El rey del norte
El
libro del profeta Daniel
“Tú, Daniel, cierra
las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin.”
Daniel 12:4
Capítulo 11:1-35 El
rey del norte
1. Y en el año primero de Darío el medo, yo mismo me levanté para
serle fortalecedor y protector.
2. Y ahora te declararé la verdad: He aquí, se levantarán tres reyes más en
Persia, y un cuarto rey obtendrá muchas más riquezas que
todos ellos. Cuando éste se haya hecho
fuerte con sus riquezas, incitará a todo el imperio contra el reino de
Grecia.
3. Se levantará
entonces un rey poderoso que gobernará con gran autoridad y hará lo que le
plazca.
4. Pero cuando se haya levantado, su reino
será fragmentado y repartido hacia los cuatro
vientos del cielo, no a sus descendientes, ni según el poder que ejerció, pues
su reino será arrancado y dado a otros fuera de ellos.
5. Entonces el rey del sur se hará poderoso, y uno de sus príncipes
se hará más poderoso que él y dominará; su dominio será un gran dominio.
6. Y años
después, harán alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para
hacer el pacto. Pero ella no retendrá su posición de poder, ni él permanecerá
con su poder, sino que ella será entregada juntamente con los que la trajeron,
con el que la engendró y con el que la sostenía en aquellos tiempos.
7. Pero se levantará un vástago de sus raíces en su lugar, y vendrá contra
el ejército y entrará en la fortaleza del rey del norte, y contenderá con ellos
y prevalecerá.
8. Aun sus dioses, sus imágenes fundidas y sus vasijas preciosas de plata y de oro
los tomará y se los llevará a
Egipto, y por algunos años
él se mantendrá lejos del rey del norte.
9. Y éste entrará en el reino del rey del sur, y luego
se volverá a su tierra.
10. Pero sus hijos se movilizarán y reunirán una multitud de grandes ejércitos, y uno de
ellos seguirá avanzando e inundará y pasará adelante, para hacer guerra de
nuevo hasta la misma fortaleza.
11. Y se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del
norte. Y éste levantará una gran multitud, pero
esa multitud será
entregada en manos de aquél.
12. Cuando se haya llevado la multitud,
su corazón se enaltecerá y hará
caer a muchos millares, pero no prevalecerá.
13. El rey del norte volverá a levantar una multitud mayor que la primera, y al cabo
de algunos años avanzará con un gran ejército y con mucho equipo.
14. En aquellos tiempos, muchos se
levantarán contra el rey del sur;
los violentos de tu pueblo también se levantarán para cumplir la visión, pero
caerán.
15. Vendrá
el rey del norte, levantará un terraplén y tomará una ciudad bien fortificada;
y las fuerzas del sur no podrán mantenerse, ni aun sus tropas más selectas,
porque no habrá fuerzas para resistir.
16. Pero el que viene contra él hará lo que quiera, y nadie podrá resistirlo; y permanecerá por algún tiempo en la Tierra Hermosa, llevando la
destrucción en su mano.
17. Y afirmará su rostro para venir con el poder de todo su reino,
trayendo consigo oferta de paz, lo cual llevará a cabo. También le dará una
hija de las mujeres para destruirlo, pero ella no le respaldará ni se pondrá a su lado.
18. Entonces volverá su rostro hacia las costas y tomará muchas de ellas. Pero un príncipe pondrá fin a su afrenta; además, hará recaer sobre
él su afrenta.
19. Después
volverá su rostro hacia las fortalezas de su tierra, pero tropezará y caerá, y
no se le hallará más.
20. Y se levantará en su lugar otro que enviará un opresor a través de la
Joya de su reino; pero a los pocos días
será destruido, aunque no en ira ni en batalla.
En el
último capítulo, vimos al Cristo pre-encarnado revelándose a Daniel. Aunque esta
experiencia fue extraordinaria, su vida comprueba que siempre había tenido una
relación con Él. El propósito del profeta era dirigir a sus oyentes y lectores
al Mesías, la única esperanza para Israel y para toda la humanidad; por eso,
escribió en hebreo y en arameo. Para poder profetizar desde el corazón, tenía
que conocer a Cristo personalmente y dar testimonio del poder que obraba en su
propia vida.
Los
capítulos 2 y 7 son semejantes, porque ambos hablan de cuatro imperios
mundiales, desde el tiempo de Daniel hasta el tiempo del fin. En ambos casos,
las profecías señalan el fin del gobierno humano, establecido por la entrada
del Reino de Dios en la tierra. Sabemos, por toda la enseñanza de la Escritura,
que Aquel que reina sobre este Reino es el Rey de reyes y Señor de señores,
quien destruirá personalmente a todos los reinos del mundo que le han
desafiado.
En el
capítulo 3, Él aparece en el horno de fuego de Nabucodonosor como el cuarto
Varón. Él está siempre con Sus siervos fieles, aquellos que rehúsan a comprometerse
o inclinarse delante de los dioses de este mundo o conformarse con los sistemas
terrenales. Él es el triunfante Hijo del Hombre, que no puede ser derrotado ni
destruido. Vence al fuego, anda sobre el agua y rompió el sello del Imperio
Romano, levantándose de la muerte; todo fue para salvar a los Suyos. En el
capítulo 4, Nabucodonosor atraviesa siete años de locura, hasta que se humilla
y reconoce el gobierno soberano del cielo y a su Rey designado (Sal.2:6).
En el capítulo
6, Él libra a Daniel de la boca del león y revela al rey Darío el reino que “no será
destruido y su dominio durará para siempre” (6:26). En el capítulo 8, nombra al Príncipe de
príncipes, a quien Antíoco Epífanes desafió y por quien él mismo fue destruido
(8:25). Después, en el capítulo 9, Él es el Ungido, el Príncipe (9:25), el
Mesías, cuya vida será cortada en el año 33 d.C., pero que volverá para
terminar con el desolador. Pondrá fin a la transgresión, terminará con el
pecado, expiará la iniquidad, traerá justicia eterna, cumplirá la visión y las
palabras de los profetas, y ungirá el lugar santísimo (9:24). Daniel fue un
profeta de Cristo, Jesús de Nazaret.
Seguimos
desde el capítulo 10:21, cuando Gabriel habló de su guerra, junto a Miguel, el
príncipe angelical de Israel, contra el príncipe de Persia. Profetizó de una
batalla venidera con el príncipe de Grecia, y continuó hablando de fortalecer y
establecer al rey Dario en el principio de su reino. Sin embargo, nosotros
estamos estudiando de la visión de Daniel en el tercer año de Ciro. El capítulo
10 fue un prólogo, pero ahora tenemos el contenido de la profecía que nos unirá
al tiempo del fin, desde la última parte de este capítulo y el capítulo 12.
En el versículo
2, Gabriel, aparentemente, habla de lo que está inscrito en el libro de la
verdad (10:21). Por ser tan asombrosamente preciso, los que no tienen la fe
dada por Dios para creer en la profecía, intentan desplazar a Daniel de su
lugar en la historia a unos cuatrocientos años después, aunque no tienen
ninguna evidencia que les respalde. Al hacerlo, están tachando a Daniel de
mentiroso, porque él mismo habló de su presencia en Babilonia y Persia. De
haber sido un mentiroso, Daniel hubiera quedado descalificado como profeta,
pero cuatrocientos años después, casi todo lo que escribió en este capítulo,
sería historia. De la misma manera, los falsos escépticos niegan lo que es
sobrenatural, desacreditan la Palabra de Dios e insultan a su Autor; son hijos
de la condenación eterna y están totalmente incapacitados para manejar Su
palabra.
Gabriel
habla de tres reyes humanos más sobre Persia antes de su caída. El cuarto es el
ilustre rey de Ester, Jerjes o Asuero (486-465 a.C.). Éste fue un famoso y
poderoso monarca, y el libro de Ester nos informa que reinó sobre 127
provincias, desde Etiopía hasta India (Est.1:1). Sin embargo, fracasó en su
campaña contra Grecia; tal fracaso fue el principio del fin del Imperio Persa.
Todos los que, como yo, hemos sido perezosos académicamente y hemos
pensado que con el cristianismo nos aliviaríamos del estudio serio, sufriremos
un shock. Dios es el Dios de la historia, y estamos a punto de recibir una histórica
lección magistral. Por supuesto, para Daniel estas cosas eran futuras y, por
eso, proféticas. Gabriel fue el profesor de Daniel, que obtuvo su materia del
libro del cielo y facilitó a Daniel todos los detalles que estudiaremos.
Observaremos que, una parte de la misma historia relatada aquí, la aprendimos
en el capítulo 8. El poderoso rey de los versículos 3 y 4 es Alejandro Magno, quien
exitosamente conquistó a los persas y todo su territorio. Esparció la cultura
griega sobre el mundo, pero “cuando se haya levantado, su reino será
fragmentado”. Esto sucedió porque murió en el año 323 a.C. sin dejar ningún
heredero; por ello, sus cuatro generales mantuvieron un largo conflicto,
luchando entre ellos para ganar lo más posible de los fragmentos de sus
conquistas.
La profecía delante de nosotros tiene que ver con las divisiones del
norte y el sur, en relación a Israel. Las partes principales de sus territorios
eran Siria, al norte, y Egipto, al sur. Fueron llamadas las dinastías
seléucidas (de Siria) y los ptolemeos (de Egipto), en nombre de los dos generales
de Alejando que habían conquistado esos territorios, Seleuco y Ptolomeo. Los
conflictos relatados en los versículos del 5 al 20, perduraron casi dos siglos.
Sus ejércitos tenían que pasar por Israel para poder acceder el uno al otro, razón
por la que Israel ha estado involucrado en tantas guerras. Tiene una posición estratégica
entre África y Asia, y además es la única conexión por tierra entre los dos
continentes, siendo también la puerta a Europa por Turquía.
Cleopatra I Sira |
A continuación, y muy brevemente, intentaré resumir 200 años de historia.
Debido a ventajas políticas, la hija del rey del sur se casó con el rey del
norte, pero ellos, junto a su pequeño hijo, fueron asesinados por la ex-esposa
del mismo rey (v.6). Con estas muertes terminó el tratado entre el sur y el
norte, y el hermano de la princesa egipcia, Ptolomeo III Evergetes, conquistó
Siria (vs.7-8). Después, Siria fracasó en su ataque contra Egipto (v.9), pero
los descendentes seléucidas continuaron con el conflicto durante décadas
(v.10). Entre los años 222 y 203 a.C., el ejército egipcio ganó ventaja (vs.11-12),
pero se levantó otro conflicto, cuando un gran ejército de Siria atacó otra vez
a Egipto (v.13). Incluso los judíos se involucraron en la guerra para poder
ganar la libertad de Egipto (v.14), pero ellos fracasaron, e Israel, “la
Tierra Hermosa”, cayó en manos del rey del norte (vs.15-16).
Lo que sigue nos enseña acerca de una antepasada de la famosa Cleopatra,
esposa de Marco Antonio de Roma. En el año 192 a.C., ella, Cleopatra Sira, fue
dada en matrimonio por su padre, Antíoco III el Grande, al rey ptolemaica, para
espiar a Egipto. Sin embargo, ella traicionó a su padre
(v.17).
En este punto de la historia, empieza el importante papel de Roma como el
cuarto imperio. Antíoco III, queriendo vencer a Grecia, fue desafiado por el
príncipe romano, mencionado en el versículo 18, y volvió derrotado a su tierra
(v.19, año 190 a.C.). Los romanos demandaban tributo del siguiente rey sirio y,
al intentar levantar los impuestos (fíjate en el RV60) de su pueblo para
pagarlo, el rey fue envenenado (v.20).
21. En su lugar se levantará un hombre despreciable, a quien no se le han otorgado
los honores de la realeza. Vendrá cuando haya tranquilidad y se apoderará del
reino con intrigas.
22. Las fuerzas abrumadoras serán barridas ante él y destruidas, así como también el
príncipe del pacto.
23. Y después que se haya hecho alianza con él, actuará con engaño,
y subirá y ganará poder con poca gente.
24. En un tiempo de tranquilidad entrará en los lugares más
ricos de la provincia, y logrará lo que nunca lograron sus padres, ni los
padres de sus padres; repartirá entre ellos despojos, botín y riquezas, y
contra las fortalezas urdirá sus intrigas, pero sólo por un
tiempo.
25. Incitará su fuerza y su corazón contra el rey del sur con un
gran ejército; y el rey del sur movilizará para la guerra un ejército muy
grande y muy poderoso, pero no podrá resistir, porque urdirán intrigas contra
él.
26. Y los que comen de sus manjares lo
destruirán; su ejército será barrido
y muchos caerán muertos.
27. En cuanto a los dos reyes, en sus corazones
maquinarán el mal, y en la misma
mesa se hablarán mentiras; pero esto no tendrá éxito, porque el fin aún ha de venir en el tiempo señalado.
28. Entonces volverá a su tierra con grandes riquezas, pero pondrá su corazón
contra el pacto santo; actuará contra éste, y volverá a su tierra.
29. En el tiempo señalado volverá y entrará en el sur, pero esta última vez
no resultará como la primera.
30. Porque vendrán contra él naves de Quitim, y se desanimará; volverá y
se enfurecerá contra el pacto santo y actuará contra él; volverá, pues, y
favorecerá a los que abandonen el pacto santo.
31. Y de su parte se levantarán tropas, profanarán el santuario-fortaleza, abolirán el
sacrificio perpetuo y establecerán la abominación de la desolación.
32. Con halagos hará apostatar a los que obran inicuamente hacia el pacto,
mas el pueblo que conoce a su Dios se mostrará fuerte y actuará.
33. Y los entendidos entre el pueblo
instruirán a muchos; sin embargo,
durante muchos días caerán a espada y a
fuego, en cautiverio y despojo.
34. Cuando caigan, recibirán poca ayuda, y muchos se unirán a ellos
hipócritamente.
35. También
algunos de los entendidos caerán, a fin de ser refinados, purificados y
emblanquecidos hasta el tiempo del fin; porque aún está por
venir el tiempo señalado.
Estos versículos tienen que ver otra vez con Antíoco Epífanes, una figura
muy importante en la historia de Israel y del mundo entero, ya que es un
prototipo del Anticristo final, el gran anti-semita. En las porciones del
capítulo 8 (9-14; 23-25), fue llamado el cuerno
pequeño y, en este capítulo, veremos más detalles sobre su reinado y su antisemitismo.
Todos los prototipos del Anticristo y el Anticristo mismo, comparten esta
característica.
Daniel, junto con otros profetas, revela el secreto tras el antisemitismo
a través de toda la historia y hasta el tiempo presente. Recuerdo haber visto
una caricatura política hace muchos años en la que sonaban voces desde el
edificio de las Naciones Unidas en New York. Hablaban varios asuntos, pero la
voz que unificaba a todas siempre era la que decía: “¡Propongo que condenamos a
Israel!” No hace mucho tiempo, el primer ministro de Israel, Benjamín
Netanyahu, habló al cuerpo general de las Naciones Unidas, manifestándoles su
asombro por su constante oposición hacia Israel desde sus comienzos. Tras una
pausa, después de una frase, y durante unos 40 segundos, sin decir nada, fijó
su mirada en cada representante que estaba sentado delante de él.
Daniel nos mostró las fuerzas espirituales que operan tras
los imperios mundiales, embajadores de Satanás entre las naciones, que
demuestran su odio por el Creador, oponiéndose a Su pueblo. Nada ha cambiado;
lo vemos con nuestros propios ojos en el siglo XXI. Es fácil comprobar que
Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma, tenían una meta común;
oprimir a Israel. La ideología de Adolfo Hitler, manifestada en su libro, El Tercer Reich, estaba inspirada en el Santo Imperio Romano de Carlomagno, demostrando
así su gran anhelo y pasión por avivar el Imperio Romano. La última solución de Hitler, su intento de erradicar la raza judía,
matando a seis millones de judíos en campos de concentración, le convirtió en
un buen candidato como prototipo del Anticristo. Muchos critican a los
cristianos de su día por pensar que, en verdad, Hitler era el Anticristo, pero ellos
no estaban lejos de la verdad; ciertamente, estaban más cerca que los que les
ridiculizan.
Antíoco Epifanes |
Por esta razón, Antíoco IV Epífanes tiene un papel tan
significante que tomar en el libro de Daniel. Fue el más cruel de los reyes del
norte, “el hombre
despreciable, a quien no se le han otorgado los honores de la realeza”. Él se aferró al poder “con intrigas”, antes de que el hijo del rey seléucida pudiera subir al trono. Su victoria sobre
los ejércitos egipcios, “con inundación” (la misma palabra hebrea utilizada
en el versículo 22, es la del 9:26), se refiere a un ataque militar violento (en
9:26, la profecía tiene que ver con Jerusalén, que fue “inundada” militarmente
en el año 70 d.C.) sobre los ptolomeos, y “el príncipe del pacto”, el
sumo sacerdote, Onias, fue asesinado en la guerra por su mismo hermano, quien
le traicionó, en cooperación con los sirios. La terminología relacionada con
Israel y los judíos sobresalta en estas profecías… por ejemplo: el príncipe del pacto, la Tierra Hermosa, un
Ungido, son expresiones relacionadas con Israel.
Mientras
muchos competían entre ellos para ganar el poder en el día de Antíoco, él mismo
se unió con los grupos más pequeños, pero por su gran astucia, pudo ejercer control
sobre Siria y ganar territorio en Egipto, desde Menfis hasta Alejandría. Negoció
de forma “pacífica”, fingiendo
amistad y haciendo regalos, ganando así más territorio que cualquier otro rey
del norte. Derrotó y cautivó al rey oponente del sur, Philometer, que fue
traicionado por sus propios consejeros, y murió en una batalla feroz. Antíoco
dividió el poder de los ptolomeos, pero con el tiempo se volvieron a unir.
Aún con todo el engaño de Antíoco y sus manipulaciones
en Egipto, nada pudo alterar la agenda del Señor… “el fin aún ha de venir en el tiempo señalado”. Dios es Señor
soberano sobre todo. Cuando el rey seléucida volvió con grandes riquezas a
Siria, pasó por Israel y, otra vez, la terminología nos demuestra que el pueblo
de Dios estaba involucrado… “pondrá su
corazón contra el pacto santo”. Entonces, las catástrofes que estudiamos en
el capítulo 8, tuvieron lugar en Jerusalén; mató a miles de judíos e hizo miles
de prisioneros, vendiendo a 40.000 de ellos como esclavos.
“En el tiempo
señalado”, otra vez marchó
contra Egipto, pero esta vez no tuvo éxito. Las naves de Quitim eran romanas y estaban
aliadas con Egipto. Antíoco no quiso enfrentarse a Roma y dirigió su odio
contra Israel; se unió a los judíos apóstatas que también odiaban el sistema y
adoración de Jerusalén. Sus soldados profanaron el templo, como vimos en el
capítulo 8. Atacaron Jerusalén el sábado, matando a hombres, mujeres y niños.
Detuvieron los sacrificios y el rito de la circuncisión, y sacrificaron un
cerdo sobre el altar. El 15 de diciembre del año 167 a.C., pusieron una estatua
del dios Zeus en el templo. Esto fue llamado por los judíos “la abominación desoladora”, pero esta no
fue la última vez que apareció tal abominación. En el siguiente artículo hablaremos
de ello.
Los
judíos apóstatas rompieron su pacto con Dios para hacerlo con el engañoso Antíoco,
pero, como en el tiempo de Isaías y ahora, hubo un remanente entre los judíos
que eran fieles a Dios. El patrón será igual en los últimos tiempos. Estos eran
judíos que “conocen a su Dios” en
una relación personal y no podían negarle. Estaban firmes y no tenían miedo de
predicar la verdad contra la peligrosa oposición. Ellos resistían la corriente
de su día, razonaban con el corazón del pueblo y eran suficientemente sabios como
para poder instruir en la verdad y hacer que muchos se volvieran al Dios de la
verdad. Nuestra misión es la misma en estos días de mentalidad apóstata.
Es
posible que Dios nos llame a enfrentar la persecución, como pasó en este
periodo entre los dos testamentos, antes de la primera venida de Cristo. Había
espada, fuego, cautiverio y despojo. Pero, no todos los sabios eran cien por
cien fieles, y supongo que en estos días podemos esperar lo mismo. Según revela
la Palabra, ellos cayeron, pero como eran del Señor, Él cambió su fracaso en
santificación. ¡Fueron refinados, purificados y emblanquecidos, a pesar de sus
imperfecciones!
Todavía
el libro nos habla de “el tiempo
señalado”. Daniel veía estos eventos como asuntos del tiempo del fin y
ahora nos escribirá acerca de ellos. Jesús habló en Su día de una “abominación desoladora”, todavía como
algo que acontecerá en el futuro. Pablo, en 2 Tesalonicenses, capítulo 2, pudo
predecir que se levantaría un gran engañador en los últimos tiempos. Juan
escribió el Apocalipsis, después de la caída de Jerusalén en el año 70 d.C., y
por eso sabemos que todavía acontecerá una tribulación en el futuro para
nosotros, los que vivimos en el siglo XXI.
Sin
embargo, ahora concluiremos este artículo, porque la lección de la historia ha
sido un poco larga. En el próximo, terminaremos el capítulo 11; desde Antíoco Epífanes
hasta el Anticristo.
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