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Lowell Brueckner

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13 - 19 Septiembre Meditaciones diarias de los Salmos

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13 de Septiembre Salmo 90:1-8

1. Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.
2. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el
     siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
3. Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertios, hijos de los
     hombres.
4. Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y
     como una de las vigilias de la noche.
5. Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la
     hierba que crece en la mañana.
6. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca.
7. Porque con tu furor somos consumidos, y con tu ira somos turbados.
8. Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu   
     rostro.

  Dios mismo fue el galardón de Abraham y es el refugio del salmista. Él es
suficiente, porque es la fuente de todas las cosas. En el cielo no hay necesidad
de sol ni luna, porque Él es la luz. Si en verdad somos extranjeros y peregrinos
en esta tierra, este Salmo y el próximo nos aseguran que el Señor mismo es nuestro
reposo. Lo más atractivo en tiempo de avivamiento es la presencia evidente del
Espíritu Santo, quien nos revela la persona de Cristo. No son los acontecimientos
del avivamiento lo que buscamos, sino al Dios del avivamiento. Él, en primer
lugar, nos da de sí mismo en la persona de Su Hijo y después mediante el don
del Espíritu Santo. El Espíritu está con nosotros hasta el fin del mundo. ¿Puede
Dios darnos algo más o mejor? ¿Nos ofrece el evangelio algún beneficio más
grande? Dios nos dio de sí mismo para hacernos Suyos y utilizarnos en el
desarrollo de Su plan eterno.
 
Los Salmos nos animan a volvernos al Dios eterno. El hombre lucha para existir
70 u 80 años, pero nosotros lo único que tenemos que hacer es ir a Él, para quien
mil años son como un día. Con el fin de despertarnos para acudir a la fuente de
las bendiciones eternas, Dios puede mandarnos calamidades. Él arruina nuestros
planes finitos para que entremos en lo que es infinito.


14 de Septiembre Salmo 90:9-17

9. Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros
     años como un pensamiento.
10. Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son
ochenta años, con todo su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto
     pasan, y volamos.
11. ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser  
     temido?
12. Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón
     sabiduría.
13. Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos.
14. De mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos
     todos nuestros días.
15. Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y los años en que vimos
     el mal.
16. Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos.
17. Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, y la obra de nuestras
     manos confirma sobre nosotros; sí, la obra de nuestras manos confirma.

  De la misma manera que los israelitas fueron destinados a vagar por cuarenta
años en el desierto, así pasa la vida del hombre, como una rutina, llegando pronto
a su fin terrenal. Por eso Moisés quería vivir en la presencia de Dios. Muchos
años antes de que él compusiera esta canción dijo: “Si tu presencia no ha de ir
conmigo, no nos saques de aquí”. Su presencia hace florecer el desierto, y Moisés
y sus seguidores tenían muchos motivos para gozarse cada día. Tenemos que atar
la sabiduría a nuestros corazones y buscar como vivir en la plenitud de Su voluntad
todos los días. El hombre se hace insensato cuando se rebela en contra de su
Creador.
  ¡Oh Dios, haz Tu obra y manifiesta Tu gloria! No importa si nuestra situación
no mejora, sólo queremos que Tu luz esté sobre nosotros. En el lugar que sea, Él
es todo lo que necesitamos. Deseamos que nuestras vidas cuenten para la eternidad,
como sucedió con Moisés, aunque murió en el desierto.


15 de Septiembre Salmo 91:1-4, 9

1. El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del
     Omnipotente.
2. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien
     confiaré.
3. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.
4. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y
     adarga es su verdad.
9. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu  
     habitación.

  El primer versículo del Salmo 91 le une al Salmo 90, ya que continúa con el
tema de vivir en la presencia de Dios. De una vez y para siempre debemos
abandonar el concepto de un cristianismo que solamente es la parte religiosa
de nuestra existencia. El cristianismo es nuestra vida y provee todas nuestras
necesidades. Incluye nuestra habitación, que es un lugar secreto y escondido. La
manera en la que Dios nos trata para asegurar nuestra protección, esconde cierto
misterio. En tiempos de guerra ningún gobierno deja saber sus planes ofensivos
o defensivos. Los secretos del Señor están reservados para los que le temen. El
mundo, el diablo y aun la carne, ignoran lo que Dios está haciendo con los
cristianos.
  Esta morada está en un lugar muy alto. Las alturas siempre son buscadas como
lugares de defensa, y por eso hoy en día el hombre trata, con todo su afán, de
conquistar el espacio más allá de la atmósfera de la tierra. Sin embargo, Dios
provee para los Suyos un lugar en las alturas aun más cómodo y seguro: el abrigo
del Altísimo. Jesús dijo: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina
junta sus polluelos!” El salmista escribe acerca de: sombra, plumas y alas.
Representa al Altísimo como si fuera una gran gallina acogiendo a Sus hijos
debajo de Sus alas. ¿Qué nos puede tocar allí? Pablo dijo: “Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros?” “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados...nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús”.
El Salmo 91 es el Romanos 8 del Antiguo Testamento.
  El versículo 9 repite la afirmación del capítulo anterior de que la persona misma
del Señor es nuestra habitación. No es un lugar de recreo ni una cabaña para
las vacaciones, tampoco es un sitio donde pasar el verano ni un retiro para el
invierno. Nuestro hogar espiritual no es una cosa, sino una persona. Esta verdad
tiene que ser una realidad en nuestras vidas. ¿Quieres vivir allí, o no? Jesús,
haciéndonos responsables de la elección de quedarnos en Él, declaró: “Si
permanecéis en mí...” ¿Quieres que Él sea tu morada permanente y constante?


16 de Septiembre Salmo 91:2-13

2. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien  
     confiaré.
3. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.
4. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y
     adarga es su verdad.
5. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día,
6. Ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día
     destruya.
7. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará.
8. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos.
9. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu
     habitación,
10. No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada.
11. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus
     caminos.
12. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra.
13. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón.

  Confiar no es un hobby, es un trabajo diario. Es el oxígeno espiritual que
necesitamos para poder respirar. No vamos a tener fe en Dios solamente para
alguna cosa en concreto, sino que vamos a entrar en un lugar de confianza para
todas las cosas; en todo tiempo. Este lugar es guardado por la verdad, la cual nos
librará del error y del pecado atractivo y engañoso. Los negros temores de la
noche y los ataques insolentes del día son desviados por esta verdad.
  Existen trampas de engaño y error, que han sido ideadas para atar al cautivo
bajo el dominio de un poder forastero. También existen plagas espirituales que
llegan con gran fuerza, actuando en territorios completos y tocando casi todos
los hogares. Son imitaciones de avivamientos escogidas por el diablo.
  Los que Dios ha escogido son apartados para servirle. Dios los sella y los guarda,
mientras otros, miles de veces más numerosos que ellos, caen frente al ataque.
Si nuestra morada es el Señor, entonces las plagas que llegan a nosotros son las
que Él ha permitido que pasen. Los planes del enemigo se deshacen frente a la
puerta de nuestro hogar. Los ángeles nos atienden y nos levantan en sus alas antes
de que tropecemos. Ellos no sólo protegen nuestras veredas, sino que hacen de
nuestros pies un arma para aplastar leones, áspides y dragones, que son matados
por nuestra manera de caminar.


17 de Septiembre Salmo 91:14-16

14. Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en
     alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
15. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré
     y le glorificaré.
16. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.

  “En mí ha puesto su amor…le pondré en alto”. Ponte en los brazos del Señor
y Él te dará la victoria en medio de conflictos y peligros. Dios está muy interesado
en desarrollar una amistad y comunión personal con nosotros. Él quiere que
experimentemos personalmente Su carácter (que es Su nombre) para poder decir:
Yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos”. Él provee algo más que
una simple vía de escape, nos lleva a la honra y a la victoria. Dios sólo tiene en
Su mente una victoria completa. No solamente nos da vida, sino vida en
abundancia. Quiere revelarnos todo lo que tiene que ver con nuestra salvación.
Haz que el Altísimo sea tu habitación, ámale y Él te conducirá a la liberación y
a los beneficios que la siguen.


18 de Septiembre Salmo 92:1-6

Cántico para el día de reposo
1. Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;
2. Anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche,
3. En el decacordio y en el salterio, en tono suave con el arpa.
4. Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; en las obras de tus
manos me gozo.
5. ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos.
6. El hombre necio no sabe, y el insensato no entiende esto.

  El Salmo se titula: “Para el día de reposo”. Este día es para gloriarse en las
obras del Señor; entramos en Su reposo seguros de Su misericordia y anticipamos
Sus obras durante el día. Por la noche, cuando miremos hacia atrás tendremos
evidencias de Su fidelidad. En el día de reposo celebramos los hechos de Dios.
Isaías dijo: “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad...entonces
te deleitarás en Jehová”. Él guiará tus pies en las cosas que valen la pena. Hay
un canto que dice: “¡Oh, qué deleites más puros en una sola hora que paso ante
tu trono!” Lo que el mundo nos ofrece son bocados fugaces y engañosos que
se disuelven antes de que puedan ser saboreados. Experimentar a Dios es un
deleite perdurable en la boca y una plenitud satisfactoria en las entrañas. La
meditación brota desde el corazón, envuelve el alma, y abre los ojos a la magnitud
de la obra del Señor. Esta experiencia puede ser sobrecogedora. No hay manera
de que el hombre del mundo pueda comprenderlo, ni siquiera en lo más mínimo,
e intentar explicárselo es como si hablaras con un muro.


19 de Septiembre Salmo 92:7-12

7. Cuando brotan los impíos como la hierba, y florecen todos los que hacen
     iniquidad, es para ser destruidos eternamente.
8. Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.
9. Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová, porque he aquí, perecerán tus
     enemigos; serán esparcidos todos los que hacen maldad.
10. Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; seré ungido con
     aceite fresco.
11. Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; oirán mis oídos de los que se
     levantaron contra mí, de los malignos.
12. El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano.

  Los malignos se levantan, pero sólo para caer desde un nivel más alto. Su
prosperidad es momentánea. No importa lo que uno pueda alcanzar en el tiempo
presente, sino lo que permanece en la eternidad. Nunca debemos fijarnos en lo
práctico; en lo que parece traer resultados y éxito inmediatos. En el día del Señor
debemos tomar tiempo para alzar los ojos, poner la vista en el Altísimo, y dejar
de mirar, al menos por un día, al mundo que nos rodea. Es un tiempo especial en
el cual le damos a Dios la oportunidad de que nos enseñe asuntos celestiales. En
ese día consigue aceite fresco, la unción, y levántate a las alturas en el Señor.
Florece, no como la hierba, sino como la palmera fructífera, y desde allí podrás
discernir bien las cosas que brotan rápidamente en los niveles más bajos, pero
que pronto se secan y mueren.


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