El Espíritu de Dios se reposa
Un estudio expositivo sobre
Zacarías, capítulo 6:1-8
La octava visión: La misión de
los cuatro carros y caballos
Antes de proseguir, quiero insistir en que abras tu Biblia para seguir este
estudio, paso a paso.
Creo que sería bueno resumir brevemente lo que hemos visto hasta ahora en
la profecía de Zacarías. Con los libros de Zacarías, Hageo, Esdras, Ester,
Nehemías y Malaquías, llegamos cronológicamente al final del Antiguo Testamento.
En estos libros vemos los eventos que pasaron después de
que Israel volviera del cautiverio en Babilonia. Aunque los persas habían
derrotado al imperio babilónico, los judíos seguían morando en ese territorio.
Sin embargo, en el tiempo de los libros mencionados, ya muchos estaban
volviendo a su patria.
Si has estado siguiendo con tu Biblia este estudio de Zacarías, habrás
notado que Dios se presenta muchas veces por toda la profecía como el Señor de los ejércitos, porque Él, con
Sus fuerzas celestiales, está batallando en los asuntos de los hombres. En el
capítulo 1 vimos cómo ángeles montados a caballo recorrían toda la tierra en
misiones de reconocimiento (v:10), dirigidos por el majestuoso Ángel divino del
Señor. En las visiones todo se demuestra conforme al sistema militar conocido en
el tiempo de Zacarías. Ellos informan de las situaciones que encuentran en la
tierra y el Dios de los ejércitos dirige todo para llevar a cabo Su voluntad. Lo
que vemos tiene que ver con Su voluntad en el tiempo del profeta, pero no era
sólo para ese tiempo, sino que se extiende hacia el futuro, hasta el final de
la historia terrenal. El Dios de toda la tierra también es el Dios de todos los
tiempos de la tierra.
Intentamos ver lo que Zacarías vio y tratamos de entenderlo de la mejor
manera posible. Para ello, acudimos a diferentes porciones de la Biblia que nos
ayudan a aclarar algunos principios y símbolos que permanecen constantes en
toda la revelación divina. Dios está dando a Su pueblo, en todos los tiempos, la
oportunidad y el privilegio de saber acerca de cosas de las cuales no hay otra
fuente de información en todo el mundo. Además, Él nos comparte Sus sentimientos;
nos habla de su ira, de su celo, de su placer y de su consuelo, y nos explica por
qué hace lo que hace. Esto solamente puede venir de un deseo de intimar con el
individuo, es decir, con la persona a quien le importa saber cómo Dios siente
(1:12-14; 2:8; 8:2).
Claramente, en el capítulo 1, empieza el libro abriendo Su corazón a Su
pueblo. En el versículo 12, el Ángel del Señor ora a Jehová de los ejércitos usando
la expresión “¡oh!”, que siempre expresa
grandes deseos. Este Ángel del Señor es
el mismo Hijo de Dios que exclamó “¡oh
Padre justo!” en Juan 17:25, cuando oró, no sólo por sus discípulos, sino por
todos los creyentes en toda la historia de la iglesia (Jn.17:20). Las cartas
que Pablo escribió a las iglesias también alcanzaban e informaban a sus
miembros en los últimos tiempos (algunos ejemplos:1 Tes.4:17; 2 Tes.2:1-12; 1
Ti.4:1-3; 2 Ti.3:1-9; 4:3-4).
Ahora, en el capítulo 6, Zacarías, inspirado por el mismo Espíritu Santo, alza
los ojos para ver más cosas celestiales (6:1). La primera visión había tomado
lugar entre pequeños árboles mirtos con la caballería del Señor, cuando el Ángel
del Señor oró. Pero esta visión tiene que ver con dos montes de bronce, y un
ejército que además de caballos incluye carros.
Eliseo estaba presente cuando un
carro de fuego con caballos vino para llevarse a Elías al cielo (2 R.2:11), sin
embargo, cuando el rey de Siria vino contra él y sus ejércitos rodearon la
ciudad, el monte estaba repleto de caballos y carros de fuego (2 R.6:17). Dijo
Matthew Henry: “Sus carros son para
llevar un profeta al cielo y cuidar a otro en la tierra”. Me parece que se
necesitan más carros para guardarnos en la tierra que para llevarnos al cielo. “Los carros de Dios son miríadas, y
millares de millares” (Sal.68:17). Según nos revela el salmista, a Dios no
le hace falta armamento ni personal.
El apóstol Juan vio los pies del Hijo del Hombre como bronce bruñido
(Ap.1:15), y así se presentó a la iglesia de Tiratira (Ap.2:18), llevando un
mensaje de juicio. En la Biblia el bronce simboliza juicio.
Los caballos salen de la presencia de Dios para hacer Su propósito firme e
inmutable (2-3). Los caballos eran bermejos, negros, blancos y overos grisáceos
(BT) u overos rucios rodados (RV). Cuando
menciona en otras partes un caballo bermejo, alazán o rojo, habla de guerra,
especialmente en Apocalipsis 6:4. El negro, en Apocalipsis, tiene que ver con
malos tiempos, plagas, pestilencias y hambres (v.2).
El caballo blanco es el caballo del conquistador, que simboliza la
victoria. El último caballo se define en hebreo con dos palabras (overos grisáceos)
y con tres en la Reina Valera (overos rucios rodados) (v:3). La palabra overo no se encuentra en ninguna otra
parte de la Biblia. Es posible que esta palabra se aplique a todos los
caballos. Una de las definiciones es fuerte.
Algunos lo traducen sencillamente así y otros como color fuerte. Hallamos la palabra hebrea traducida como rucio rodado o grisáceos en Génesis 31:10, para definir a las ovejas y a las cabras
de Jacob. Él había pactado con su tío, Labán, que las crías de ese color serían
para él. Por eso él tomó varas verdes, descortezó mondaduras blancas y las puso
delante de las ovejas más fuertes cuando
procreaban, y así las crías más fuertes eran rucio rodado o grisáceos.
Misión conseguida; oración
contestada
Aquí tenemos la décima y última pregunta de Zacarías (v.4): “¿Qué es esto?”, ya que la profecía va a
cambiar desde la mitad de este capítulo en adelante (habrá revelaciones en vez
de visiones). El ángel contesta que son los cuatro vientos o espíritus (es la
misma palabra hebrea) del cielo (v.5). Ellos se presentan delante del Señor,
quien es nombrado aquí como el Señor de
toda la tierra. “El que hace a sus
ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego” (He.1:7). Lo que cita el
escritor de Hebreos resume lo que estamos viendo en Zacarías acerca de los
ángeles. Son espíritus de fuego, enviados de Su presencia para llevar a cabo la
voluntad del Dios de toda la tierra “conforme
al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef.1:11).
Los caballos negros van hacia la tierra del Norte y los caballos blancos les
siguen. Los caballos rucio rodado o grisáceos son los encargados de la obra
de Dios en la tierra del Sur (v.6). En aquellos tiempos, relacionados con el
cautiverio, la tierra del Norte se refería a Babilonia. Históricamente sabemos
que Babilonia fue conquistada por los persas, pero lo que Zacarías está viendo
es un asunto profético. Una vez más, Zacarías es transportado hasta los últimos
tiempos para unirse con los mismos acontecimientos que vio el apóstol Juan.
Los carros y caballos han salido de en medio de los montes de juicio, de la
presencia del Señor, y los negros van a llevar a cabo la obra de Dios contra la
Babilonia del Apocalipsis. Los caballos blancos aseguran la victoria: “¡Cayó, cayó la gran Babilonia, y se
convirtió en morada de demonios y guarida de todo espíritu inmundo y encierro
de toda ave inmunda y aborrecible!” (Ap.18:2). Esto revela que el “templo
del efa” que vimos en el último capítulo era una obra diabólica.
Yo me inclino a la interpretación fuertes
para los caballos overos y no colores fuertes. Dios describe al
caballo en Job 39:21-25: “Escarba en el
valle, se regocija en su fuerza, sale al encuentro de las armas, se ríe del
miedo, y no se espanta, ni retrocede ante la espada. La aljaba resuena contra
él, fulguran lanza y jabalina, y no obstante, con ímpetu y furor devora la
distancia, sin importarle el son de la trompeta. Parece decir entre clarines:
¡Ea! ¡Ea! Olfateando desde lejos la batalla, la tronante voz de capitanes, y los
alaridos de guerra”. En ellos está la naturaleza de hacer aquello para lo
que fueron creados a hacer. Estaban impacientes
por cumplir su misión, sin embargo, el Señor tiene que ordenar sus pasos, y cuando
lo hace, ellos lo llevan a cabo con ganas (v.7). Su misión, otra vez, es
recorrer la tierra (1:11), como los ojos del Señor (4:10). El propósito de
recorrer la tierra está en su sangre y el Señor les suelta para ese propósito.
En el capítulo 1, aunque había paz en la tierra (v:11), el Ángel del Señor no
estaba tranquilo con la situación (1:12), y había orado para que el Señor se
compadeciera de Israel. El Señor expresó Su celo por Israel y dijo que iba a
moverse en contra de sus enemigos. Por eso, hasta que estos carros no actuaron
contra el Norte, es decir, contra Babilonia, el Espíritu del Señor no reposó. Ésta
es la obra de la propiciación que vemos varias veces en la Biblia,
principalmente cuando Jesús fue a la cruz como propiciación por nuestros
pecados. Cuando la ira de Dios cayó sobre Él, entonces Dios pudo reposar. Como
hemos dicho antes, ya se había cumplido esta obra en el tiempo de Zacarías,
pero todavía falta el cumplimiento de la obra final contra la Babilonia del
Apocalipsis.
(6:8) Ahora, el Señor llama a Zacarías y le revela Su sentir en esta
movida. Quiere que el hombre al que le importa Dios, el que se preocupa por los
sentimientos de su Señor y no solamente por los suyos propios, sepa que Él está
ahora tranquilo. ¡Qué intimidad entre ellos!... ¿La tenemos en nuestra relación
con Dios? Hago esta pregunta de forma muy directa porque este es el deseo del
Señor, y es muy importante. Para eso fuimos creados. Para la reconciliación del
hombre con su Dios el Hijo dio Su vida.
Ya hemos visto cómo esta oración, pronunciada entre los mirtos (1:12), ha
movido a los cielos para dar la respuesta. Tener un Sumo Sacerdote a la diestra
del Padre en los cielos debe llenarnos de plena seguridad. ¿Cuántas veces,
crees tú, que el Padre le ha dado un oído sordo?
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29 de marzo de 2020, 9:34
Wow excelente estudio
23 de mayo de 2020, 7:21
Excelente, muchas gracias, me es muy útil conocer esta interpretación o revelación! Muchas gracias, Dios le bendiga!
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