Entradas Recientes
Lowell Brueckner

Ingrese su dirección de correo electrónico:


Entregado por FeedBurner

¡Tendrás que renacer! Segunda Parte

Etiquetas:



 

Os invito seguir estudiando conmigo sobre el tema importantísimo de nacer de nuevo. Como estoy presentandolo en forma de un guión, tú mismo puedes desarrollar el tema, apuntando en tu propio cuaderno u ordenador cosas que te explica o te aclara más sobre el tema y sobre cada apunte que estoy presentando. Por eso, juntamente vamos haciendo el estudio… 


 
III. La doctrina del apóstol Juan


A. En la introducción de su Evangelio: Juan 1:12-13: “A todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no nacieron de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Contrastados con los que no le conocieron ni le recibieron en v. 10 y 11, este nacimiento viene a los que sí, le reciben (aceptando y no rechazando) y creen en Él. Ellos creen que Él es verdadero, pero también creen hasta el punto de poner toda la confianza en Él. En este primera parte del capítulo se trata de confiar en Su persona. Entonces, hay una declaración muy fuerte, insistiendo que Dios es el único que puede llevar acabo este nacimiento y no hay absolutamente ningún elemento humano involucrado. Hay una negación triple de cualquier cosa que el hombre pueda hacer para participar en esta obra. 

(Wesley) “Son hechos hijos de Dios, no según sangres, sea genealogías, como, por ejemplo, ser hijos de Abraham, por generación natural (deseos), o por la voluntad de los hombres (por elección o adopción). Toma lugar en el corazón, entendiendo que el corazón es el centro de la personalidad que controla todo el ser. No es un cambio en la relación o la verdad, pero somos cambiados porque el principio de vida es puesto dentro de nosotros.”  (Lloyd-Jones)  “Los santos del Antiguo Testamento también nacieron de nuevo… hay sólo un gran pacto de gracia…”  (Wiersbe). “Todos los que reciben a Cristo nacerán de nuevo y entrarán a la familia de Dios.”

Por supuesto, un nacimiento tiene que ver con la vida, y un nacimiento espiritual involucra la vida de Dios. Juan utiliza la palabra vida 36 veces en su Evangelio. El opuesto de la vida es la muerte y la persona que no ha creído en Jesucristo está muerta espiritualmente y no tiene la vida de Dios, la vida eternal, la vida abundante. ¡Nenes no pueden ser fabricados, ni tampoco pueden los cristianos!  La única manera de entrar en la familia de Dios es por medio del nuevo nacimiento.

B. En la enseñanza de Jesús a Nicodemo: Juan 3:3,7… “Respondió Jesús, y le dijo: ‘De cierto, de cierto te digo: El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios’… ‘No te maravilles de que te haya dicho: Os es necesario nacer de nuevo.’” Este acontecimiento abre el entendimiento al Reino de Dios. También da entrada al Reino. Tiene que pasar, porque no hay otra cosa en la vida que tiene valor, si no acontece. No podemos agradar a Dios sin esto. Junto con el principio de perdón, tiene que acontecer una transformación de naturaleza, o si no, continuaremos encendiendo la ira de Dios y estaremos siempre en un estado de enemistad con Él. Nicodemo es un buen ejemplo de una persona, estudiado en la Escritura, pero no comprende su significado espiritual. Seguramente sabe de las profecías de Jeremías y Ezequiel, pero le hace falta totalmente experimentar lo que ellos profetizaron.   

Tenemos que volver al capítulo dos para ver lo que estaba sucediendo en la sociedad religioso, precisamente en la noche cuando Nicodemo hizo su visita: 2:23-25… “Mientras estaba en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, al observar las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se confiaba a ellos, porque Él conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre.” De este ambiente viene Nicodemo. Es un hombre que ha logrado mucho y es considerado un líder distinguido entre su pueblo. Es un hombre moral y un defensor serio de la justicia. ¡Pero ay! No ha nacido de nuevo. Una enseñanza adicional, añadida al vasto conocimiento que ya ha obtenido, no le ayudaría. Sí, se ha equivocado en el sentido de pensar que necesita a Jesús como un rabí que le enseñara algo más,  pero sin embargo, ha venido sinceramente y con cierto reconocimiento de tener una necesidad. En el versículo 7, el “os” es plural, y nos damos cuenta que es más que un mensaje para Nicodemo, sino está citado en el Evangelio para todas las personas.  

1. El viento. Debemos decir tres cosas sobre el viento en versículo 8: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va, así es todo el que ha nacido del Espíritu.” 1) Sopla donde quiere, confirmando que es una obra del soberano Dios, haciendo Su voluntad, y nadie más puede invertir su voluntad en el asunto. 2) Los efectos son notables; no puedes dudar que el viento está soplando y haciendo ruido. 3) Aún en el día de sofisticados instrumentos, nadie puede predecir exactamente como va a soplar el viento. Los meteorólogos, por eso, hablan de porcentajes de probabilidades de lluvia o sol. El viento no deja patrones. En todas Sus obras, el viento del Espíritu trata con los individuos en distintas maneras y cada obra es única… no se repite… como vemos en la creación de cada copo de nieve… cada uno distinto de los demás… e igual como cada punto del dedo. La obra del Espíritu no puede ser copiado, totalmente explicado o comprendido.

2. El agua. “De cierto, de cierto te digo: El que no nazca de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios (v.5). Tenemos que mencionar el agua aquí y referir a Tito 3:5 otra vez: “No por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino según su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo.” Puedes ver claramente que el lavamiento es una obra espiritual, relacionado con la regeneración y podemos referir también a Efesios 5:26, “en el lavamiento del agua con la palabra”. El lavamiento es por la palabra y la palabra es esencial en el evangelismo. La palabra tiene que ser proclamada para dirigir a las personas a un nuevo nacimiento. Lo tienes también en Santiago 1:18: “Él, porque quiso, nos engendró con la palabra de la verdad para que seamos primicias de sus criaturas.” Entonces, lo tienes en 1 Pedro 1:23: “Siendo reengendrados… por medio de la palabra de Dios” Desde un principio podemos y debemos remover inmediatamente el agua física o sea, el bautismo en agua, como un medio en la regeneración.  ¿Por qué? 1) Porque el bautismo siempre tiene que ver con la muerte, en el simbolismo bíblico, no con el nacimiento. 2) Porque el agua física nunca puede hacer una obra espiritual. El agua temporánea no puede hacer una obra eterna. El agua terrenal no puede hacer una obra celestial. Has nacido de arriba (como indica la palabra griega, que fuera mejor traducido, “Tendrás que nacer de arriba”). 3) El verdadero pueblo de Dios nunca han visto que el bautismo pueda producir un nuevo nacimiento. ¡Cuídate de los que lo enseñan, porque son muchos! Están bajo un engaño que te dirige lejos de la salvación por la gracia.

Hay una interpretación más moderna que concluye que el agua, a que refirió Jesús, tuvo que ver con el nacimiento primero o natural, pero esta doctrina no ha pasado la prueba del tiempo y tenemos que estar muy sospechosos de “nuevas enseñanzas”. Es la Palabra de la Escritura, viva y eficaz, bajo la inspiración del Espíritu Santo, que guía a la gente en la dirección del nuevo nacimiento. Esta es la que es predicada a vosotros, según la enseñanza de Pedro sobre el nuevo nacimiento. Lloyd-Jones dice:”La palabra te lleva al nacimiento. El medio es la palabra. Sin embargo, no hace la obra de regeneración. Primeramente, el corazón tiene que abrirse por medio de la palabra.”. El agua de que habló Jesús a Nicodemo fue la misma agua de que habló a la mujer samaritana. El agua limpia y sacia la sed. Siempre tiene que ver una obra limpiadora y entonces la vida es derramada en el ser.   

C. En la epístola de Juan 1 Juan 2:29 (él que ha nacido de Dios): “Si sabéis que Él es justo, sabréis también que todo el que obra la justicia ha nacido de Él.” Los que nacen de Dios son como Él que les hizo nacer. Principalmente, Juan enseña que los que han nacido de Dios practican la justicia. Son justos, hechos así según la justicia de Cristo. El Cordero puro tomó el pecado sobre Sí, y entonces lo quitó por medio de su sacrificio para el pecado, por lo cual hemos sido declarados no culpables. Ahora, su estilo de vida sigue de acuerdo con el nacimiento que han tenido en Cristo.

1. Cada quien que practica la justicia ha nacido de Él y cada quien que ha nacido de Él practica la justicia. “TODOS Sus hijos son como es Él” (Wesley). No cabe duda que Dios es justo y podemos estar seguros que todos Sus hijos practican la justicia. Es imposible hacer la justicia sin el nuevo nacimiento. 1 Jn.3:9… “Todo el que es nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede pecar, pues es nacido de Dios.” El que no practica la justica es un impostor, no nacido de Dios verdaderamente. Es del diablo (v.8). El cristiano verdadero no puede seguir en el pecado, sino que tiene que vivir según la simiente divina que está en él. La simiente de él = la simiente de Dios. Esto es semejante a la que enseña Hebreos 12:14: “La santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. El principio de santidad es implantado por medio del nuevo nacimiento. Pedro cita a Levítico 11:44, cuando enseña, “Sed santos, porque Yo soy santo” (1 P.1:16). Es la simiente divina adentro, lo que nos obliga, por naturaleza, de perseguir a la santidad.

2. El amor divino (agape) es implantado por medio del nuevo nacimiento. 1 Jn. 4:7-10… “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor procede de Dios; todo el que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoció a Dios, porque Dios es amor. En esto fue manifestado el amor de Dios en nosotros: En que Dios envió al mundo a su Hijo unigénito, para que vivamos por medio de Él. En esto está el amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.” El amor es la fuerza motivadora de la nueva naturaleza. Si ágape no es presente en una vida, es una prueba que aquella persona nunca ha conocido a Dios. Puede amar, según un amor humano y natural, pero no por un amor ágape. Si solamente camina en un amor natural, no ha conocido a Dios, porque Dios es ágape… amor verdadero. El amor de Dios es manifestado a nosotros, porque vivimos y amamos por medio de Cristo. El amor verdadero no origina en el corazón humano, sino que es manifestado a nosotros por medio de la cruz y es manifestado por medio de nosotros a causa del nuevo nacimiento. Este amor único que sólo viene de Dios es la prueba que hemos nacido de nuevo. Lo que escribió Warren Wiersbe me ayuda mucho entender lo que Juan está diciendo…

Warren Wiersbe: “Dios es amor. Esto no quiere decir que “el amor es Dios”. Y el hecho de que dos personas “se aman” no significa que su amor necesariamente es santo. Se ha dicho correctamente que “el amor no define a Dios, sino que Dios define lo que es el amor”. Dios es amor y Dios es luz; por eso, Su amor es un amor santo, y Su santidad se expresa en el amor. Todo lo que hace Dios expresa lo que Él es. Aún sus juicios son medidos por el amor y la misericordia (Lam.3:22-23).
Mucho de lo que se llama “el amor” en la sociedad moderna no tiene que ver, ni es relacionado al amor santo y espiritual de Dios. Aunque vemos banderas con las palabras “¡Dios es amor!” demostradas en muchos festivales, especialmente donde la juventud está haciendo “su cosa” – como si uno pudiera sofisticar la inmoralidad por llamarlo “el amor”.
El amor cristiano es un amor especial. 1 Jn.4:10 se puede traducir así: “En esto está el amor VERDADERO”. Existe un amor falso y Dios tiene que rechazar ese tipo de amor. El amor que es la misma esencia de Dios tiene que ser espiritual y santo, porque “Dios es espíritu” y “Dios es luz”. Este amor verdadero “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Ro.5:5).
El amor, entonces, es una prueba válida de la verdadera fe cristiana. Porque Dios es amor, y nosotros profesamos una relación personal con Dios, de necesidad revelamos Su amor en la manera que vivimos. Un hijo de Dios ha “nacido de Dios” y por eso él es participante de la naturaleza divina de Dios. Porque “Dios es amor”, cristianos deben amarse. ¡La lógica es indiscutible!
No solamente hemos “nacido de Dios”, sino que también “conocemos a Dios”. En la Biblia, la palabra ‘conocer’ tiene un significado mucho más profundo que un entendimiento o un conocimiento intelectual. Por ejemplo, la palabra ‘conocer’ es usada para describir la unión intima entre marido y esposa (Gé.4:1). Conocer a Dios significa estar en una relación profunda con Él… compartir con Él Su vida y gozarse en Su amor. Este conocimiento no es simplemente por entender hechos; es una manera de percibir a la verdad. 1 Juan 2:3-5… En esto sabemos que lo hemos conocido: si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo lo conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que obedece su palabra, en éste verdaderamente se ha perfeccionado el amor de Dios; por esto pues sabemos que estamos en el.”
Tenemos que entender DE ESTA MANERA el versículo 8 en 1 Juan 4, que dice: “El que no ama, no ha conocido a Dios”. Entonces ¿Qué pasa con la gente no cristiano a que ama a su familia y hasta se sacrifica por el bienestar de ella? Aunque no cabe duda de que muchos de ellos tienen un entendimiento intelectual de Dios, no quiere decir que le conocen. ¿Entonces qué les falta? Les falta una experiencia personal con Dios. Podemos parafrasear 1 Juan 4:8 así: ‘La persona que no tiene este tipo de amor divino nunca ha entrado en un conocimiento personal y experimental de Dios? lo que sabe está en su cabeza, pero nunca ha llegado a su corazón.
Lo que Dios determina es lo que debemos ser. “Como Él es, así somos nosotros en el mundo” (1 Jn.4:17). El hecho de que los cristianos se aman comprueba su comunión con Dios y su posición de ser hijos de Dios, y también es la evidencia que conocen a Dios. Su experiencia con Dios no es algo que les vino una vez en la vida como una crisis; es una experiencia diaria de conocerle siempre mejor. La verdadera teología (el estudio de Dios) no es un curso seco y no práctico de doctrina… ¡es una experiencia emocionante día a día que nos hace ser como Cristo!”

3. Dios ha hecho la obra de la regeneración en nosotros. Lo vemos otra vez en 1 Juan 5:1… “Todo el que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo el que ama al que engendró, ama al que ha sido engendrado por Él” Por la fe hemos confiado en Jesús. Creemos que Él es el Cristo y hemos depositado nuestras vidas en Él, sea en Sus manos, y respondiendo a esa fe, el nuevo nacimiento dentro de nosotros reconoce como hermanos todos los demás hijos de Dios, a quienes amamos con el amor de Dios. Es el amor entre dos naturalezas iguales. Son amados por nosotros, porque su vida y naturaleza procede del Padre.

4. En el versículo 4, Juan nos enseña que “lo que es nacido de Dios vence al mundo”, y es por la fe que Dios nos ha dado. “Ha vencido” o “habiendo vencido” es el tiempo del verbo que sigue en el mismo versículo, como un hecho ya acontecido. Juan ya ha dicho, (2:15-17) que “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”… no es nacido de Dios, porque ágape no está en él. Santiago lo confirma, “La amistad del mundo es enemistad para con Dios… Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios” (4:4). Porque el hijo de Dios tiene el amor y la fe de Dios en él, no es vencido por el mundo. El que es vencido del mundo, no es nacido de Dios. La fe no desfallece en el creyente, aunque el creyente mismo falla (como Pedro), la fe le hará volver. La fe en Dios y en su Palabra dirige al creyente hacia el cielo y sobre la tentación de mundo.

5. Ahora, Juan nos da una seguridad tremenda, terminando su epístola, 5:18… “Sabemos que todo el que es nacido de Dios no peca (continúa andando en pecado habitualmente), pues el que fue engendrado por Dios* lo guarda, y el maligno no lo agarra.” (*La anotación en la Biblia Textual dice: Esto es, Jesús el Mesías). Por medio del nuevo nacimiento, tenemos a Uno viviendo en nosotros para guardarnos. Pedro, por supuesto, está de acuerdo, inspirado por el mismo Espíritu Santo que inspira a Juan. 1 Pedro 1:3,5… “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que… nos hizo renacer… que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe…” Esta también fue la confianza del salmista: “Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda… El Señor es tu guardador… El Señor te guardará de todo mal, Él guardará tu alma. El Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” (121:2,3,5,7). Jesús nos da Su palabra, como el Pastor fiel (Jn.10:28): “Nadie las arrebatará de mi mano”.   


0 comentarios:

Publicar un comentario