Mi hermana Jean
Las dos personas, queridas para mí, que más he visto
sufrir, fueron mi hermana y mi padre. Me parece que estas cosas apenas pasaron
ayer. Mi hermana tenía tremendos dolores de cabeza debido a la leucemia; decía
que era como si la pincharan los ojos con agujas. Mi padre, durante muchos
años, sufría dos veces a la semana unos dolores de corazón insoportables. Se
iba a la cama, gimiendo y agarrándose el pecho. El color de su piel se volvía
gris y, al tocarle, estaba frío.
Espero que alguien pueda aprovechar de esta parte de la
vida de mi hermana. Ella era aún adolescente, estaba en su último año de escuela.
Nunca se me olvidará la tarde, sentado en una reunión de campamento, en la que
mi hermana mayor me llamó fuera para decirme que a Jean la habían diagnosticado
leucemia aguda. Tengo que confesar que todavía siento dolor al preparar este
artículo. Pero este mensaje es sobre la
esperanza. ¡Ha venido Uno para llevarnos más allá del sepulcro, a una eternidad
de felicidad!
Una amiga de la familia envió hace poco tiempo una carta
a mi hermana, Phyllis, que mi hermana, Jean, le había escrito a ella. Esta
amiga era adolescente cuando nuestro padre dirigía un grupo de nativos
americanos en Oneida, Wisconsin. Su padre ayudó al padre nuestro en aquella obra. Jean
escribió esa carta pocos meses antes de irse al cielo para estar con el Señor
en 1957. Tenía 18 años. Se graduó en su hogar celestial poco antes de finalizar
la escuela. Creo que Phyllis recibió esta carta, más o menos, al mismo tiempo
que el documento que colgué aquí en el blog con el testimonio de nuestro padre.
Si has leído el libro, Lo
que palparon nuestras manos, sabrás un poco sobre la historia de Jean.
También sabrás cómo el Espíritu Santo se movía en el norte de Minnesota en una
manera poderosa al mismo tiempo. Jamás he experimentado algo igual en toda mi
vida. El Señor permitió que Jean pudiera aprovechar de esos días antes de llevársela
con Él.
Si no has leído Lo
que palparon nuestras manos, puedes hacerlo. Solamente déjame saberlo. Algunas
personas han contado cómo leyeron el libro llorando de gozo y tristeza a la vez.
Hemos recibido muchos comentarios. Fue escrito originalmente en inglés y,
además de estar traducido en español, también está en alemán, rumano y muy
pronto en búlgaro.
Bien, no estoy escribiendo esto con la intención de
promocionar mi libro, sino porque pienso que sería una bendición para tu vida. Solamente
quiero que el pueblo de Dios pueda saber que tenemos un Amigo que está más
cerca que un hermano y que nos lleva por valles donde un amigo humano no podría
estar a nuestro lado. Debes estar seguro de que tienes tal Amigo… que murió en
tu lugar y estará a tu lado cuando mueras. Nunca tendrás otro como éste.
A continuación, quiero compartir contigo algunos extractos
de la carta que Jean escribió a su amiga. Después, me gustaría que leyeras algo
de lo que Phyllis escribió a la misma amiga después de la muerte de Jean.
Querida E….,
En verdad Satanás siempre intenta desalentar a una persona,
pero es maravilloso tener a Alguien en quien puedas fijarte en los tiempos de
desaliento. Estoy muy agradecida por tener un Padre celestial a quien clamar
cuando necesito ayuda.
Ahora estoy en casa, en Cass Lake (después de haber estado
en el hospital en Minneapolis) y estoy disfrutando mucho. Fui a la reunión de
oración el miércoles por la tarde. El lugar estaba repleto. El avivamiento está
llegando y sobre toda la región de Cass Lake las almas están salvándose. Además,
algunas personas han sido sanadas.
Todo lo que he hecho desde que estoy en casa es hornear
galletas de Navidad y pastel de fruta... Esta tarde, la gente de la iglesia me pidió
que fuera con ellos a cantar al hospital. Tengo muchas ganas de hacer algo por
mi Señor. Él ha hecho tanto por mí, que quiero hacer lo que Él ordena en mi
vida.
Ah sí, te quiero contar más de las reuniones de oración. En
medio de la última, el dolor de garganta desapareció completamente. Las
personas alabaron mucho al Señor. Yo creo que es tiempo de que nosotros nos
despertemos y empecemos a vivir una vida que agrade al Señor.
Pudiera seguir escribiendo mucho más, pero tengo que
escribir más cartas, así que terminaré ya.
Con amor y oraciones
Jean
Tenía que
ser en junio de 1957 cuando Phyllis escribió a la misma amiga.
Los doctores dijeron que no podían
hacer más por Jean, así que interrumpieron todos los medicamentos y las
transfusiones de sangre. Jean preguntó a Mamá si su cama estaba preparada. Mamá
la abrió y ella se acostó. Ya estaba ciega. Antes tenía dolores de cabeza, pero
oraron y no hubo más dolor. El domingo, a última hora, ella miró hacia el techo
varias veces y sonrió. Mamá, Papá y la Sra. Bunker, pensaban que había una
radio encendida, porque escucharon una música con una armonía perfecta antes de
que Jean muriera, pero no fue así. Ella abrió sus ojos una vez más y entonces
los volvió a cerrar.
La reunión del funeral fue
maravillosa. Earl Quesnell dio el mensaje. Un trio cantó, “Todo valdrá la pena,
al ver a Jesús” y “Cuando pierdo mi vida, la hallaré Señor en Ti”. Una solista
cantó, “Cuan grande el Él”. La escuela donde ella estudiaba envió un autobús y
todos sus compañeros de curso asistieron. El Día de Memoria (un día en el que se conmemora a los
que han sido matados en la guerra) fuimos
a ver el desfile en el que Jean hubiera marchado con la banda de la escuela. En
lugar de graduarse en el instituto, se graduó de esta tierra al cielo.
...........................
Muy duro, seguro, pero con señales de la mano de un Dios
amoroso detrás de todo, conduciéndonos por esta tierra hacia la patria
celestial. ¿Cómo sería vivir la vida sin Él? Ni lo quisiera imaginar.
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