El Sacerdote Rey
Un estudio expositivo de Zacarías
6:9-15
Uno de los
beneficios de hacer un estudio versículo tras versículo de un libro de la
Biblia es que podemos ver la unidad de pensamiento con el resto de la Biblia.
Zacarías concuerda y armoniza correctamente tanto con el Antiguo Testamento
como con el Nuevo. Muchos de los que no estudian cuidadosamente la Biblia
pierden el “tenor” o la “divina mentalidad” de la Escritura y fácilmente
vagan, saliéndose por la tangente. Esta es otra manera de decir que sacan un
versículo o una porción de su contexto. Pero, si hemos estudiado cuidadosamente
la Biblia, cuando leemos o escuchamos una interpretación privada de cierto
versículo, inmediatamente nos vendrá a la cabeza: “No puede ser, se ‘está
saliendo por la tangente’, contraria al resto de la Escritura. Esto no está de
acuerdo con la mente de Cristo”. Ahora te pediría, por favor, que vayas al
capítulo 6 de Zacarías y sigas esta enseñanza con tu propia Biblia.
Una revelación
La coronación de Josué
Habiendo cumplido Su voluntad en la tierra del Norte, una obra de
propiciación que le hizo reposar, Dios sigue adelante con la obra de restablecer
a Israel de nuevo en su tierra. Dios sigue revelando Sus propósitos a Zacarías
(v.9). Las revelaciones anteriores le fueron dadas a través de visiones, pero
de aquí en adelante ya no describe cosas que ve, sino cosas que Dios le ha
dicho; son revelaciones audibles. “Tuve
revelación del Señor, que decía…”
Dios nombra a tres personas recién llegadas de Babilonia y quiere que
Zacarías tome ofrenda de ellos (v.10). Seguidamente, les involucra materialmente
en Su obra. El Rey de los cielos no necesita lo que el hombre tiene, ni quiere
quitárselo; su deseo es cambiar las cosas temporales en cosas eternas, las
cosas terrenales en cosas celestiales y las cosas materiales en cosas
espirituales. Este es un área de la vida de la que Jesús tenía mucho que
enseñarnos y en ella vemos la gran diferencia entre el punto de vista humanista,
que es egoísmo, y los pensamientos divinos, que están totalmente opuestos al
egoísmo.
Hablando de las cosas básicas de la vida, Jesús dijo: “La gente del mundo busca todas estas cosas… antes bien, buscad su
reino, y estas cosas os serán añadidas” (Lc.12:30-31). Quería que Sus
seguidores se preocupasen y diesen prioridad a lo que es más valioso. Poco
después añadió: “Donde está vuestro
tesoro, allí también estará vuestro corazón” (v.34). El cristiano, según
Jesús, pone su tesoro en el Reino de Dios, evidenciando así que el Reino ha atraído
totalmente su corazón. Esta es, sin ninguna duda, la meta más noble que un ser
humano puede tener. Si ha nacido de nuevo, entonces su naturaleza ha sido
transformada en una que es semejante a Dios y para esa naturaleza “más bienaventurado es dar que recibir” (Hch.20:35).
Hay dos maneras de ver lo que Pablo dice en 2 Corintios 9:7: “Dios ama al dador alegre”. Por un lado, podemos verlo como Dios
dando Su amor en recompensa al que da alegremente, pero dudo que ésta sea una enseñanza
bíblica. Por otro lado, algo que veo mucho más aceptable, es que el dador
alegre es aquel que ha descubierto que Dios le ama y por eso da gustosa y
libremente. Podemos expresar el mismo
principio de otra forma: “El dador alegre es una persona que manifiesta que
Dios le ama”. ¿No es ese el caso de la mujer que vació su frasco de perfume
sobre Jesús? Viéndose amada y perdonada, la mujer buscó lo mejor que tenía para
honrar a Jesús.
Bueno, amigos recién llegados de Babilonia, ¡aprended los principios de la
tierra prometida! Pueden ser representantes del pueblo judío que están mandando
una ofrenda colectiva desde allí, pero lo dudo. Si fuera así, ¿por qué dice un
poco más adelante que Dios quiere honrar a estas tres personas en el nuevo
templo? El hecho de que traigan una ofrenda personal de sus propios bienes, quiere
decir que estas personas no son pobres. Lo que traen es suficiente oro y plata
para hacer coronas. Jeremías había dicho, cuando el pueblo fue a Babilonia, que
los israelitas debían aprovechar la situación que hallaran allí: “Edificad casas y habitadlas, plantad
huertos y comed sus frutos… multiplicaos allá, y no os dejéis disminuir” (Jer.29:5-6)…
¡estos tres habían aprovechado!
Fíjate cómo Dios torna el cautiverio en coronas, el lamento en baile y el
cilicio en alegría (Sal.30:11). Podemos estar muy gozosos de servir a un Dios
que por Su naturaleza se complace en bendecir y no en condenar. Según Dios había
dicho en Zacarías 1:16, ha vuelto a Jerusalén con gran misericordia. ¿Cuántas
veces ha sido así con gente que ha pasado por malos tiempos? Lo hizo con José,
que de un día a otro cambió su prisión y esclavitud en una situación de gran
honor. Y, por supuesto, lo ha hecho en la vida de personas sin número, que tras
haber sido cautivados por las cadenas del pecado, no solamente les ha quitado
estas cadenas, sino que además les ha hecho sentar en lugares celestiales en
Cristo (Ef.2:6).
Hemos observado que Dios obra rápidamente en este libro. Hemos estudiado acerca
de correr (2:4), de volar (5:1), de alas, vientos (5:9) y de la impaciencia
(6:7). Ahora manda a Zacarías que, ese mismo día, empiece con el asunto de las
coronas (v.10). ¡Cuando Dios habla, uno no se debe demorar en obedecer! Su
palabra es llevada a cabo inmediatamente, sea por medio de ángeles o por medio
de seres humanos. Cuando una persona es motivada por el amor de Dios es presto
para dar y para obedecer.
Zacarías tenía que formar, no una corona, sino coronas, para poner en la
cabeza de Josué, el sumo sacerdote (v.11). Normalmente los reyes son coronados,
pero Zorobabel, aunque era del linaje de David, no recibió una corona. De no
haber sido por el cautiverio él sería el rey de Israel, pero ahora, coronarle
rey significaría rebelión contra el imperio persa (mira como acusaron a
Nehemías en 6:6-8). En toda la historia de Israel nunca vemos a un sacerdote recibir
una corona. ¿Qué es entonces lo que Dios está haciendo?
“¡Coronadle con muchas coronas!” (Ap.19:12)
Tenemos que recordar que seguimos en un libro profético, que apunta hacia
una coronación futura, que significa un reino en el que el Cristo, de la tribu
de Judá, será sacerdote según el orden de Melquisedec (Sal.110:1-4) y, como
Hijo de David, será Rey sobre toda la tierra (Sal.2:6). El restaurará el reino
a Israel (Hch.1:6).
La revelación del Señor de los ejércitos lo declara (v.12). Él es poderoso
en llevar a cabo Sus propósitos. Dios pone delante de nosotros al hombre Josué,
como señal, coronado con coronas de oro y plata, pero fijémonos también en otra
revelación de una corona mucho más costosa… la corona de espinas. “¡He aquí el Hombre!”, dijo el gobernador romano en Juan 19:5. Hasta que aprendamos el valor de
su primera venida, de esa corona y de aquella cruz, no podremos participar en la
gloria de la segunda venida. Si en el interior los corazones no son amansados
por Su gobierno, el reino exterior será contaminado por el mismo egoísmo y
orgullo que han sido demostrados durante toda la historia de una humanidad
caída.
Los primeros discípulos, a la fuerza, tuvieron que aprender esta lección y
los judíos tuvieron que ver sus profecías en el mismo orden. Lo vemos muy
claramente en este libro de Zacarías, que nos habla de un Pastor herido que es
vendido por 30 piezas de plata. Nos
muestra a un Rey humilde, montado en una cría de asna, antes de que podamos
verle venir en gloria con todos los santos como Rey sobre toda la tierra. También
tiene que ser así para nosotros. “Si
sufrimos, también reinaremos con él” (2 Tes.2:12).
Habla de un Renuevo, de alguien que brota de nuevo de una rama cortada; este
es el tema principal de las profecías de Zacarías. En el capítulo 3, cuando
Josué es lavado y revestido, tiene que ver con el Renuevo (3:8). Habla de cómo la
purificación es el primer paso hacia la renovación del pueblo, y eso será por
medio del manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de
Israel (13:1). Aquí es coronado en relación con el Renuevo. Él es la esperanza
de la renovación para Israel, “brotará
de sus raíces y edificará la Casa de Jehová”. Brotar de las raíces quiere
decir entrar legítimamente en la nación y sociedad de Israel por la puerta de
las profecías de la Escritura (Jn.10:2). Aquel que es más grande que Moisés es
el que construye la casa (He.3:3).
Edificará Su Iglesia y reinará con gloria como Sacerdote y Rey (v.13,
Jn.1:14; He.2:9). Josué es un símbolo para ilustrar a todo el pueblo de Dios,
en todas las épocas, lo que seguramente pasará en el futuro. Tenemos que ver el
orden en el que está edificando la Casa. “Se
humilló a sí mismo al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por
lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio el nombre que es sobre
todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla… y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre” (Fil.2:8,9,11).
Ahora Jesús está formando Su iglesia. Un día Israel volverá a Su Mesías, y
veremos el Reino de Cristo en el Milenio.
El Señor de los Ejércitos está revelando en estos versículos el ministerio
del sacerdote y el del rey unidos en una Persona, “siendo Sacerdote sobre su trono”. Tanto por medio del oficio de
Sacerdote como de Rey, “consejo de paz
habrá entre ambos. ¿De qué manera? Sobre todo el Hijo, como mediador, es el
Sacerdote, sometiendose a la voluntad del Padre, haciendo paz entre el hombre y
Dios. En su carta a los Efesios, Pablo enseñó cómo Cristo hizo la paz entre los
judíos y los gentiles por medio de Su cruz. Abrió el único camino por el cual
puede haber paz entre los hombres (Ef.2:13-16). Después, como Rey, Él es el Príncipe
de paz, y por eso habrá perfecta harmonía en su Reino. Él gobierna las vidas produciendo
paz en el interior del hombre. Entonces, la fuente de paz de Su reino fluirá desde
adentro para afuera, llenando toda la tierra. Dos profetas, Isaías y Miqueas,
profetizan que en su reino no habrá guerra ni necesidad de armas (Is.2:4, Mi.4:3)
Los que han contribuido serán honrados en el segundo templo en Jerusalén (Una
pequeña explicación… Si comparas el versículo 14 con el versículo 10, verás que
hay dos nombres que han cambiado: Heldai es ahora Helem, y Josías, hijo de
Sofonías, es ahora Hen. Los nombres de Tobías y Jedaías no han variado). Dios
siempre honra a todos los que le sirven. Él transforma sus dádivas y servicio
en galardones eternos y celestiales, más allá de lo que ellos imaginan, como lo
hizo con Rut, Rahab, la mujer que le ungió y Cornelio. No es un pago que ellos hubiesen
podido obtener, porque nunca podremos ganar las cosas tan valiosas de Dios por
medio de dádivas u obras, sino que Dios recompensa la buena voluntad del
corazón. Las coronas situadas en el templo servirán como memoria a estas cuatro
personas. El fin y propósito, sobre todo, fue recordar a la gente que deben
esperar el día futuro, cuando su Mesías sea coronado como Rey y Sacerdote para
siempre.
Zacarías está hablándonos de la futura
casa por la cual el Ángel del Señor será reconocido como el enviado del Padre
para cumplir con el plan eterno (v.15). Los judíos siempre han visto a los
gentiles como gente alejada y no participantes de las cosas de Dios, pero ellos
formarán parte de esta casa y un día, los judíos, leyendo este profeta, verán
la promesa para los obedientes y decidirán firmemente obedecer, involucrándose entre
ellos en el cumplimiento de esta profecía. Jesús de Nazaret será reconocido,
sin ninguna duda o reserva, como el enviado del Padre en Su primera y segunda venida.
Por medio del Renuevo (la Rama), los judíos serán injertados nuevamente en su
propio olivo (Ro.11).
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20 de enero de 2015, 13:30
Muy bueno, me ha ayudado a entender un poco mas el libro de Zacarías.
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