27 Septiembre - 3 Octubre Meditaciones diarias de los Salmos
27 de Septiembre Salmo 95:7-11
7. Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su
mano. Si oyereis hoy su voz,
8. No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, como en el día de
Masah en el desierto,
9. Donde me tentaron vuestros padres, me probaron, y vieron mis obras.
10. Cuarenta años estuve disgustado con la nación, y dije: Pueblo es que
divaga de corazón, y no han conocido mis caminos.
11. Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo.
La palabra clave de este Salmo, inspirada por el Espíritu, es “si”, como lo fue
para la iglesia de Laodicea; “Si oyereis hoy su voz” y “si alguno oye mi voz”.
El requisito para entrar a las excelencias de Dios, tiene que ver con la capacidad
de oír. Debemos procurar que esta facultad mejore en nosotros. Nos ayudará
mucho aprender a adorar, guardar silencio y escuchar, pero la ayuda más eficaz
es la obediencia. No endurezcas tu corazón a S u voz, sino aprende a responder
de inmediato. E ste es un Salmo para hoy. No refleja experiencias del pasado,
ni es una preparación para el futuro. En momentos como éstos, el enemigo
procura despistarnos, o mejor dicho, nos ofrece otras alternativas para que así
endurezcamos nuestro corazón. El Salmo demanda una respuesta inmediata,
llevándonos a una crisis que no espera un minuto. Nos amonesta del peligro
existente de entristecer a Dios, con la consecuencia (presentada con una
declaración con juramento) de no entrar en su descanso. ¡Debes temer y temblar
ante la maldición de una oportunidad perdida! Muchos hoy en día están bajo la
maldición de vivir vagando sin propósito en un desierto espiritual. Debes estar
muy atento a este aviso. Dios en Su misericordia nos concede el hoy.
28 de Septiembre Salmo 95:9-11
9. Donde me tentaron vuestros padres, me probaron, y vieron mis obras.
10. Cuarenta años estuve disgustado con la nación, y dije: Pueblo es que
divaga de corazón, y no han conocido mis caminos.
11. Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo.
Muchos ven las obras de Dios pero no conocen Sus caminos. La primera
generación de israelitas vio la tierra prometida pero no entró en ella. Lo que
vieron les sirvió solamente para tentar, probar y, finalmente, disgustar a Dios.
Nunca dieron el gran paso de fe de cruzar el Jordán. Nosotros corremos el mismo
peligro por nuestro conocimiento de la santidad y el avivamiento. Tenemos
que abrir la puerta de nuestros corazones sin reservas para poder creer en verdad
y entrar por fe.
Este Salmo nos guía al capítulo 4 del libro de Hebreos. Existe un reposo para
el pueblo de Dios; el que ha entrado en Su reposo descansa de sus obras, dado
que el poder de la palabra de Dios es el principio que gobierna su vida. El hecho
de orar (fíjate en He. 4:16) prueba que no confiamos en las posibilidades humanas
ni en nosotros mismos, sino que vamos al trono de gracia para obtener misericordia
y gracia en tiempo de necesidad.
29 de Septiembre Salmo 96:1-9
1. Cantad a Jehová cántico nuevo; cantad a Jehová, toda la tierra.
2. Cantad a Jehová, bendecid su nombre; anunciad de día en día su
salvación.
3. Proclamad entre las naciones su gloria, en todos los pueblos sus
maravillas.
4. Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; temible sobre
todos los dioses.
5. Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los
cielos.
6. Alabanza y magnificencia delante de él; poder y gloria en su santuario.
7. Tributad a Jehová, oh familias de los pueblos, dad a Jehová la gloria y el
poder.
8. Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrendas, y venid a sus
atrios.
9. Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda
la tierra.
Los que entraron pueden cantar un cántico nuevo. No puedes cantar las
canciones del Señor en una tierra extraña, como tampoco puedes cantar un cántico
del desierto en la tierra prometida. Nuestra canción tiene que estar en armonía
con nuestra experiencia.
Los Salmos nos enseñan que todas las alabanzas del mundo son requeridas para
devolver con intereses al Creador la honra y la majestad. Es una deuda que no
ha sido pagada. El Hacedor, quien formó al hombre y sopló sobre él aliento de
vida, debe recibir la alabanza que le corresponde. El hombre, en su rebeldía, se
ha vuelto a otros dioses que no han hecho nada por él, sin embargo da su vida
por ellos, temiéndoles y adorándoles. En nuestros corazones esto debe ser algo
inaceptable. Debemos alzarnos con celo santo para la honra del Señor, ya que
todos los dioses de las naciones son ídolos diabólicos. Son falsos, engañosos y
destructivos, pero reciben mucha atención de gente que gasta dinero y derrama
su sangre para alimentarles.
30 de Septiembre Salmo 96
1. Cantad a Jehová cántico nuevo; cantad a Jehová, toda la tierra.
2. Cantad a Jehová, bendecid su nombre; anunciad de día en día su
salvación.
3. Proclamad entre las naciones su gloria, en todos los pueblos sus
maravillas.
4. Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; temible sobre
todos los dioses.
5. Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los
cielos.
6. Alabanza y magnificencia delante de él; poder y gloria en su santuario.
7. Tributad a Jehová, oh familias de los pueblos, dad a Jehová la gloria y el
poder.
8. Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrendas, y venid a sus
atrios.
9. Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda
la tierra.
10. Decid entre las naciones: Jehová reina. También afirmó el mundo, no
será conmovido; juzgará a los pueblos en justicia.
11. Alégrense los cielos, y gócese la tierra; brame el mar y su plenitud.
12. Regocíjese el campo, y todo lo que en él está; entonces todos los árboles
del bosque rebosarán de contento,
13. Delante de Jehová que vino; porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al
mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad.
No hay un verdadero santo de Dios que no sea un misionero en el corazón. Está
convencido de que el mundo entero tiene que aprender “el cántico nuevo” y
bendecir Su nombre. “El cántico nuevo” es un canto misionero. La obra misionera
es una labor de amor y celo por el Señor. Ahora es el tiempo para una clara
demostración de la gloria de Dios entre las naciones. Sólo el Espíritu Santo,
obrando por medio de Su pueblo, puede manifestar Su gloria y maravillas. La
salvación quiere decir nacer del Espíritu, por eso la obra es completamente Suya.
El evangelio que llevemos a los últimos confines de la tierra, tiene que enseñar
a los paganos que el Señor debe ser alabado y temido. Los dioses nativos tienen
que ser rechazados y destruidos. El evangelio declara que Jesús es Rey y demanda
que toda rodilla se doble. Su reinado sobre el mundo empieza ahora en corazones
santos.
4º TRIMESTRE
A lo largo de este último trimestre examinaremos el Salmo más corto y también
el más largo. Los que no buscan con todo el corazón son desviados por el Espíritu
Santo. Los menos diligentes posiblemente serán desanimados al leer el capítulo
119 por ser muy largo, y por ello perderán algunos de los tesoros más preciosos
contenidos en el almacén de la palabra de Dios. En este Salmo veremos promesas
famosas y frecuentemente citadas. Para que no se hiciera demasiado gravoso, los
hebreos lo dividieron en 22 partes, titulando cada una ellas con una letra de su
alfabeto. Veremos una por una cada parte, y esperaremos ser enriquecidos. Lo
que leeremos tiene que ver con la ley del Señor, Su consejo completo, y el valor
de los estatutos y testimonios que el Señor ha puesto a nuestra disposición.
No pases rápidamente por el Salmo 117 sólo porque sea demasiado corto.
Detente y medita en él. Jesús avisó a Sus discípulos diciéndoles: "Mirad, pues,
cómo oís." Tenemos que ir más allá de la esfera del intelecto y llegar a lo que
es más profundo que las emociones. Sólo así podremos escuchar con los oídos
del corazón.
Las alabanzas aumentan y se hacen más eufóricas a medida que nos acercamos
al final del libro. Los problemas y las oraciones son semejantes al resto, pero
es evidente que al llegar a ese punto, el salmista ya ha probado la fidelidad del
Señor y su alma se eleva por encima de las circunstancias. Esto tiene que ver con
haber experimentado una confianza completa. Los Salmos transmiten mucho
más que solamente poesía y canción. Narran la biografía de un hombre bendecido
por Dios que no anduvo en consejo de malos, ni en camino de pecadores, ni en
silla de escarnecedores se ha sentado, sino que se ha deleitado y ha meditado
en las palabras del Eterno. Ha aprendido a orar bien y ha alcanzado un nivel muy
alto de madurez espiritual.
Veamos si podemos atrapar un poco de la brisa que sopla desde el pico del
monte de Sion, mientras resuena la estrofa del canto de Johnson Oatman Jr.:
Encima del mundo quiero vivir
Aunque los dardos del enemigo sean arrojados contra mi
Porque desde un lugar más elevado
El sonido gozoso de los Santos la fe ha escuchado.
1 de Octubre Salmo 97:1-2, 12
1. Jehová reina; regocíjese la tierra, alégrense las muchas costas.
2. Nubes y oscuridad alrededor de él; justicia y juicio son el cimiento de su
trono.
12. Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad.
Nunca dudes de que el Señor sí reina. Todas las personas le pertenecen y llegarán
a experimentar el efecto completo de Su reino, aunque ahora esté escondido de
los ojos de quienes no pueden traspasar las nubes y la oscuridad que rodean Su
gloria. Ese día causará gran regocijo a los siete continentes e islas del mar. Hoy
en día existe un remanente esparcido por la faz de la tierra que puede verle a
pesar de las nubes. Ellos se gozan y reconocen la completa autoridad y soberanía
del Señor Jesús. Su señorío no representa un problema para ellos, quienes con
gusto rinden sus tronos. El primer paso a la santidad es reconocer la autoridad
gobernante de Cristo.
2 de Octubre Salmo 97:2-9
2. Nubes y oscuridad alrededor de él; justicia y juicio son el cimiento de su
trono.
3. Fuego irá delante de él, y abrasará a sus enemigos alrededor.
4. Sus relámpagos alumbraron el mundo; la tierra vio y se estremeció.
5. Los montes se derritieron como cera delante de Jehová, delante del Señor
de toda la tierra.
6. Los cielos anunciaron su justicia, y todos los pueblos vieron su gloria.
7. Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla, los que se
glorían en los ídolos. Póstrense a él todos los dioses.
8. Oyó Sion, y se alegró; y las hijas de Judá, oh Jehová, se gozaron por tus
juicios.
9. Porque tú, Jehová, eres excelso sobre toda la tierra; eres muy exaltado
sobre todos los dioses.
Ayer mencionábamos el primer paso hacia la santidad. El segundo, es apreciar
la justicia y el juicio de Dios. La justicia es el modelo absoluto a través del
cual Dios gobierna Su reino, y el juicio es la medida que toma para asegurarse
de que Su modelo se sostiene. Los hombres rebeldes resisten estas palabras por
considerarlas duras y frías. Son pequeños dioses llenos de arrogancia que se
levantan para desafiar falsamente al Rey de Justicia. El amor que Dios tiene por
la justicia es un obstáculo insuperable, y no dejará que puedan llevarse a cabo
sus propósitos pecaminosos. Ellos rehúsan someterse a Él, pero Su juicio
consumirá todos sus esfuerzos y aun sus propias vidas.
Por otro lado, el pueblo de Dios se regocija ante un juicio que es capaz de
derretir las montañas, derribar los ídolos y provocar temblores. La naturaleza
divina que ellos poseen gobierna sus vidas y no aceptan vivir de otra manera.
Anhelan una manifestación de Su gloria que confunda la adoración humanista y
destruya todo lo que ésta produce. Cuando el fuego celestial consume los planes
y esfuerzos de la injusticia, Sion se regocija.
3 de Octubre Salmo 97:2-3, 5, 7, 10-12
2. Nubes y oscuridad alrededor de él; justicia y juicio son el cimiento de su
trono.
3. Fuego irá delante de él, y abrasará a sus enemigos alrededor.
5. Los montes se derritieron como cera delante de Jehová, delante del Señor
de toda la tierra.
7. Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla, los que se
glorían en los ídolos. Póstrense a él todos los dioses.
10. Los que amáis a Jehová, aborreced el mal; él guarda las almas de sus
santos; de mano de los impíos los libra.
11. Luz está sembrada para el justo, y alegría para los rectos de corazón.
12. Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad.
El tercer paso hacia la santidad es aborrecer la maldad. Los que no son motivados
por Su amor, no entenderán la intolerancia de los santos y su desgana en participar
“con las obras infructuosas de las tinieblas”. Los que en verdad pertenecen a
Dios poseen un apasionante odio hacia toda forma de malicia, y no son engañados
por los espejismos del éxito humano. Están buscando lo que les preservará y les
libertará en el futuro, cuando el fuego de Dios arda en el juicio. Ellos han podido
atravesar las nubes y tinieblas que rodean la gloria de Dios, y han entrado a la
luz y al gozo. Los santos ven y confían, mientras que los impíos vagan en tinieblas
y confusión. Los justos se regocijan en Su santidad, mientras que el mundo
está apenado por la destrucción ardiente ocasionada por ella. Cuando el reino
enemigo de Dios caiga, Su pueblo se alegrará (Ap. 18:20). La santidad perdura
sobre todo, porque Él es santo y, sin la santidad nadie verá al Señor. La santidad
es la hermosura y gloria de Dios.
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