Pimienta y sal, número 6
Hace unos días recibí el siguiente mensaje por Skype: “Acabamos
de venir de una movida a la que estábamos invitados. Nos dijeron que hoy había
un estudio. Allí fuimos, con nuestras biblias y dispuestos a recibir algo, pero
lo que hemos encontrado es una especie de reunión de marketing de cómo plantar
iglesias....muy triste...algo tan frío, profesional, mental....”
“Entonces el hombre dijo, al final de la reunión, que
pensáramos en una cosa que a partir de ahora íbamos a hacer y otra que íbamos a
dejar de hacer... entonces uno que estaba con nosotros levantó la mano y dijo,
más o menos: ‘Yo lo que voy a hacer es buscar las sendas antiguas y orar para
que Dios nos dirija’... quiso decir más, pero el hombre le cortó. Personalmente,
yo quise decir, que lo que creo que falta es un avivamiento. ¡¡Qué pena!! Iba
tan dispuesta a recibir algo de Dios... Pensaba… ¿qué diría Jesús si hubiera
estado allí?, porque ellos basan sus tácticas modernas en el contexto de ahora,
afirmando que todo ha cambiado y que por ello también tiene que cambiar nuestra
manera de ir a la gente a presentarles el evangelio, etc.”.
Entonces respondí: “¡Bienvenidos a la iglesia del siglo XXI!
Lo que vosotros experimentasteis es la obra del hombre que no permite que Dios
meta algo de Su parte; un mover del Espíritu no permite que el hombre meta algo
de su parte”.
Este acontecimiento servirá de introducción al sexto
documento de los escritos de un hombre de Dios, que contradecía lo que escuchó
en la iglesia antes de morir en 1986. ¿Ha mejorado desde entonces la vida
espiritual de la iglesia?
Vance Havner, 1901-1986 |
Sal y pimienta 6
Concentrándonos en una minoría
dedicada
He leído acerca de una batalla en la cual la bandera avanzó
mucho más delante de los soldados. Entonces, un oficial clamó a su superior, preguntando:
“¿Haremos retroceder la bandera?” “No”, respondió su superior, “¡haz que el
regimiento alcance a la bandera!” El estándar del Nuevo Testamento está muy
adelante de la iglesia de hoy en día. Es verdad que tenemos personas en varios
niveles de desarrollo espiritual en nuestras asambleas, pero no debemos bajar
el estándar al nivel más bajo de nuestra membresía. Cuando los trescientos de
Gedeón ganaron la batalla, los numerosos restantes que no estaban con ellos en
el conflicto, al final les alcanzaron y compartieron la victoria. Tenemos que
concentrarnos en la menoría consagrada en estos días y no acomodar nuestros
esfuerzos a una multitud que no está preparada para la guerra espiritual. Aún
así, podemos esperar que junto al triunfo de los pocos fieles, muchos de los
atrasados cambien su actitud y se junten a ellos.
Espantando a la gente para que lleguen al
cielo
Mi padre fue convertido por un espeluznante sermón del
texto: “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será
quebrantado, y no habrá para él medicina (remedio)” (Pro.29:1). Lleno de
espanto entró en el Reino de Dios. Nos desaniman a predicar tales mensajes en
estos días, pero es mejor espantar a los hombres para que lleguen al cielo que
arrullarles para que despierten en el infierno. ¡Mejor es ser espeluznado que tranquilizado!
Casando a la iglesia con el mundo
Uno de los libros escrito por Havner |
Charles H. Spurgeon se atrevió a decir: “Muchos quisieran
unir la iglesia con el teatro, la baraja con la oración, el baile con los
sacramentos... Si no tenemos la capacidad para parar este torrente, al menos
podemos avisar a los hombres de su existencia y rogarles que se alejen de él”.
A. J. Gordon se atrevió a decir: “El desarrollo de la idea de entretener a las
personas para ganarles para Cristo según las mismas cosas que placen a la gente
del mundo, inventando la forma de meterlas en la presentación del evangelio, sin
ser concebido por el Espíritu, sino por la ingenuidad humana, ha prosperado
hasta el punto de que las iglesias han sido convertidas en teatros. Casi no podemos
pensar en ninguna diversión carnal, desde los billares hasta el baile, que no
haya encontrado un nido en los santuarios cristianos. ¿Es fariseísmo o
pesimismo predecir que, por el temible progreso de lo que avanza en el tiempo
presente, al finalizar este siglo XIX, podremos observar una iglesia protestante
completamente integrada en el secularismo, como lo fue la iglesia católica
romana en el paganismo del siglo IV?” Sonreímos ante tales aseveraciones hoy, como
temas antiguos que nos parecen ser legalistas o superficiales, porque no tenemos
a mano predicadores como Spurgeon y Gordon para cambiar las sonrisas en
lágrimas.
Agustino nos dijo, hace muchísimos años, cómo llegó a producirse
el casamiento de la que profesa ser la iglesia con el mundo. “Pareció bien a
nuestros líderes”, declaró, “por la debilidad de la gente convertida del
paganismo, unir los festivales paganos con los días santos de la iglesia, para poder
celebrarlos así, cómodamente, sin meterse en tanta impiedad”. La misma
estrategia sigue hasta el día de hoy con el anticuado argumento de que la meta
justifica los medios. Por supuesto, esto
se ajusta perfectamente con un catolicismo modernizado y un protestantismo
apóstata en la iglesia mundana de los últimos tiempos.
Segregación espiritual
El pueblo elegido de Dios del Antiguo Testamento fue
segregado del mundo y Dios mandó a su pueblo redimido del Nuevo Testamento a no
integrarse en este mundo. No tenía que ver con una separación física, ya que
tenemos que vivir entre las almas a las que queremos evangelizar, pero debemos
ser totalmente distintos en espíritu. Nuestras estrategias, actitudes,
motivaciones, y nuestros objetivos hacia lo que sea, tienen que ser totalmente
diferentes, porque tenemos la mente de Cristo. Todas estas cosas tienen que ser
más profundas que solamente no participar en los bailes, jugar a las cartas y
beber alcohol de una forma aceptada por la sociedad. Pablo da una lista de incompatibilidades
que incluyen todo. La justicia con la injusticia: Hoy, en la mente moderna la
vemos no solamente como algo relativo, sino inexistente… la llamada “nueva
moralidad” lo comprueba. Luz y
tinieblas: Al llegar la luz, las tinieblas desaparecen…, pero hoy se ha creado una
especie de crepúsculo en el que no es ni de día ni de noche, y los hombres se
mueven en condiciones de muy baja visibilidad. Cristo y Belial: No hay ninguna
concordia entre los dos… hoy algunos “pensadores” quisieran incluir el mundo en
la iglesia, pero el amigo del mundo es enemigo de Dios. El templo de Dios y los
ídolos: Hemos permitido que Jezabel alce su altar a Baal junto al altar de
Jehová, mezclando el misterio de la iniquidad con el misterio de la piedad.
Hace falta una nueva segregación en la iglesia, pero la tendencia va
enteramente en la dirección de integrarse más y más con la edad presente. Por
eso la iglesia pierde su identidad y se incorpora a una sociedad que Dios quiso
que la iglesia cambiara. Por supuesto, es una parte del programa del
Anticristo, pero Dios tendrá sus pocos fieles en Sardis que andarán en
vestiduras blancas, porque son dignos.
Edificar sepulcros
Los enemigos más grandes del profeta normalmente son los “importantes”
entre sus compañeros. Billy Mitchell fue declarado culpable por el tribunal
militar, porque su visión alcanzó más que la de sus contemporáneos en la
aviación; le dieron un premio póstumo. Esto nos recuerda a las mordaces palabras
de nuestro Señor a los fariseos que edificaron los sepulcros de los profetas y
adornaron los monumentos de los justos, que sus padres habían matado (Mt.23:29-31).
Amasias fue enemigo de Amós, y la iglesia primitiva tenía que luchar con la
jerarquía religiosa. Nuestro Señor estaba en controversia continua con los
escribas y los fariseos. Tanto si están en el mundo como si están en la
iglesia, ¡ten mucho cuidado con los “importantes”, que gobiernan desde sus
despachos, sentados en sus sillas giratorias, que matan a los profetas de una
generación y los conmemoran en la siguiente!
Llegar bajo la piel
Hace muchos años, al servir como pastor de la vieja Primera
Iglesia Bautista en Charleston, Carolina del sur, prediqué el sermón de la
ceremonia de graduación una vez, y varias veces en la capilla de la Universidad
Militar Citadel. El comandante era el General Summerall, una vez jefe de
estado, un soldado ejemplar. Me acuerdo que se giró hacia mí después de una
reunión y dijo, sencillamente: “Tú llegas bajo la piel de estos chicos”. He
deseado muchas veces, desde entonces, ser un predicador que pudiera hacerlo siempre.
Demasiadas predicaciones de hoy en día dan palmaditas en la espalda y
cosquillas al oído, pero no muchas penetran bajo la piel. No hay convicción y
por eso no hay conversión. No estoy pensando solamente en el ministerio de
reprensión y corrección, sino también en el mensaje de inspiración, de ánimo y
consuelo. La gente sale de la iglesia sin estar conmovida, con el corazón sin
tocar y la consciencia no compungida. Por supuesto, a veces es peligroso
predicar así. Cuando Esteban lo hizo, la gente se fue enfurecida y él murió por
ello; supo llegar bajo la piel. Pablo tuvo éxito en llegar bajo la piel y el
mundo no le premió ni hizo banquetes en su honor. Y el más Grande de todos
llegó bajo tantas pieles que la multitud le crucificó. Él dio el ejemplo y Su
evangelio no beneficia a nadie hasta que llegue bajo la piel.
No por la publicidad moderna
Nuestro Señor sería un lío para cualquier agente moderno de
relaciones públicas. Los primeros treinta años de Su vida están escondidos casi
bajo un silencio completo. A menudo, al hacer un milagro, pidió que no fuera
proclamado. La instrucción en privado a Sus discípulos fue, en gran parte, por
la misteriosa enseñanza de parábolas… no eran historias celestiales con un
significado terrenal, como muchas veces son descritas, sino una forma de
enseñar designada a esconder la verdad de las multitudes, a quienes no fue la
intención del Señor que captaran su significado. Sin embargo, a otros si tuvo
la intención de revelársele. Los hermanos del Señor querían que Él fuera a
Jerusalén, en el tiempo de la fiesta, donde literalmente millones estarían
presentes, para que fuera conocido por muchos judíos más, pero Él fue
secretamente. La transfiguración no fue revelada a una multitud, y la Última
Cena fue escondida del público. ¡Qué problemas daría a los que quisieran
popularizar Su imagen, intentando que fuese el centro de atención!
¿Y qué diríamos del evento más grande de todos… la
resurrección? Hubiera sido el espectáculo de publicidad más tremendo de todos
los tiempos. ¿Por qué no se apareció el Salvador resucitado delante de Herodes,
Caifás y Pilato, predicando en Jerusalén? Flavio Josefo podría haberlo escrito.
En un instante hubiera podido lograr lo que hemos intentado hacer por siglos… y
el mundo todavía no lo cree. Pero se le apareció sólo a Sus discípulos y
solamente fueron los creyentes los que le vieron. El mundo nunca pudo echarle un
vistazo. Hasta el día de hoy, los verdaderos cristianos pertenecen a una orden
secreta en un mundo ruidoso y descarado. Dios nos ha confiado el secreto más
grande de todos los tiempos. Hemos paganizado la Semana Santa, permitiendo que
quien sea pueda participar en la resurrección, aunque tampoco es algo que
debemos esconder. Debe ser declarada. Podemos entrar en la experiencia de ella,
vivir en el poder de ella, anticipar del cumplimiento final de ella, y mientras,
esparcir las buenas noticias de ella. Festo describió el ministerio de Pablo
sobre “un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo”
(Hch.25:19). ¡Así es! Un secreto que poseer, una historia que proclamar y,
sobre todo, Alguien para presentar… porque Él es la Resurrección y la Vida.
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