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Lowell Brueckner

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La necesidad de tener a Cristo

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Recuerda; No vamos a escribir toda la porción de la Escritura en este artículo. Espero que tengas la Biblia abierta y me sigas al intentar una lección expositiva.

5. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 4

Es fácil darse cuenta de que a veces las divisiones de los capítulos en la Biblia no han sido inspiradas. Por ejemplo, el último versículo del capítulo 2, “dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?”, conecta perfectamente con la primera parte del capítulo 3. El benigno consejo del Señor prepara a su pueblo para el deterioro del liderazgo descrito en ese capítulo. Y al entrar en el capítulo 4, vemos fácilmente que es una continuación de los últimos dos versículos del capítulo 3.

Las consecuencias de la guerra

Los versículos 25 y 26 del capítulo 3 hablan de guerra, de la muerte de los jóvenes y fuertes, y del luto que sigue. Como resultado, la población masculina ha sido severamente reducida y el capítulo 4 comienza con una descripción de en qué condiciones han quedado: “Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio”.

Si vemos literalmente los números mencionados, tenemos una proporción de siete mujeres por cada hombre. La guerra ha traído pobreza y enfermedad, como fue dicho en 3:18-24. Quitaron sus ornamentos y ropas de gala a las mujeres, y fueron vestidas de ceñimiento de cilicio y cuerdas, en lugar de cinturón. Durante el cautiverio, sufrieron hediondez, las raparon la cabeza y se quemaron, por estar trabajando bajo el sol.

Sin embargo, ahora están preocupadas por algo que parece afectarles más aún; su oprobio. Es tan fuerte para ellas que, en una humillación desesperada, acuden a un hombre para rogarle el matrimonio, aunque tuviera otras esposas. Podríamos  entenderlas mejor si fuesen buscando apoyo, refugio, alimento y vestido, pero no es el caso, porque ellas prometen sostenerse por sí mismas.

En la cultura de aquellos días, sufrían más desgracia siendo solteras y estériles que por estar en una relación de poligamia. Querían adquirir el nombre de un marido y tener el honor de pasarlo a la siguiente generación. Quizás quieras estudiar el caso de Raquel, para que te hagas una idea de las necesidades de las mujeres en los tiempos del Antiguo Testamento. Estas necesidades eran especialmente urgentes en Israel por el advenimiento del Mesías y el honor de darle entrada al mundo. (He escrito un artículo sobre esta necesidad y puedes hallarlo en este blog. Sencillamente puedes escribir Dame hijos, o si no, me muero, en la ventana de búsqueda al lado derecho).

La necesidad de tener a Cristo

El versículo 1 estaría totalmente aislado en este capítulo si no fuera por la necesidad y el honor que acabo de describir. El Señor puso en el corazón de las mujeres israelitas este poderoso anhelo instintivo de dar a luz hijos, para poder asegurar la venida del Mesías futuro. La raza hebrea tenía que ser fundada, propagada y, después de la aniquilación parcial y necesaria, causada por el juicio desde Génesis hasta Mateo, repoblada. El enemigo, por su parte, estaba entregado a la aniquilación total de este pueblo. Ahora, ¿podemos captar esta céntrica y sobrecogedora necesidad de tener un Mesías? Cristo fue la esperanza para Israel y el mundo entero. En el corazón de Dios ninguna otra cosa en el universo era más esencial que Su venida.

¿Acaso piensas tú que no le necesitas? Tienes que buscarle tan desesperadamente como estas mujeres buscaban un marido y como Raquel buscaba tener un hijo. Era más necesario que la vida para ella y, de hecho, dio su vida al nacer su segundo hijo. ¡Vamos a ajustar nuestras prioridades! Es esencial tener a Cristo para que nuestra vida tenga significado; después, es nuestra obligación compartirle con el mundo. No hay sentido en este planeta aparte de Él.

El resto del capítulo es mesiánico; apunta al lector hacia Cristo. Brilla con la esperanza, especialmente después del trasfondo de un estado extremo, descrito en el versículo 1 y el capítulo anterior. Aprendemos un principio valioso: Mientras el mundo se hunde en la desesperación y las tinieblas, si nosotros tenemos nuestros ojos fijados en el Señor, ¡no veremos más que la gloria por delante! Él es suficiente para borrar totalmente la oscuridad y llenar nuestras vidas con luz, hasta derramarse. Si aprendes a mirar hacia arriba, siempre estarás encima de las circunstancias de la vida.

El renuevo

“El Renuevo de Jehová” (v.2) es un término mesiánico y es utilizado por los profetas Isaías, Jeremías y Zacarías. Como hemos declarado antes, Cristo es la única esperanza para Israel y el mundo entero. “El Renuevo” es como se traduce el nominativo hebreo. En Zacarías 6:12, el Mesías es nombrado como “el Renuevo”. Su nombre significa un atributo, que es una parte de Su esencia, y apunta hacia el ministerio que llevará a cabo. Saltará de Su ser. Dondequiera que se encuentre este término, quiere decir que Él brotará de un tronco que ha sido cortado. Quizás el versículo que más lo aclara es el que escribió Isaías más adelante: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces” (11:1).

Creo que será muy bueno examinar brevemente un argumento de Job. Por supuesto, Job se encuentra en un estado pesimista, pero esto no quiere decir que no esté viendo las cosas correctamente. Dice que “si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; Retoñará aún, y sus renuevos no faltarán… más el hombre morirá, y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?... Así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo, no despertarán ni se levantarán de su sueño” (Job 14:7,10,12). Job nos hace el favor de destruir el engaño de la reencarnación. El hombre no volverá en ninguna otra forma, y no hay nada en la Biblia que nos sugiera tal cosa. Junto con el engaño de la reencarnación, vamos a dejar también a un lado condolencias a veces ofrecidas a los seres queridos de un difunto: “Todavía estará con vosotros cuando os acordéis de las palabras que os habló”… o como una canción que dice que los cuerpos de los soldados muertos fertilizan las flores que brotan de la tierra encima de sus sepulturas. ¡Pobres consuelos, pienso yo!

Podemos estar seguros de que Job no está negando la resurrección. Él declara definitivamente: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19:25-26). ¡No se puede hablar más claramente de la resurrección del cuerpo! Sin embargo, esta resurrección no se encuentra de forma natural dentro del cuerpo humano. El cuerpo está destinado a volver al polvo desde la caída de Adán: “Pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gn.3:19). La esperanza de la resurrección para Job fue en la vida de su Redentor, y Jesús dijo: “Porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Jn.14:19).

Job dice que hay más esperanza para un árbol que para el hombre natural. Señala al árbol para dar esperanza, e Isaías dice que Cristo es el Renuevo que brota de un tronco inútil para traer la esperanza renovada a la nación de Israel. Una nación decaída experimentará de nuevo las bendiciones del reino de David, pero con una gloria que lo excederá. Cuando son injertados los gentiles, entonces Él es la esperanza de las naciones.

Hermosura en lugar de ceniza

Aquí encontramos una revelación de Cristo dada al remanente redimido de Israel, y es puesta delante de nosotros para que nos fijemos y conozcamos Sus atributos. Él es hermoso y glorioso. No leas solamente las palabras; toma tiempo para mirar dentro del invisible y meditar sobre el insondable. Lo que puedas captar enamorará tu corazón; y lo que no puedas captar servirá para provocar una adoración en el Espíritu.

Eres hermoso más allá de toda descripción,
Demasiado maravilloso para las palabras,
Demasiado asombroso para la comprensión,
Como nada jamás visto o escuchado;
¿Quién puede captar Tu sabiduría infinita?
¿Quién puede sondear la profundidad de Tu amor?
La majestad entronada en el cielo.

Y estoy… estoy asombrado de Ti,
Estoy… estoy asombrado de Ti,
Dios santo a quién pertenece toda la alabanza,
Estoy asombrado de Ti.

Será la hermosura de su Cristo lo que transformará a Israel. El Retoño llevará fruto y será segado de la tierra para la gloria de Dios. Les quitó todo el adorno de las hijas de Sion, pero el remanente de Israel restaurará el orgullo nacional y será adornado con la santidad (v.3). Estos han sido elegidos y sus nombres son hallados en el Libro de Vida. También están registrados entre los verdaderos israelitas. De alguna manera, los antiguos registros serán descubiertos. ¡Alabado sea Él, que es capaz de lavar todo lo inmundo y limpiar la sangre tan absolutamente como para no dejar ni un rastro de inmoralidad o crueldad!

He titulado un artículo anterior, tomado del capítulo 1, “La restauración por medio del juicio”, y aquí vemos otra vez el poder redentor del juicio en el versículo 4, “con espíritu de juicio y con espíritu de devastación”. La devastación aquí se refiere a lo que queda después de haber pasado el fuego consumidor. Ninguna impureza, ningún insecto o microbio puede resistir al fuego. Las tormentas pueden arrancar los árboles, transportar objetos lejos de sus orígenes, torcerlos y deformarlos, pero el fuego no dejará nada más que ceniza después de él. Ningún crimen podrá ser perdonado y ninguna ofensa quedará sin castigo. El juicio de Dios cae y Su nombre justo es vindicado. Él ha pronunciado la sentencia y ha caído. Solamente de esta manera Israel será restaurado… por el juicio y el fuego del Espíritu Santo. 

Desde el tronco retoña el Renuevo; desde la ceniza salta la hermosura. El espíritu de juicio y la devastación fue el prototipo de un juicio que vendría cuando la ira de Dios cayera sobre el monte Calvario y Su Hijo fuera ofrecido en sacrificio. La llama de ese holocausto subió al trono de Dios y su olor grato entró en la nariz del Juez celestial, aplacando así Su ira y satisfaciendo la justicia para siempre. Este fue el momento en el que la devastación fue transformada en protección; una nube y una llama de gloria como un dosel sobre Su pueblo (v.5) de día y de noche. “El Verbo fue hecho carne y tabernaculizó (griego para habitar) entre nosotros” (Jn.1:14). Él fue el verdadero propiciatorio que cubría el arca que contenía los Diez Mandamientos, “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Col.2:14).

Esta es la segunda vez que la profecía de Isaías llega hasta el Milenio. Existen cumplimientos temporáneos sobre los siglos. Uno fue el regreso de los judíos de Babilonia (que era futuro para Isaías); otro fue el regreso de los judíos a Israel a principios del Siglo XX, la primera vez desde la destrucción por Tito en 70 d.C. Así, la historia se ha ido repitiendo, esperando su cumplimiento final, cuando la tercera parte de Israel sobrevivirá a un asalto futuro contra Jerusalén. La ofrenda del Mesías, a la que se refiere Isaías, avala a Israel hasta el fin. Después de aquel juicio, Cristo vendrá como su protector; como un refugio contra todos los ataques perpetrados contra el pueblo de Dios (v.6); como un cumplimiento mayor que la protección que le fue provista en el desierto. El salmista conoció este lugar de seguridad: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré… No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día… Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación” (Sal.91:1,2,5,9).


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