Dios, el Espíritu
Oraciones y devociones puritanas
del libro El valle de la visión por Arthur Bennett
Oh Señor Dios,
No oro tanto por virtudes como por el
Espíritu mismo, pues percibo su ausencia y actúo en todo por medio de mi propio
espíritu. No me concedas deseos débiles, sino el poder de su presencia, pues
esa es la forma de tener todas sus virtudes, y cuando tengo el sello dispongo
así también de su impronta. Él puede sanar, ayudar, avivar, y humillar rápida y
fácilmente, y al ser eterno puede proporcionar la gracia eternamente.
Sálvame de grandes impedimentos, de
contentarme con una pequeña porción del Espíritu, de creer que no me darás más.
Cuando sienta su ausencia, ilumina mi vida y mi fe, pues cuando estoy sin ti, o
bien me encuentro en tinieblas y no puedo verte, o Satanás y mis facultades
naturales me contentan con una luz escasa, para que no siga buscando el
Espíritu de vida. Enséñame, pues, lo que he de hacer.
¿Debiera humillarme y no instigar a mi corazón?
¿Debiera meditar y utilizar todos los medios para acercarle, sin contentarme
con uno solo, sino confiando en que me bendiga por medio de la utilización de
todos, dependiendo de tu luz, y esperándola siempre, a través del uso de
medios?
¿Es un deber o un error orar y buscar la
plenitud del Espíritu en mí? ¿Me equivoco acaso al sentirme vacío del Espíritu
porque no perciba su presencia en mi interior, cuando siempre estoy sumamente
vacío y podría estar más lleno por medio de la fe en Cristo? ¿Fue la plenitud
del Espíritu en los apóstoles principalmente un poder que, más allá de sí
mismos, les dio existencia en Cristo, en quien estaba su vida y su gozo?
Enséñame a encontrar y conocer la plenitud
del Espíritu únicamente en Jesús.
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