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Lowell Brueckner

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La muerte sorbida

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24. Un estudio expositivo de Isaías, capítulo 25

Isaías alaba a su Dios

(pulsar para ver la letra en grande)
Isaías se une con la alabanza del remanente, el único movimiento positivo que vimos en capítulo 24 (v.14). Estoy seguro que no me equivoco al decir que cada ministerio verdadero empieza con, y fluye de, una relación con Dios. Ésta es una verdad tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Isaías dice: “Tú eres mi Dios” (v.1). Si él va a representar a la persona de Dios en la tierra, tendrá que hacerlo desde un conocimiento personal, por haber experimentado quien es Él y lo que Él puede hacer.

Sus hechos son maravillosos y la mano del Señor es reconocida por el carácter sobrenatural de Sus obras, que son tan grandes, que Isaías le exalta y le alaba. La alabanza puede brotar horizontalmente, declarando Sus maravillas a otros seres humanos, o  verticalmente, dirigiéndosela a Dios.

El primer versículo también nos demuestra que las obras maravillosas son según los “designios asegurados desde la antigüedad” (BTX)…formadas en la eternidad. También, por esta razón, Isaías tiene que tener una relación personal con Dios para poder escuchar directamente de Él acerca de Sus propósitos. Estos son los planes que tienen que llevarse a cabo en el tiempo, y la astucia humana no puede tener parte en este plan ni en la manera de llevarse a cabo.


La degradación de las ciudades


Las ciudades representan las ambiciones y ocupaciones más altas de los hombres. Dios se enfoca en ellas para humillar a los constructores que se han enorgullecido por el alto nivel de logro. Escribí un libro (Dios hizo el campo) en el que se contrasta la obra de Dios, demostrada en la naturaleza, con la obra del hombre, representada por una ciudad. Son creaciones opuestas y, según se observa una u otra, produce reacciones opuestas.

¿Recuerdas el alarde que hizo Nabucodonosor al mirar sobre la ciudad de Babilonia desde la azotea de su palacio real?: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Dn.4:30). ¿Será esto el “alcázar (o palacio) de los extraños” al que se refiere en el versículo 2? En las profecías sobre Babilonia hemos aprendido mucho sobre su permanente destrucción. Dios, ni una sola vez, tolera tales meditaciones jactanciosas en el corazón humano, manifestadas en pensamientos y palabras. ¡El orgullo humano es el enemigo de la gloria de Dios!


Es necesaria una poderosa manifestación del poder de Dios para que la gente fuerte le reconozca y le dé la gloria. Si no es así, el mundo perderá el temor del Señor. “Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas” (v.3). Pueblo, permíteme rogarte, que te unas ahora con los que claman al Dios vivo y verdadero para que demuestre Su gloriosa fuerza. ¡Nos es imperativo y urgente unir nuestros corazones, arrodillándonos ante Él! Las naciones del mundo han perdido el temor de Dios y no perciben la razón de por qué tener que darle a Él cualquier parte o atención en sus asuntos. La crisis espiritual no puede ser más aguda y tendremos que dar cuentas por nuestra pasividad frente a un tiempo de activismo ateo. Dios escuchó el clamor de un Israel encadenado por la esclavitud egipcia (Éx.2:23), y otra vez desde su cautiverio, Israel clamó a Dios: “junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion” (Sal.137:1).  


Por la ruina y el juicio, los fuertes de la tierra aprenden a temer a Dios, pero por la debilidad de los pobres y necesitados, Dios es una fortaleza de refugio. La mano de Dios sobre los débiles también es un testimonio a los fuertes. Nota la palabra porque al principio del versículo 4: “… te temerá la ciudad de gentes robustas. Porque fuiste fortaleza al pobre”. Así fue en Egipto, donde la mano del Señor dirigió las plagas que vinieron sobre Faraón y su nación poderosa, prohibiendo que llegaran al territorio donde estaba esclavizado Su pueblo. Cuando los fuertes ven la mano de Dios sobre los débiles se preguntan: “¿Cómo pueden tener esta confianza, si son indefensos y vulnerables? Mientras las tormentas rugen sobre nosotros, ellos están protegidos y, mientras el sol brilla sin misericordia sobre nosotros, ellos están bajo una sombra”. Pronto, la confianza de los israelitas en Dios y su protección serán evidentes a los asirios. “El resoplido de los tiranos”, es decir, la proximidad de la amenaza de los asirios será “cual tormenta que se abate contra el muro”… no podrá dañar la sólida confianza en Dios.

El divino lenguaje poético es muy impresionante desde el principio hasta el fin de las profecías de Isaías… aquí usa metáforas tomadas del clima de Israel. El Creador conoce a Su pueblo y sabe cómo hacerles conmoverse desde su interior, cuando Su Espíritu les hace reaccionar de la manera que Él desea. Considera el versículo 5 de esta manera: El lugar seco es Israel y el calor significa la cruel agresión de las naciones contra Israel. La nube es la sombra del Señor bajando la temperatura y deteniendo el cántico de triunfo de los tiranos: La BTX… "Como el calor durante la sequía, así abates el tumulto de los extranjeros, como el bochorno (se abate) debajo de la nube, así silencias el cántico de los tiranos”. Puede discernirse cómo la maravillosa palabra de consuelo impresiona el corazón por medio de las metáforas.


En el versículo 6, en vez de al clima, las metáforas se refieren a un banquete, respondiendo a la siguiente pregunta: ¿Por qué el Señor cuida tanto a Israel y por qué ha elegido a este pueblo desde un principio? Desde esta tierra y sobre este monte, el Monte Sion, Dios ha querido preparar una fiesta rica y generosa para todas las naciones. Servirá “manjares suculentos… y vinos añejos, bien clarificados”. Y con esa metáfora, ¡Isaías nos lleva, una vez más, al Milenio!

Sorbida es la muerte

Esta profecía contiene una gran riqueza de verdades espirituales. La revelación divina nos lleva en una dirección opuesta a la que nos llevaba el sueño de Faraón en el tiempo de José. En aquel sueño, las vacas flacas y malas devoraron a las vacas gordas, significando que años de hambruna consumirían el país después de unos años de abundancia. Sin embargo, esta profecía nos revela el tiempo después de la Gran Tribulación, cuando la bendición de Dios sorberá la maldición, empezando desde el Monte Sion hasta el resto de las naciones: “En este monte sorberá la mortaja que amortaja a todos los pueblos, el velo que vela a todas las naciones” (v.7). El velo de la ignorancia espiritual caerá cuando el conocimiento del Señor llene la tierra.

En la doctrina del apóstol Pablo, el velo que cubre la gloria de Dios será quitado: “Cuando alguno se convierte al Señor, el velo se va quitando” (2 Co.3:16). La gracia y el don sobreabundan sobre el pecado: “Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo” (Ro.5:15). Entonces, la vida triunfa sobre las consecuencias del pecado: “Sorbida es la muerte en victoria” (1 Co.15:54).


Setecientos años antes de Pablo, el Espíritu Santo inspiró a Isaías, y la luz brillante de la verdad eterna del evangelio le alumbró: “¡Ha sorbido la Muerte para siempre!” (v.8). Jesús prometió que el Espíritu Santo de verdad “hará saber las cosas que habrán de venir”. Personalmente, yo quiero participar de Su verdad profética. El Espíritu Santo llevó a Isaías al fin de esta época, cuando “Jehová el Señor enjugará toda lágrima de todos los rostros”. Para el Espíritu Santo no fue suficiente que solamente Isaías viera y hablara de esta dicha futura. ¡En el Espíritu, el apóstol Juan se encontró con Isaías allí, 800 años más tarde, para que él viera y compartiera con sus lectores, el día cuando la tristeza no existirá jamás! “Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Ap.7:17). Pero tampoco fue suficiente decirlo una sola vez; al terminar la Biblia, lo repite de nuevo: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Ap.21:4).

Todo esto fue el plan de Dios, concebido en Sí mismo antes de la fundación del mundo. Él ha puesto la mesa y preparado la fiesta; Él ha abierto la puerta al comedor y ha llamado, por medio de Su palabra y Su esposa, en el Espíritu, a un mundo velado para que viniera: “El Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap.22:17). ¿Puedes tú dudar de Sus intenciones? ¡Ven al banquete milenario; ven a la eternidad sin lágrimas!

Esperando en Dios

Esperar en Dios significa poner toda la confianza y el futuro en Sus manos. Esperar significa ser paciente y rehusar lo primero que se ofrece… rehusar el guisado para recibir la primogenitura (Gé.25:34). “Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas” (Jn.10:8). Esperar significa rehusar todo menos lo que es lo mejor; dejar pasar la excelencia de la juventud, para poder experimentar Su fuerza en el tiempo de debilidad: “Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Is.40:30-31). ¡Los que esperan en el Señor nacieron para volar!

Entonces, podremos declarar al mundo, “¡He aquí nuestro Dios!..." ¡Éste es Aquel de quien hemos estado hablando! “Yo soy de mi amado y mi amado es mío…” (Cnt.6:3). “Ahora, gente de la tierra, quizás podáis ver por qué no aceptábamos las brillantes ofertas de la seguridad del mundo y rehusábamos confiar en su salvación. El mundo ya ha vivido su hora, ahora nos toca a nosotros”. “¡Regocijémonos y alegrémonos por su salvación!” (v.9). Es el día de las bodas: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado; Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Ap.19:7-8). Fueron acciones justas porque fueron las obras sobrenaturales del Espíritu de Dios, obrando por medio de los santos para Su gloria. Nada menos sería aceptado.

Una canción de los años 50 expresaba esta petición: “Oh Señor, que permanezca Tu mano poderosa sobre mí”. Cuando la mano de Dios está sobre algo o alguien, significa que Él ejerce Su especial protección sobre ello. En el versículo 10, Su mano poderosa posa sobre un monte que muchas veces es mencionado en la Biblia como un lugar que requiere Su constante atención … el Monte Sion.

Fealdad realista

Moab, un antiguo enemigo, por su proximidad a Israel, fue despreciado de forma especial; le fue prohibido tener contacto con Israel. Representa a cualquier enemigo que amenazara ese lugar crítico, es decir, el monte Sion, en la ciudad de Jerusalén. Será pisoteado, como la paja es pisoteada por el ganado en el agua del muladar. Muladar, en esta frase, significa estercolero. Es un lenguaje realista, porque el fin es impresionar al lector con la desgracia derramada sobre los enemigos de Dios y de Israel.  

Una vez más, tenemos delante de nosotros una metáfora, por cierto, bastante fea y repulsiva, ya que representa a un nadador extendiendo sus manos para nadar en este estiércol líquido (perdona, pero es como Isaías describe la situación). El Señor quiere que sintamos repulsión hacia Sus enemigos y captemos la suciedad de sus pervertidas maneras. Quiere que evitemos, no la cercanía física, sino toda especie de integración moral o espiritual con ellos. Nos da el ejemplo de una nación cerca de Israel; Israel fácilmente podía ser afectado y contaminado.    

“Él abatirá su soberbia y el esfuerzo (o destreza) de sus manos” (v.11) La meta del Señor es siempre destrozar los lugares altos, donde el hombre demuestra su orgullo. En el versículo 12, son los muros inexpugnables los que tienen que caer; allí donde Moab exhibía su destreza, allí mismo, tiene que ser humillado, delante de los ojos de Israel. En tiempos pasados, Israel fue tentado y corrompido por las mujeres moabitas, engañado por Balaam (Núm.25:1-6); por eso, ahora Dios está asegurándose de que Su pueblo vea claramente la verdadera fealdad de Moab.  

¡Que la iglesia ponga atención! La enseñanza de Balaam entró en una de las iglesias de Asia Menor en el primer siglo (Ap.2:14) Lo mismo puede pasar otra vez; de hecho, sí pasa hoy en día, por lo que caen individuos e iglesias enteras. Por eso, Dios usa maneras de degradar lo que la carne halla atractivo. También lo hizo el apóstol Pablo: “El mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gá.6:14). Él ahondó más profundamente del resplandor y atractivo exteriores, para descubrir el hedor putrefacto del mundo, como si fuera un criminal crucificado. Por otro lado, Pablo podía ver más allá de un cuerpo golpeado y traspasado para mirar la hermosura sin igual de un Cordero inmolado. 


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