Ser Sensibles a Dios
Este estudio sólo intenta hacer brotar lo que Dios ha sembrado en el libro
de Zacarías. Yo veo que las palabras del texto citado abajo son enviadas desde
el corazón de Dios. Él quiere sacar del corazón de un verdadero cristiano un anhelo
estar cerca de Su corazón. Busca quien pueda sentir lo que Él siente. Solamente
un verdadero cristiano puede responder a esta llamada, porque solamente él
posee el amor de Dios que lo hace posible. ¿Sientes tú un impulso atrayéndote?
Mientras lees, ten la Biblia abierta al libro de Zacarías, para poder
seguir versículo tras versículo.
“He celado a Sión apasionadamente! ¡Siento por ella un
celo arrebatador!”
Zacarías 8:2
Un estudio expositivo sobre Zacarías, capítulo 8:1-9
El celo del Señor
La Biblia es la revelación de Dios en forma escrita. Desde el capítulo 6, estamos
estudiando revelaciones, que son algo hablado con el propósito de que sea
escrito. Notamos que una y otra vez se repite la expresión “El Señor de los
ejércitos” (v.1). Está en casi todos los versículos del capítulo 8 e incluso, en
algunas ocasiones, se halla dos veces en un solo versículo. Creo que también
debemos ir mencionándolo cada vez que aparezca y ver en cada caso la razón de por
qué se usa. Acabo de leer el cántico de Moisés en Éxodo 15, donde vemos cómo el
Señor se levanta contra el ejército de Faraón y triunfa. Cuando se dividieron
las aguas del Mar Rojo, vemos cómo el Señor demostró que Él tiene a Su creación
como un ejército que lucha a Su favor y contra el enemigo. En este versículo El Señor de los ejércitos está
relacionado con la revelación. Mueve cielos y tierra para dar Su palabra y
mantenerla fiel. Su palabra es poderosa; es pura y refinada siete veces, como
la plata es refinada (Sal.12:6).
En el capítulo anterior estuvimos estudiando sobre la razón de por qué
Israel guardaba ciertos tiempos para ayunar. Dios cuestionaba sus motivos,
sabiendo que lo hacían para sus propios beneficios. Ahora Él expresa Sus
sentimientos: “Así dice el Señor de los
ejércitos: ¡He celado a Sión apasionadamente!” (v.2). Pregunto, ¿le importa
a alguien? Hemos llegado a algo que está muy apegado al corazón de Dios, y esto
debe ser una gran preocupación para nosotros. ¿Estamos sensibles a lo que
nuestro Señor siente? ¿Nos importa? Dios se siente apasionado por Su pueblo. ¿Y
nosotros? ¿Sentimos esa pasión por Él? Creo que fracasamos como cristianos si
no podemos sentir lo que Él siente en todas las situaciones.
El Ángel del Señor intercede al mismo Señor
de los ejércitos y ambos expresan Su amor y celo por Su pueblo en 1:12-14: “Entonces el ángel del Señor tomó la
palabra, y dijo: ¡Oh Señor de los ejércitos!, ¿hasta cuándo no te compadecerás
de Jerusalén y de las ciudades de Judá…? Y el Señor respondió al ángel que
hablaba conmigo palabras buenas, palabras de consolación… Así dice el Señor de
los ejércitos: Con gran celo he estado celoso por Jerusalén y por Sión”. El Señor de los ejércitos habla otra
vez en 2:8, y dice: “El que os toca,
toca la niña de mi ojo”. Por
algo lo está expresando; por algo quiere que nosotros le escuchemos. Estoy
seguro de que lo que Él busca es tener intimidad con nosotros.
Los discípulos se acordaron de que las Escrituras habían dicho del Mesías: “¡El celo de Tu Casa me consumirá!” (Jn.2:17).
Estaban citando Salmos 69:9, donde sigue diciendo: “Y los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mí”. Fue
Pablo quien citó la segunda parte del versículo en Romanos 15:3. Cristo
permitió que Sus sentimientos fuesen dominados por los de Su Padre. He
aprendido que la palabra cristiano es
diminutivo de Cristo…, es decir, un
pequeño Cristo. Si es así, y si es que Cristo vive en nosotros, entonces también
debemos ser muy sensibles a Dios y a los vituperios, tanto de palabra como de
hecho, cometidos contra Él en estos días, especialmente los que están
relacionados con Su iglesia. ¿Cuántos de estos vituperios nos quitan el sueño de
noche? ¿Cuántas de las blasfemias, prácticas y palabras irreverentes, y
doctrinas falsas de la iglesia nos provocan ira?
Medita en todo lo que Dios ha planeado, ha elegido, y lo que Él, con gran
amor, ha desarrollado para poder tener a Su pueblo y para ser su Dios. Para
orar el Padre Nuestro tenemos que
poseer este anhelo de sensibilidad, porque todo se basa en los primeras dos
frases: “Santificado sea Tu nombre;
venga Tu reino”. Es el secreto para
orar según Su voluntad. Si no eres sensible a Dios, repítelo y cántalo cuantas
veces quieras, pero debes saber que cada vez que lo hagas. estarás siendo un
hipócrita. Esta oración es para las personas a quienes les importa el Nombre y
el Reino de Su Padre.
La restauración
El pacto de Dios con Sansón tenía que ver con que su cabello nunca fuese
cortado, pero Sansón rompió el pacto. Sin embargo, de inmediato, el pelo empezó
a crecer de nuevo. El Dios de la Biblia es el Dios de la restauración. El Monte
de Sión será restaurado (v.3) y el Señor estará en medio de Jerusalén.
Jerusalén, que significa la ciudad de paz, también será llamada la Ciudad de
Verdad, el Monte del Señor de los Ejércitos y el Monte de Santidad. Los
profetas decían clara y multiplicadas veces que, aunque Dios castigara el
pecado, no desecharía a su pueblo para siempre (Is.54:7-10; Is.57:16;
Jer.31:37; 33:24-26; 46:28; Lam.3:31-32… vale la pena estudiar estos versículos
y muchos más sobre el mismo tema).
Debido a la restauración de todas las características mencionadas, la gente
de Jerusalén llegará a edades avanzadas (v.4) Los ancianos y ancianas estarán
descansando en las plazas, viviendo en paz. Por falta de guerras, crímenes,
plagas y enfermedades, las vidas no serán cortadas. Muchos niños y niñas
estarán jugando en las calles y en las plazas (v.5). Cuando las cosas son como al
Señor le agrada, es bueno para todo el pueblo. Esto es lo que el Señor quiere…
un pueblo seguro y feliz.
Para el remanente que está acostumbrado a apenas sobrevivir a días muy
malos, les parecerá que esta promesa es una imposibilidad. Pero recuerda, el
que está hablando es el Dios de los
ejércitos, y tiene un ejército que actuará sobrenaturalmente para hacer
todo posible (v.6). ¡Veamos las cosas a través de los ojos de Dios! Para ello tenemos
que desarrollar más y más nuestra relación con Él. Tenemos que estar cerca de
Su corazón, para poder sentir sus palpitaciones; e interesarnos por lo que Él
siente. Entonces tendremos la ventaja de ver las cosas como Él las ve y podremos
experimentar Su ilimitada fuerza. Después de la última y más terrible
persecución contra Israel, un remanente experimentará exactamente lo que
estamos leyendo aquí. Reinarán la paz y el gozo producidos por el Príncipe de
Paz.
Esta profecía es para los últimos tiempos (v.7). Muchas profecías hablan de
cómo el Señor atraerá a Su pueblo desde todas las partes de la tierra. En el
tiempo de Zacarías, el pueblo de Israel fue extranjero en el Noreste, pero aquí
dice que los atraerá, no solamente del Oriente, sino desde la tierra donde se
pone el sol…, es decir, del Oeste, como Europa Occidental y las Américas. El
Señor les llevará hasta el interior de Jerusalén, donde Él reina. Será un
pueblo con su Rey (el Rey de reyes) en medio de ellos (v.8). ¡Qué tiempo tan
feliz! El será su Dios y ellos serán Su pueblo, actuando según Sus atributos de
verdad y justicia (7:9)
La gente, en los días de Zacarías, tenían que ver que lo que estaba
ocurriendo y en lo que estaban involucrados estaba relacionado con estás
profecías. De igual manera, cuando oramos: “Venga
Tu reino”, tenemos que estar seguros de estar involucrados con esa obra
eterna que va avanzando hacia el Milenio. Debido al desánimo, ellos dejaron los
cimientos y la obra quedó parada (v.9). Ahora, por la palabra de Dios hablada
por los profetas, es tiempo de poner las paredes y el techo. En dos años estará
terminada la Casa (Esdras 6:15) y, justo antes del tiempo de Jesús, Herodes el
Grande engrandecerá y embellecerá el mismo templo de forma muy impresionante. Allí
vendrá el Señor súbitamente, sanando y enseñando, dejando la más clara y última
palabra de Dios con el pueblo. Esta palabra será la base del reino venidero del
que estamos hablando, y traerá ánimo para edificar el
tercer y último templo.
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