que pudieran entender el significado. Entonces, otra mujer
dijo que por nada deberían apagar el fuego, porque no era un fuego común, sino
el fuego del Espíritu Santo, a quién ellas tenían que recibir, porque Dios
quiso dárselo a ellas. Al siguiente día, el 29 de junio, fue muy significativo.
Todo lo que he contado es el trasfondo de la historia, pero lo que sigue serán
las palabras de Rama (Ramabai) misma. Después, otros testigos contarán los
eventos de aquellos días.
“A las 3:45 de la madrugada (29 de junio), J.B. recibió el Espíritu
Santo, y me pidió que viniera. Todas las chicas se habían reunido. Yo fui y
J.B. estaba sentada, exhortando a las otras chicas a arrepentirse, y
testificándoles de que ella había recibido el Espíritu. Había un verdadero
poder en su testimonio. Las chicas estaban orando, confesando sus pecados. J.B.
estaba llorando. Ella dijo: ‘Oh Señor, estoy llena de gozo, pero perdona y
limpia a mis hermanas como lo has hecho conmigo, y dame fuerzas para poder
llevar esta tristeza por sus pecados’. Después, les exhortaba y, repentinamente,
se emitía una alabanza nueva y hermosa”.
Sello postal del gobierno, honrando a Pandita Ramabai |
“La tarde del 30 de junio, mientras la reunión de oración, el Espíritu
de Dios vino sobre la gente que oraba con tal poder que era imposible hacerles
guardar silencio. Rompieron en lágrimas; fuertes clamores se escuchaban por
todo el edificio de la iglesia, mientras observábamos anonadados. ¡No pudimos
imaginar lo que iba a pasar! Niñitas, chicas adolescentes y jóvenes, lloraban
amargamente, confesando sus pecados. Algunas tuvieron visiones y experimentaron
el poder de Dios…, cosas demasiado profundas como para describirlas. Un
Espíritu de oración se derramó como un torrente sobre dos niñitas, y
continuaron en oración por horas. Fueron transformadas por una luz celestial que
brillaba sobre sus rostros”.
“Desde entonces, la obra del Espíritu Santo se ha ido profundizando más
entre nosotros. Una de las chicas mayores, que había pecado contra la luz y estaba
muy endurecida, cayó bajo la poderosa mano de Dios, y fue maravillosamente
salvada. El 5 de julio, la misma chica, nos fue quitada de repente. No tenía
ningún síntoma de enfermedad. Ese día hizo su trabajo con total normalidad y
asistió a la escuela, pero, de repente, enfermó y, en una hora, murió. El
médico y las enfermeras hicieron lo que pudieron para salvarle la vida, pero su
espíritu huyó para estar con Dios. Estaba totalmente consciente hasta el último
momento, y dijo a una de las enfermeras que el Señor estaba a su lado y la
estaba llamando para que fuera con Él”.
“Había venido sobre nosotros un tiempo de depresión. El Espíritu de
Dios me reveló que la depresión vino porque habíamos rehusado dar la gloria a
Dios, al no permitir que el Sr. Ward publicara el evento. Entonces, determiné
alabar a Dios y darle la gloria en público, en la primera oportunidad que
tuviera de testificar delante de gente fuera de nuestro hogar (la misión). Al
decidirlo, la depresión se me fue de inmediato”.
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